La regla de jugadores sub-21, que parecía una incómoda y autoritaria imposición a los clubes de Primera División, terminó por ser una excelente oportunidad para que los nuevos –y buenos– valores hicieran nombre en la máxima categoría.
Dicha norma establecía que los equipos debían dedicar 1.440 minutos de cada torneo a alinear jugadores que no pasaran de 21 años de edad.
Pablo Herrera (Alajuelense), Marvin Angulo (Herediano) y Celso Borges (Saprissa) son el vivo ejemplo de los buenos réditos de la norma, ya que los tres se han convertido en piezas claves en los engranajes de sus equipos.
Carlos Watson, técnico en varias ocasiones de las selecciones menores, aplaude la norma por la oportunidad dada a los jóvenes.
“Para algunos equipos ha sido muy productivo porque crean jugadores de mucha valía. Definitivamente los van a querer mantener porque son exportables y le dan prestigio al club”, argumentó el extécnico nacional.
Los registros de la Unión Nacional de Futbol (Unafut) dictan que solo en el Clausura los jugadores jóvenes actuaron durante 22.311 minutos, cifra equivalente a casi 250 partidos completos.
Si bien la norma “aceleró” la aparición de jugadores como Herrera, Borges y Angulo, por ejemplo, Watson cree que “ellos ya iban a jugar en Primera División, pero la nueva regla les adelantó el debut un par de años”.
Geovanny Alfaro, seleccionador de la Sub-20, dice que el rendimiento y nivel de sus jugadores se ha elevado significativamente.
Él cree que sus dirigidos ahora muestran “más madurez, mejor lectura del juego y afrontan los partidos con más agallas”.
Watson considera, de manera positiva, sacar de la valoración a figuras como Diego Gallo, de Santos, y Yosimar Arias, de Alajuelense, “porque no califican como nuevos valores, a pesar de su edad, pues desde hace años son jugadores ya consagrados”.
¿Sub-18? La norma de sub-21 fue creada para que la Selección Juvenil tuviera a sus principales piezas en continuo roce con la división mayor.
Por eso, a pesar de que Watson apoya la medida, considera que la misma debe de estar en una constante renovación para aprovechar todos los procesos.
El argumento de Watson es que “si se va a favorecer a las selecciones, deberían de pasar (el año de edad límite) de 1986 a 1989 para que en el siguiente torneo jueguen los prospectos para la nueva Juvenil, que tendrá eliminatoria dentro de año y medio”.