Más difícil descubrir un misterio de Scooby Doo que los que aquí, en el fútbol local, nadie quiere destapar.
Como lo ocurrido con el equipo griego. Estaba quebrado y Fuerza Griega, el administrador, vendió sus acciones a unos “misteriosos inversionistas”, dizque para salvarlo.
Pero el Comité de Licencias, ante publicaciones de La Nación, intervino para saber quién era ese fantasma llamado Fuerza Griega, que durante años administró el equipo (a vista y paciencia del Comité, la Unafut y la Federación), pero del cual no había registro en ninguna de aquellas entidades.
Ya iban de salida los dueños originarios de Fuerza Griega. Quedaba Fernando Paniagua, pero a punto de recibir la plata por su 50%. “Los nuevos inversionistas”, con pasaporte mexicano, pero más ticos que el gallo pinto, habían pagado la Caja, reforzado al equipo, renegociado deudas y patrocinios. En fin, ejercían como nuevos administradores.
Extrañamente (¡oh misterio!) Fuerza Herediana proclamaba un convenio con los griegos, liderado por Jafet Soto, el mismo que servía de vínculo con el mexicano interesado en la compra. (¡Destino extraño!).
Casualidades de la vida. La oferta de “los mexicanos” había llegado por medio de una sociedad presidida por Yanury Morales, asistente de Jafet, quien además reconoció haber puesto en la junta directiva de Fuerza Griega a Pablo Salazar, y a su amigo Pablo Campos, asistente y mensajero del Team.
La Asociación Deportiva y Fuerza Griega no pudieron cumplir con los requisitos de Licencias (al parecer ni existía el contrato). Así que la primera decidió romper con la segunda, sin temor a que Fernando Paniagua los demandara (¡uy sí, que peligroso!), o a que “los mexicanos” guindaran a eéste, por meterlos en semejante bronca (¡ajá!).
Paniagua se fue sin chistar y los compradores tampoco abren la boca. La licencia se salvó. Quedó en manos de la Asociación, que fue la responsable de que no llegara la información al Comité y, aunque no tenía plata, estoicamente asume todas las obligaciones (¡el momento más misterioso de la trama!).
Es la hora de que Scooby Doo entre en acción. Le quite la máscara a la mascota griega y descubra que no es una pantera, sino otro de su familia, y que el Comité de Licencias no está en nada, o le dio un ataque de pánico.