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El exárbitro y analista arbitral Ramón Luis Méndez no se anduvo con diplomacias al evaluar el trabajo del árbitro William Mattus, quien fue el encargado de dirigir el clásico de este domingo en el cual Alajuelense derrotó 2-1 al Saprissa, con polémica incluida.
Ramón Luis insistió en que la labor de Mattus no solo puede juzgarse por la acción en la cual no señaló una mano del defensor de Alajuelense Ian Lawrence en el área de Saprissa y que en su lugar se pitó una infracción del saprissista Kliver Gómez.
El analista lamentó la falta de autoridad, el irrespeto de los jugadores y la señalización errónea de otras acciones que incidieron en su labor.
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“Lo primero que quiero hacer es felicitar a William Mattus. Lo felicito de forma sarcástica, porque en su primer clásico pitó igual que muchos de sus compañeros que llevan cinco o seis juegos entre Saprissa y Alajuelense. Fue un arbitraje malo, sin autoridad. Pitó algunas jugadas y otras no. Se mostró indeciso y además permitió el irrespeto de los jugadores”, sentenció Méndez.
“Al igual que otros árbitros, lo que hacen es sacar partidos, no dirigirlos, por lo que su trabajo es deficiente. Ahora hay que preguntarle al coordinador de la Comisión de Arbitraje, Jeffry Solís, si realmente el arbitraje en nuestro país es excelente, como había mencionado”, declaró.
En cuanto a la polémica acción, donde la pelota le pegó a Laurence en la mano, en el epílogo del partido y se señaló una falta de Gómez, Ramón Luis indicó que se dieron una serie de circunstancias donde no solo falló Mattus, sino también su asistente, y se tomó una decisión errada.
“Observando la jugada se puede apreciar que el línea es quien señaló la infracción del jugador del Saprissa. Pero allí Mattus cometió el error de no imponer su criterio, le faltó autoridad, porque es una clara acción de penal, aunque es más evidente el penal que comete Fidel (Escobar) en una posición muy similar”, añadió.
Aunque popularmente se pueda decir que el asistente embarcó a William Mattus, para Ramón Luis el juez central tenía que imponerse y tomar la decisión correcta, porque es parte de la personalidad que debe tener un árbitro al dirigir un partido.
