El 15 de febrero anterior la Asociación Deportiva Municipal Grecia rompió unilateralmente el contrato de administración a favor de Fuerza Griega. Si creemos el cuento, el o los nuevos accionistas de esta última quedaron vestidos y alborotados.
Para esa fecha, según declaró Fernando Paniagua, ya su cuota accionaria había pasado al mexicano José Fernández. El otro 50% era de Cristian González, quien desde octubre lo vendió a Jafet Soto, con dinero pagado por éste y Orlando Moreira, aunque el gerente herediano dice que fue un favor para su amigo Fernández.
Si todo esto fuera cierto, el compadre de Jafet habría hecho el peor negocio de su vida. Quiso adquirir la administración de un equipo y compró un cascaron, una sociedad con deudas, sin patrimonio y sin lo único valioso que podría tener, el contrato para administrar a Grecia.
Cualquier mortal habría pegado el grito al cielo, demandado a los vendedores, interpuesto acciones en los entes del futbol, etc. etc. ¡Pero no! Ahora resulta que durante varios meses, más bien el señor Fernández (¿será él?) ha prestado las cuentas de su Fuerza Griega (¿será suya?) para que la use la Asociación que le arrebató la administración de las panteras.
“Se llegó al acuerdo de manejar, por un periodo corto de tiempo, las cuentas corrientes de Fuerza Griega”, declaró a La Nación Adrián Barquero, el mismo que rindió la declaración jurada, el 17 de febrero pasado, de la ruptura de su asociación con la administradora. ¿Cuál acuerdo? ¿No es, según reza en la escritura, que fue un rompimiento unilateral?
José Fernández, a quien nadie vio en Costa Rica, debe ser tan buena persona que no solo se quedó sin chistar cuando le arrebataron la administración, sino que además habría permitido que por las cuentas de la que, según Paniagua era su sociedad al momento de perder la licencia, sigan entrando y saliendo dineros que le son ajenos.
¿Y el control tributario? ¿El peligro que eso le conlleva de cara al fisco? A su negocio, ruinoso, le ha sumado la carga de ser puente de plata que no puede controlar, no sabe de dónde viene ni adónde va y de la que necesariamente debe declarar ante Hacienda (¿será?).
Tal vez la Fedefutbol o sus comités investigadores puedan contratar a Mr. Bean, al Inspector Gatget o a Scooby Doo. Ellos de seguro descubren “el misterio”, con solo pedir el detalle de quiénes han puesto el dinero en las cuentas de Fuerza Griega.