Ramón Luis Méndez Vega, el comentarista arbitral de verbo candente y directo, que no se muerde la lengua para expresar sus ideas y señalar los errores de los árbitros sin titubear, es un hombre al que le gusta la soledad.
Después de desempeñarse como árbitro de la Primera División, se pasó al otro lado de la acera y, desde hace 30 años, es un analista crítico que desnuda las inconsistencias de sus colegas con el fin de que puedan mejorar y brindar un arbitraje más fluido en el balompié costarricense.
Más allá de los micrófonos y las cámaras de televisión, a sus 67 años es un empresario cuyo mayor deseo es ver feliz a las personas que lo rodean, como sus hijos y su madre Piedades Vega, quien cumplió 102 años de edad.
“Nunca he tenido metas, pero siempre he querido triunfar. Diría que le entro a todo, dentro de lo normal. Creo que no me asusta nada y de allí que tomé riesgos, como todos”, expresó Méndez.
Así fue como, casi de la nada, tuvo su primera empresa, que con los años ha crecido y se ha convertido en una fuente de ingresos importante para su familia.
“Recuerdo que una de las primeras cosas a las que me dediqué fue la venta de bienes raíces, y de allí surgió mi empresa. Un señor, que no tenía cómo pagarme la comisión, me ofreció darme una fábrica de sandalias típicas con toda la maquinaria. Acepté y aquí estamos hasta la fecha. Ahora hacemos bolsos personalizados, de todo lo que me pidan”, confesó Méndez.
“A las personas que conozco es a quienes ofrezco el producto, y la mayoría me meten el hombro. Todos necesitamos que nos ayuden. Nadie me ofende si no me compran. La verdad, me siento bendecido por todo lo que he logrado. Sinceramente, nunca me lo había propuesto”, reiteró.
Además del arbitraje, la confección de bolsos y las bienes raíces, Ramón Luis Méndez también se dedicó a la compra y venta de oro, aunque ya no lo hace.
“Nunca pensé en ser árbitro y mucho menos ser empresario, comprar un carro o trabajar en los mejores medios de comunicación de nuestro país. Lo que me mueve es la felicidad de las personas que me rodean. Mi felicidad depende de que aquellos que están conmigo sean felices”, manifestó Méndez.
“Soy de pocos amigos, me encanta la soledad. No soy de las personas que les gusta andar exhibiéndose. Tengo dos dichos que pongo en práctica en mi vida: ‘Soy pobre, pero vivo como millonario’. ‘No tengo nada, pero lo tengo todo en mi vida’. Como todos, he experimentado el dolor, el sufrimiento y la alegría. Lo he vivido todo y por eso, nadie ni nada me asusta”, enfatizó.
“Mi vida privada siempre ha sido así. No me gusta andar en multitudes o grupos, tomando o bailando. Tengo amigos y salgo con ellos, pero lo hago en muy pocas ocasiones. Por ejemplo, no hay nada como una copa de vino bien acompañado o bien solo, dependiendo de la ocasión. Pero claro, también es agradable pasarla con amigos y así lo he hecho”, agregó.
Ramón Luis Méndez y los ‘Clásicos del Amor’
El analista afirmó que es un hombre que detesta la falsedad y que defiende sus principios y puntos de vista, sin importar lo que piense la gente.
“Me comporto de acuerdo a la ocasión y al lugar en el que me encuentre, pero me considero un charlatán. Soy como soy, no puedo ser falso ni dejarme manipular por otras personas. Tampoco soy mandón, incluso permito que me manden. Desde la escuela siempre he dicho que no hago nada para caerle mal a la gente, pero si alguien no me quiere, puedo dormir tranquilo”, añadió Méndez.
“En mis 30 años en la televisión, nunca nadie me ha dicho qué tengo que decir, y tampoco lo hubiera permitido. Creo que eso me ha dado credibilidad ante la gente y me aceptan. En broma, digo que las personas que no me conocen no me quieren y cuando me conocen, me odian aún más. Pero realmente, aquellos que hablan conmigo y me tratan, terminan teniendo una buena opinión de mí.”, declaró.
Aparte de los clásicos pitidos finales en su carrera como árbitro, Ramón Luis afirmó que sus mejores experiencias en el arbitraje ocurrieron durante los “Clásicos del Amor”, un evento organizado por las dirigencias de Saprissa y Alajuelense, donde niños con cáncer jugaban un partido apoyados por futbolistas de ambos clubes.
“Fueron los mejores partidos de mi vida. Las tres o cuatro veces que me invitaron, las disfruté mucho. Creo que si volvieran a realizarlos, no dudaría en aceptar la invitación, incluso estaría dispuesto a ser árbitro asistente, porque era una causa muy noble. Los niños eran admirables por su valentía, su sonrisa, y su alegría no tenía precio”, admitió Méndez.
“Estoy en el mundo del arbitraje gracias a mi hermano Gerardo Méndez (qdDg). Él era un buen árbitro y yo lo acompañaba a los partidos de tercera división. También jugué fútbol con los equipos Indio y Rosaba de Paso Ancho y Marsella de Llorente de Tibás en tercera división. Eran buenos equipos y disfruté mucho de esa época”, concluyó.