El pedido de ayuda para una joven guanacasteca que necesitaba hospedaje en San José, con el fin de que ella pudiese integrarse a los entrenamientos de la Selección Nacional femenina, fue el primer paso en el Programa Académico Residencia del equipo Dimas Escazú de la Primera División.
Dicho proyecto, encabezado por el técnico Giovanni Vargas, nació en la casa de su madre Flor Delgado León, quien hace siete años dio el visto bueno para que Tatiana Villallobos, oriunda de la localidad Carrillo, se quedara en su hogar, sin pensar que dicha acción fue la piedra para echar a andar un sueño.
Hoy en día, en una casa en San Rafael de Escazú, 10 jóvenes provenientes de Garabito, Liberia, Río Claro, Limón, Pérez Zeledón, Carrillo, Buenos Aires, Talamanca, Honduras y Nicaragua conviven con la ilusión de no solo cumplir su sueño de jugar al fútbol, sino también de forjarse un futuro académico gracias al equipo que les provee alimentación, hospedaje, servicios médicos y la oportunidad de jugar al fútbol.
“En el 2012 me contactaron para ayudar a una joven y después de buscar opciones de hospedaje durante 22 días, no encontramos un lugar. Fue entonces cuando hablé con mi madre, Flor Delgado, quien aceptó tenerla en su casa, en un espacio pequeño y fue el inicio de todo. Un año después teníamos siete muchachas porque creímos que era una opción de traer jugadoras fuera del Gran Área Metropolitana y ayudarles en su sueño de jugar en la Primera División”, comentó Vargas.
El estratega dijo que la intención era desde el arranque ir más allá de lo deportivo y dar una opción a las jóvenes de superarse, dejando sus hogares y buscando un ambiente positivo, donde pueden cumplir sus metas más importantes. Las chicas llegan por recomendación de algunos entrenadores fuera del GAM y visorías que realizan para detectar los talentos.
“Creímos que era una oportunidad de aportar a la sociedad. Que mediante el deporte se les abran puertas y puedan mejorar su calidad de vida, tanto para ellas como para sus familias y logren ser profesionales. Es una visión a futuro, donde toda la iniciativa es gracias al aporte familiar”, explicó el entrenador.
Sacrificios y gastos. Con la pandemia de la covid-19 el proyecto Programa Académico Residencia estuvo a punto de suspenderse, debido a que por precaución siete jugadoras, que vivían en la casa de doña Flor, debían abandonarla; sin embargo, entre toda la familia consiguieron una casa para albergar a las jóvenes, a pesar de la dura situación económica que afronta el país.
“En la casa de mi madre iniciamos el plan piloto y durante seis años agrandamos el espacio, pusimos camarotes y abrimos la puerta a otras chicas, pero al no tener patrocinadores y a pesar del apoyo incondicionalmente de mamá, a raíz de la pandemia sabíamos que debíamos buscar otras opciones o suspender el proyecto, pero encontramos otras posibilidades para continuar”, recordó Vargas.
A la nueva residencia llegaron Yoanka Villanueva (Talamanca), Sharon Jiménez (Buenos Aires de Puntarenas), Isabel Díaz (Carrillo), Celina Artiaga (quien es nicaragüense pero vive en Jacó), Shirley Arias (Pérez Zeledón), Roshaury Peters (Limón) Katherine Rodríguez (Honduras), Gloria Mendoza (Liberia), Vanessa Mendoza (Jacó) y María Fernanda Figueroa (Río Claro, Golfito), quien fue la goleadora del campeonato anterior.
La mayoría de las futbolistas, quienes son de escasos recursos, encontraron en Dimas Escazú la catapulta para ver su anhelo cumplido y la oportunidad que añoraban.
“El llevar este proyecto adelante nos cuesta alrededor de 1.100.000 colones al mes. El dinero sale, en este momento, del patrimonio familiar. Mi hija Jéssica Vargas Castro es la presidenta del equipo, mi otra hija Johana Vargas es la vicepresidenta y mi hijo Giovanni Vargas Castro es el tesorero, Además están mi madre Flor Delgado León, mi hermano Julio Vargas, Marco Campos, quien es un colaborador”, añadió Vargas.
Dimas Escazú les cubre a las 10 jugadoras el hospedaje, la alimentación, los estudios, pasajes para ir a los entrenamientos y citas médicas. Todo el presupuesto sale de las hermanas Vargas, el cual es alrededor del 40% del ingreso de todos los miembros de la familia.
“Apostamos a que las jóvenes tengan identidad con el equipo. Con ese presupuesto podríamos solo pagar unas cuatro jugadoras, pero en cambio tenemos a 10 jóvenes que no solo son atletas, sino también están estudiando y forjándose un futuro y queriendo los colores del equipo. Este año contamos con el apoyo de la empresa EMACA y el Comité de Deportes de Escazú, para sufragar los gastos de los partidos”, añadió Vargas.