Cada movimiento que haga Alajuelense siempre estará bajo la lupa. No puede ser de otra forma, es parte de la exigencia en un equipo grande y Luis Marín fue víctima de sus propias decisiones, porque él sabía a lo que iba y nadie le tenía que contar lo que pasaría si algo no le funcionaba.
Para su mala suerte, lo sucedido contra Guastatoya en la Liga Concacaf resultó imperdonable, pero no es el único responsable. Esa eliminación hasta él mismo la catalogó como un ridículo y un fracaso. Fue la gota que derramó el vaso, porque es claro que para Alajuelense era importante no solo seguir en competencia en la Liga Concacaf, sino adjudicarse el derecho de ir por segundo año consecutivo a la Liga de Campeones. Planes que se estrellaron de golpe contra la realidad, se esfumaron y ameritaban más que unas disculpas públicas.
Apenas duró 52 días en el banquillo rojinegro. Un paso fugaz, que contrasta con los 769 días que Andrés Carevic estuvo a cargo de la Liga. ¿Por qué a Marín no le aguantaron nada y Carevic logró sostenerse más tiempo? Las nacionalidades ni siquiera deberían tomarse en cuenta como opción para encontrar la respuesta correcta.
El argentino soportó tempestades y se marchó cuando su ciclo se había acabado, sacó al equipo de aquella debacle en la que estaba, arrastrando años de frustraciones y logró que Alajuelense retomara el protagonismo perdido.
Le impregnó una idea de juego al equipo y era un líder para coleccionar puntos. Su problema estuvo en las instancias finales, con errores puntuales de jugadores que echaron por la borda el trabajo y la planificación para llegar a un objetivo; o porque él no supo reaccionar desde el banquillo. Le dio la añorada 30 al liguismo y también logró que Alajuelense se proclamara campeón de la Liga Concacaf. Perdió dos finales nacionales, ganó una local y una internacional. En el cuarto intento, su equipo invicto en fase regular no superó las semifinales.
A partir de ahí era claro que sus días estarían contados, porque ese golpe en semifinales el equipo lo iba a resentir en su regreso a la competencia. Quizás no me crea, pero eso que se dio yo se lo había dicho a un amigo que así iba a pasar, o que al menos era mi percepción. Y así pasó.
La Liga lo aguantó, pero más allá de que algunos pensaban que eso se daba por la amistad con un Agustín Lleida que lo defendió hasta que pudo, la Liga de Carevic era competitiva, dejando atrás ese pasado de años de ni siquiera clasificar y de sequía total.
Con Marín, en el torneo local el equipo presentaba altibajos y había que darle el beneficio de la duda para el momento en el que contara con el equipo completo. Pero vuelvo al punto de que él sabía a lo que iba, porque era claro que esos jugadores que no hicieron pretemporada iban a sufrir y que eran propensos a lesionarse por lo mismo. Al llegar sobre la marcha, él debía adaptarse al grupo; caso contrario a si hubiese empezado desde la pretemporada.
Contra Sporting FC presentó mejoría al recuperar fichas, pero en el juego más importante de todos, la Liga de Marín falló, al ser incapaz de hacer más goles, no saber defenderse y no cerrar una serie, que era trascendental y que terminó con uno de los episodios más bochornosos del club en sus 102 años de historia. Algo que ocurrió contra el último lugar del fútbol de Guatemala.
Además, Marín fue irritando al liguismo con algunas declaraciones, como cuando dijo que estaba cuidando jugadores para la Selección; que él ve más importante la clasificación al Mundial que el título de un club. Tampoco le favoreció aquella mentira que quedó al descubierto cuando aseguró que Marcel Hernández no había jugado en Pérez Zeledón por problemas estomacales y que en realidad se trató de una sanción que le impuso el equipo. Nada de eso le gustó a la afición y en un equipo como Alajuelense eso tiene peso.
En las primeras líneas anoté que Marín no es el único responsable del ridículo contra Guastatoya. Los jugadores también tienen su cuota de culpa. Decía Fernando Ocampo: ‘Seguiremos tomando las decisiones que se requieran’. Eso me lleva a pensar que si el equipo no reacciona, las medidas ya no serían propiamente con quien esté en el banquillo.
Andrés Carevic está a punto de trabajar de nuevo (fuera del país); Luis Marín vuelve a estar disponible en el mercado a la espera de otra oportunidad. Ambos corrieron una suerte distinta, mientras que Alajuelense busca a su nuevo técnico.