Si Wálter Centeno consiguió en Grecia el fútbol de pie a pie, ¿qué podría esperarse de él en Saprissa? El tema fue y vino en un Diálogos con el entonces timonel griego, hoy recién nombrado director técnico morado.
Ese día, Centeno defendió a muerte la obligación de educar al jugador en el buen trato de la pelota, así le costara derrotas y hasta goleadas, en un equipo sin la planilla de los clubes grandes. 'Es muy fácil dirigir Saprissa, Alajuela o Herediano’, dijo entonces, en alusión a la calidad técnica con la que, se supone, cuentan los mejores clubes del país.
Aunque fue hace más de un año, aquella conversación iba y venía de aquel momento al de hoy, del reto en un equipo pequeño a la hora —que sin duda llegaría— de asumir un equipo grande. Sus palabras eran casi promesas. Sus ideales parecían inquebrantables ante los cuestionamientos.
Si en Grecia se llevaba los aplausos por acercarse a la zona de clasificación, en Saprissa nadie le aceptaría igual rendimiento a cambio de ganar y gustar algún día —le planteamos en la entrevista, que más allá de preguntas y respuestas se convirtió en una conversación—. Sin miedo a ser juzgado por sus propias palabras, Centeno deja claro que el resultado no basta; no a él. No quiere ser líder como lo era en ese momento Herediano, con triunfos por la mínima. Él quiere lo que llama “jugar bien”, un concepto por el que discutió, refutó, cuestionó y argumentó en un diálogo que hoy cobra más vigencia que ayer.