Se asoma la nueva generación de técnicos de Costa Rica: ¿Cuál es su ‘valor agregado’?

Sin tantos focos encima, Júnior Díaz se convierte en el primer exponente de su generación en recibir una gran oportunidad en los banquillos. Pero, ¿qué tiene distinto el perfil del Díaz y el de otros entrenadores que se asoman con sigilo?

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Pocas veces escuché decir a un exfutbolista (con franqueza) que no le interesa dirigir. El fútbol es como una droga y, cuando las piernas pesan, la carrera de entrenador aparece como una oportunidad de oro para aferrarse a lo que siempre les gustó.

Muchos exjugadores culminan la licencia de técnico que exige la Fedefútbol, pero pocos tienen la ‘pasta’ para, a la larga, equiparar sus éxitos en el campo con los logros al borde de la línea de cal, cuando sus habilidades con el balón influyen menos y es necesario tener otros recursos, como lectura de juego o manejo de vestuario.

A veces sucede lo contrario. Un exfutbolista ‘discreto’ resulta ser un muy buen técnico, pues posee ciertas habilidades desarrolladas que, en el banquillo, son mucho más importantes que cuando peleaba por un lugar en el once titular.

Curiosamente, en los bancos de la Primera División las etapas de los entrenadores suelen ser relativamente cortas (de 5 a 10 años, luego muchos técnicos ‘desaparecen’) y, de a pocos, asoman la cabeza otros estrategas en busca de un chance.

Como tendencia general, es algo más sencillo para los exjugadores con mundiales mayores encima abrirse un campo que para aquellos que no tienen este ‘pergamino’ simbólico en su hoja de vida.

Por ejemplo, de los futbolistas que disputaron los Mundiales de Corea Japón 2002 y Alemania 2006 ya llegaron a dirigir en la división de honor múltiples figuras: Paulo Wanchope, Wálter Centeno, Wílmer López, Luis Marín, Gilberto Martínez, Rónald Gómez, Mauricio Solís, Douglas Sequeira y Harold Wallace (asistente), entre otros.

Poco a poco, los que menos éxitos han acumulado empezaron a perder credibilidad, aún cuando algunos apenas han tenido chance de dirigir.

En medio de este fenómeno generacional, hay una particular realidad que se expone a plena vista y que podría ser muy interesante para el crecimiento de nuestro fútbol.

Resulta que, lentamente, se acerca una camada de exjugadores con amplio recorrido internacional, que han probado la exigencia de algunos de los mejores entrenadores de Europa y Suramérica y que conocen el profesionalismo y la disciplina que se necesita para sostenerse prolongadamente en el Viejo Continente.

Es muy probable que muchos de estos exfutbolistas no lleguen a convertirse en técnicos exitosos en Primera División, pues no todos tendrán la lectura de juego o el manejo de camerino que se necesita para liderar un grupo exitoso de trabajo.

Sin embargo, conocen otros aspectos indispensables para nuestro crecimiento país, como las nuevas metodologías de entrenamiento, las condiciones que exigen y ofrecen los clubes de Europa a los futbolistas o las dificultades de adaptarse a otro continente.

El exlateral izquierdo Júnior Díaz es el primer ejemplo visible de esta generación; jugó en Polonia y Alemania durante un amplio periodo de tiempo, se consolidó, generó recursos para su familia, fue campeón en Costa Rica y ahora fue elegido para comandar a la Selección Sub-17 de Costa Rica, tras una etapa en la liga menor rojinegra.

Díaz fue dirigido por Thomas Tuchel (hoy en el Bayern Múnich) y Jurgen Kloop (hoy en el Liverpool), reconocidos técnicos de la escuela alemana.

Bryan Ruiz ya es entrenador en las fuerzas básicas de Alajuelense y, en el pasado, lo dirigió Jorge Jesús, uno de los entrenadores más exitosos de la escuela portuguesa.

Rándall Azofeifa es asistente de Francisco Palencia en Sporting y técnico de liga menor del club, después de muchos años en la exigente liga de Bélgica, con el Gent.

Esta generación posee un amplio recorrido fuera de Costa Rica, especialmente en ligas que están a la vanguardia en métodos de entrenamiento.

La pregunta es, ¿cómo podría aprovechar Costa Rica a este semillero de exjugadores con ‘otro roce’ para que, en la medida correcta, contribuyan en la formación de los jóvenes ticos?

En primer lugar, sería muy valioso que la Fedefútbol haga un ‘barrido’ que permita determinar cuáles de los exfutbolistas que militaron en ligas top y fueron dirigidos por grandes técnicos tienen interés de convertirse en entrenadores.

Como segundo punto, sería extraordinario que la Federación (a través de Claudio Vivas) los motive para que eleven su formación académica a través de licencias mucho más elevadas que las que se ofrecen en nuestro país, y que luego estos jugadores utilicen sus contactos internacionales para hacer pasantías en grandes clubes.

Como tercer paso, la Federación podría recomendarles una ruta que les favorezca a ellos en su crecimiento personal pero, a la vez, contribuya en el desarrollo de nuestro fútbol. Por ejemplo, que dirijan en liga menor, luego se conviertan en asistentes y por último salten a la Primera, con un cúmulo de experiencias acumuladas.

Básicamente, incrementar la exigencia, la educación y el desarrollo de la nueva ‘camada’ de entrenadores para que no tengan tanta urgencia de dirigir en Primera como sus antecesores y así se proyecten a mediano plazo, con pasos más firmes.

Repito: No todos los grandes jugadores terminan siendo buenos entrenadores, pues la lectura correcta de los partidos es determinada por múltiples factores y no solo por la metodología de un entrenamiento.

Sin embargo, hay habilidades desarrolladas y aprendidas en los grandes torneos europeos (especialmente Bélgica, Países Bajos, España, Alemania, Inglaterra e Italia) que tienen un gran valor y que se pueden aprovechar en nuestro fútbol.

Si ya llegó hasta aquí, lo invito a que discutamos sobre este y otros temas en mi canal de Youtube. Puede encontrar mi canal como @alfaroperiodista.