Ni siquiera era necesario decir cuál equipo partía como favorito, bastaba con ver la tabla de posiciones, los goles a favor, en contra..., los cambios de técnico, el nivel, la motivación, incluso el once inicial y también la banca. ¿Pero cuántas veces más debemos recordar aquello de que en un clásico nada de eso importa? Ha pasado en múltiples ocasiones, de un lado o del otro, y este miércoles sucedió de nuevo en el Estadio Nacional.
En ese escenario, donde Saprissa llegó como un local con la capa caída, se repitió la historia a su favor y en contra de Alajuelense, el equipo dirigido por Albert Rudé, un detalle nada menor, porque el técnico español sigue sin encontrar la fórmula para vencer al archirrival, incluso en la peor versión que este ha mostrado en los últimos años. Ni siquiera la crisis morada pudo allanar el camino del estratega.
Otra vez el Monstruo tomó aire -sería demasiado osado decir que se recuperó- a expensas del León para salir del sótano de la clasificación, obtener la primera victoria con Jeaustin Campos al mando y romper la larga racha de seis partidos sin ganar. Bien decía el estratega morado que levantar al grupo era una difícil tarea y el regreso de la motivación estaba supeditado a un triunfo.
La esperanza de la afición ya estaba casi enterrada, y solo un clásico perfecto podía levantarla, tal como sucedió. Adiós a las caras tristes, por fin los morados pudieron celebrar, aunque ver a la S en la siguiente fase del torneo se mantiene como una meta demasiado ambiciosa, con tan solo 15 puntos por disputar.
Si hablamos de un plan, probablemente a Jeaustin Campos le salió el suyo a la perfección. Sabedor del momento de su equipo, las ya muy mencionadas bajas y el buen rendimiento del contrincante, apostó por ceder la iniciativa en los primeros minutos, pero al mismo tiempo controló zonas y figuras importantes de los manudos. Desapareció el juego del medio campo y también Freddy Góndola.
Desde la pizarra, Saprissa tuvo más claras las ideas y cuando la Liga sintió que estaba perdiendo el control de otros compromisos, aparecieron fantasmas que son difíciles de controlar. Al final de cuentas, el líder del torneo también sufre por deficiencias en el aspecto mental, como reconoció el mismo Bryan Ruiz.
La Liga tomó la pelota, la tuvo más en sus pies, pero Saprissa supo qué hacer con ella; esperó y se enfocó en aprovechar las acciones a balón parado. Un remate de Ulises Segura que pegó en el palo fue el primer aviso (17′).
Mientras un equipo controlaba, el otro provocaba los gritos de “uyyy” y sin que nadie lo esperara en el minuto 22 Aubrey David empezaba la celebración del 1-0, luego de un centro perfecto de Mariano Torres. Eso no le quitó ímpetu a la Liga, pero su claridad frente al marco de Aarón Cruz no fue ni la sombra de días atrás.
En Saprissa pasó lo contrario, tanto que hasta Andy Reyes, quien tenía más de un año sin anotar, se reencontró con el gol en el minuto 39, cuando aprovechó un balón suelto y su remate, con desvío incluido, sentenció el 2-0 definitivo.
Eso sucedió mientras la la Liga más presionaba por el 1-1, pero hasta la suerte estaba del lado morado. Reapareció con su sangre, la alegría, y un poco del ADN que tanto disfruta nombrar, sobre todo cuando tiene al frente los colores rojo y negro.
Ahora su futuro inmediato dependerá de cómo se fortalece a partir de este clásico, recalcó el propio Campos: “Es un golpe en la mesa, y si lo podemos canalizar será un trampolín para brincar adonde queremos llegar”.