¿Ofendió Paté Centeno a Jossimar Pemberton por, supuestamente, llamarlo “negro” o por enlistarlo como futbolista en la categoría de “remalo”?
Una profesora de élite que conocí en la UCR cuando la década del 80’ gateaba, me enseñó que la negritud es una condición que se lleva por herencia étnica con orgullo y dignidad.
Les hablo de la Dra. Eulalia Bernard Little, una mujer exquisita, escritora, poetisa, diplomática y educadora desde su trinchera de “Introducción a la cultura afroamericana”.
En la segunda lección de aquello que en la “U” llamaban un “repertorio” –curso para sumar créditos en la carrera- la profe corrigió a dos compañeras que osaron llamarla “negrita” y “morenita”.
Sin alterarse, les aclaró que era una mujer “orgullosamente negra, costarricense y depositaria de un legado cultural afroamericano” que estaba dispuesta a compartir con nosotros.
A Eulalia le debemos haber desmontado de nuestras cabezas la visión eurocentrista de la historia, con una buena dosis de sabiduría que compartió con humildad y cariño.
Jamás olvidaré aquellas lecciones mágicas, llenas de negritud, en donde el conocimiento llegó envuelto en sones afrocaribeños, comidas, bailes, lecturas de poesía y citas literarias.
No Paté, no ofendió a Jossimar por llamarlo negro, una parte clave de la cultura y la identidad costarricense que comprendería si se detuviera a estudiar un poco de historia.
Lo agravió por referirse a su calidad futbolística de manera peyorativa, como si usted fuera un producto profesional acabado como técnico, un entrenador “rebueno”, en una dimensión superior, con licencia para señalar y deslegitimar.
Me siento con autoridad para señalarlo porque desde esta tribuna lo he defendido, he ponderado su valentía y fidelidad a una idea, su perseverancia para seguir adelante, sin importar críticas cargadas de mala intención.
Ojalá que antes de que el Comité Disciplinario concluya su investigación y emita criterio, llame a Jossimar y le pida perdón.