Después de pedalear en su bicicleta 2.450 kilómetros desde Eindhoven, Holanda, el costarricense Marco Makey Benavides llegó este martes a la ciudad de Narva, en Estonia, frontera con Rusia y está cada vez más cerca de su objetivo: llegar al campamento de la Tricolor en San Petersburgo, Rusia.
Marco realizó los trámites para su visa y ahora solo está a la espera que se la aprueben y poder completar los 160 km que le restan de Narva hasta San Petersburgo y estar más cerca de su destino final y vivir la fiesta mundialista.
El vecino de Esparza, Puntarenas, inició su viaje el 5 de mayo y desde entonces promedió entre 160 y 180 kilómetros diarios en su bici, descansando en pequeños hoteles e incluso una tienda de campaña para cumplir con su meta de estar cerca del cuartel de concentración de la Sele, cuando arranque la Copa del Mundo.
Hace cuatro años, Makey Benavides se embarcó en un viaje de 58 días para cubrir casi 7.000 km, hasta Brasil, empezando en Costa Rica, pasando por Panamá, Ecuador, incluso navegando por el río Amazonas, hasta llegar a su destino.
El inicio para el puntarenense esta vez no fue fácil, pues antes de salir del aeropuerto Juan Santamaría le robaron el teléfono, por lo que ha tenido que usar uno de repuesto para comunicarse con sus amigos y personas que siguen su recorrido.
Una vez en Europa, Benavides tuvo que sortear algunas dificultades, características de un viaje tan extenso, pero siempre predominó el buen humor y el optimismo para completar el recorrido.
“En Europa el viaje fue más tranquilo, no hay tanta delincuencia y no tuve mayores problemas. Solo un día en llegando a Varsovia, se me estalló el tubular trasero de mi bicicleta y como era sábado no encontré donde repararla. Tuve que caminar un buen tramo para quedarme en un hotel pequeñito y esperar que fuera lunes para que me la repararán", contó Benavides vía telefónica.
Entre sus anécdotas resaltó tener que dormir en el parquecito de una iglesia en Alemania, en una pequeña tienda de campaña que llevó, pues no encontró donde quedarse, por lo que tuvo que levantarse temprano e iniciar el viaje antes de que las autoridades se dieran cuenta.
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“Todo es muy distinto de mi viaje hace cuatro años a Brasil. Las ciudades en Alemania y Polonia son espectaculares y además hay un gran respeto a los ciclistas, hay mucha cultura de ciclismo como lo pude ver en Holanda. Como decimos, es otro mundo”, añadió Benavides.
Acostumbrado a los calores de Puntarenas, este ebanista de profesión y quien corrió la Vuelta a Costa Rica en 1980, manifestó que el frío y la lluvia han sido sus peores enemigos, pues no esta acostumbrado a las bajas temperaturas, lo que le dificultó mucho el pedalear.
“Acá tuve que acostumbrarme a que amanece muy temprano y oscurece a las 10 p. m. Es por eso que tuve en algunas oportunidades que controlarme para no esforzarme demasiado y sufrir alguna lesión. Para mí esto es inolvidable, aunque sé que todavía falta que me tramiten la visa en la frontera. Por ahora voy a descasar, conocer la ciudad y esperar que me aprueben el ingreso", acotó Benavides.