El espectáculo es indescriptible. En el cielo, en medio de la oscuridad, aparecen los rayos luminosos producidos por la expulsión de masa solar que choca con el Polo Norte. Decenas de turistas llegan para ser testigos de las auroras boreales, que serán imborrables de sus memorias.
LEA MÁS: ¿Le gusta viajar? Sígame en Facebook
Además, aprovechan para ir a la Laguna Azul, que es impresionante debido a su agua geotermal, que le permite darse un baño aunque haga frío. Como si fuera poco, los paisajes nevados tienen el poder de asombrar a cualquiera, así como los glaciares y géisers (fuente termal que periódicamente lanza una columna de agua caliente y vapor a la superficie).
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Pasar una congoja con la dura policía de Laos
Así es Islandia, un país con apenas 330.000 habitantes, pero una extensión territorial de 103.000 kilómetros cuadrados; es decir, tiene el doble de tamaño que Costa Rica aunque con apenas el equivalente al 7% de nuestra población.
En esa isla viven los costarricenses Carlos Alberto Cardoza Ramírez, de 45 años, y German Castillo Villalobos, de 39. Ambos llegaron a ese paraíso hace 18 años y están casados con ciudadanas de esa nación.
Carlos Alberto vive en Seltjarnarnes, apenas a cinco minutos de la capital, Reikiavik, y trabaja en el desarrollo de sistemas en el área de control de calidad y normalización de documentos; en este momento es gerente de proyectos y consultor.
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Compatriotas en Moscú aconsejan a quienes vayan a Rusia
Germán reside a 20 kilómetros de la capital, en Hafnafjordur, y trabaja en Arkis Arquitectos, de las firmas más prestigiosas y grandes de esa nación. Estudió Arquitectura Técnica en la Universidad Técnica y de Diseño de Copenhague, Dinamarca.
En medio de esas maravillas naturales hay un detalle que no pasa desapercibido por nadie. Al igual que Costa Rica, Islandia no tiene ejército, pero además, los policías andan desarmados.
“Lo que más me gusta de Islandia es la seguridad, porque aquí todavía se puede vivir sin preocupaciones extremas, las casas no tienen cercas alrededor ni verjas en las ventanas. Los niños pueden jugar afuera sin peligro de que algo malo les vaya a suceder”, dice German.
LEA MÁS: ¿Cómo conseguir tiquetes de avión baratos? Los trucos de Explorador de Viajes
Aunque parece un paraíso, para un tico no es fácil acostumbrarse al clima extremo.
¿Qué fue lo primero que pensó al llegar a Islandia?
Carlos Alberto responde: “Qué diablos hago aquí en la capital más al norte del mundo, pero a la vez pensé que era la oportunidad de mi vida para hacer algo diferente”.
Por su parte, German dice: “Pensé que me iba a congelar. Antes de mudarme a Islandia vivía en Liberia y estaba acostumbrado a las altas temperaturas, pero cuando llegué a aquí estaba en -10 grados, así que el cambio fue muy grande”.
Ambos coinciden en que el país es muy hermoso, con mucha riqueza natural, diferente a la de Costa Rica.
Según German, el clima puede ser extremo en el otoño (23 de setiembre al 21 de diciembre) e invierno (21 de diciembre al 20 de marzo), con fuertes vientos, fríos intensos, lluvia y nieve.
“En el verano (21 de junio al 23 de setiembre) se pueden disfrutar de días en que las temperaturas suben, incluso, a los 28 grados, aunque no pasa muy a menudo”, agregó.
Precisamente, por esas condiciones de frío, en el invierno algunos islandeses le preguntan a Carlos Alberto por qué no está en Costa Rica.
Otro detalle de Islandia es que hay días con muy pocas horas de luz y hay otros sin nada de oscuridad.
“El 21 de diciembre es el día más corto del año, con apenas tres horas de luz solar, aunque si está lloviendo o nevando, puede ser que no se vea el sol del todo. Al contrario, el 21 de junio es el día más largo, y puede que haya 24 horas de luz solar. Es impresionante observar el sol rozando el horizonte y de inmediato ver que se eleva de nuevo”, detalló Carlos Alberto.
LEA MÁS: ¿Cómo volar por menos de $150 a Europa o Suramérica?
German admite que es difícil ir a dormir cuando aún hay luz solar. “Sobre todo para los niños, que a veces se niegan a irse a la cama porque no ha anochecido”.
Él nació en Alajuela, pero vivió en La Ribera de Belén. A su esposa, Ární Jónsdóttir, la conoció en una playa tica en 1998, cuando su mejor amigo la invitó. Tienen tres hijos: Margrét Björg de 14 años; Alonso Karl, de 10; y Jón Diego, de seis.
En nuestro país, German era futbolista de Primera División con Belén. Debutó en 1997; no obstante, el equipo descendió, por lo que jugó en la segunda categoría, también con los belemitas.
Carlos Alberto también conoció en Costa Rica a quien hoy es su esposa, Eyrún Einarsdóttir, con quien tiene un hijo: Einar.
“Ella vino de intercambio cultural como voluntaria de Amnistía Internacional. La conquisté en el bus al Monte de La Cruz, en Heredia, gracias a los conocimientos adquiridos en la clase de Estudios Sociales en el Liceo Samuel Sáenz, porque sabía dónde está Islandia, que los vikingos descubrieron América y no la confundí con una estadounidense”, recordó.
Ahí comenzó una relación que se ha extendido por muchos años.
“Fuimos novios por seis meses, ella regresó a Islandia, después yo fui a conocer a la familia y finalmente se mudó a Costa Rica por tres años. En 1999 la situación económica en nuestro país no era la mejor, así que decidimos venir a probar suerte. Mis suegros fueron y son un gran soporte, y la prueba ha durado 18 años”, dijo Carlos Alberto, quien es vecino de Katrín Jakobsdóttir, la actual primera ministra islandesa.
“Aquí ser famoso no significa nada, sales con tus amigos de infancia, visitas tus lugares preferidos y continúas con con tu vida cotidiana”, resaltó Carlos Alberto.
En la casa de esta familia se habla español. Carlos Alberto no ha tenido necesidad de aprender por completo el islandés, que es de las lenguas más difíciles del mundo, pues trabaja en compañías internacionales.
LEA MÁS: ¿Qué porcentaje de ticos obtiene la visa de turismo de Estados Unidos?
"Como dicen los islandeses, 'nosotros tenemos que comunicarnos con el mundo, porque el mundo no se puede comunicar con nosotros'. Una mañana en el gimnasio, un señor de unos 80 años me habló en islandés, pero como era tan de mañana y estaba medio dormido le respondí en inglés, y me preguntó de dónde soy. Cuando le dije de Costa Rica, me comenzó a hablar en español, porque me dijo que al estar pensionado y sin hacer nada en la casa, decidió regresar a la universidad y estudiar español".
German dice que de Costa Rica extraña la comida, aunque a veces hacen gallo pinto y arroz con pollo. “A uno le hacen falta los chicharrones, tamales, chorreadas y un buen casado”.
No logra venir a nuestro país tan a menudo como quisiera, aunque espera pasar con su familia algunos días en este 2018, en el país que lo vio nacer.
Entre tanto, Carlos Alberto procura venir cada año, o al menos cada dos, y se queda respirando el aire tico durante cuatro o cinco semanas.
“En el 2002 traje semillas de culantro desde Costa Rica, porque era una odisea conseguir culantro, pero hoy están disponibles todas las frutas y verduras, inclusive hay bananos islandeses cultivados en invernaderos”, aseveró Carlos Alberto.
Una curiosidad que apunta Carlos Alberto es que los sitios de reunión para charlas son las piscinas y no los parques, como en su nación de origen. De hecho, prácticamente todos los vecindarios tienen una alberca para los residentes.
“Aparte de la tranquilidad extrema, no hay pulgas, mosquitos ni cucarachas”.
Si un tico quiere ir a Islandia, debe tomar en cuenta que es un país caro.
“Un almuerzo puede costar de $40 a $50 (de ¢23.000 a ¢28.800). El impuesto al salario puede llegar al 42%, según lo que se gane, pero el hospital local es como el Cima de Costa Rica y la educación es gratuita. Mi hijo, con 10 años, es trilingüe, porque habla español, inglés e islandés, las carreteras son de primera y es uno de los países más limpios”, concluyó Carlos Alberto.
LEA MÁS: Jairo Villegas, el periodista detrás de Ticos lejos del hogar
Ellos no son los únicos compatriotas que viven en Islandia. Carlos Alberto sabe de tres muchachas, una de las cuales reside cerca por lo que se reúnen a menudo a tomar café, mientras que las otras dos son del área rural. También hay un par de ticos más.
A ellos se le suman los turistas que ocasionalmente viajan desde Costa Rica para ser testigos de las maravillas naturales de Islandia.
Datos de Islandia
Capital: Reikiavik
Idioma: Islandés
Población: 330.000 habitantes (15 veces menos que Costa Rica)
Extensión territorial: 103.000 kilómetros cuadrados (poco más del doble que Costa Rica)
Moneda: Corona islandesa (1 corona islandesa equivale a ¢5,6)
¿Le gusta viajar? Sígame en Facebook
Otros artículos de la serie Ticos lejos del hogar
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Pasar una congoja con la dura policía de Laos
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Arabia Saudí, las mujeres empiezan a tener la libertad anhelada
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Fiyi, la lejana isla donde un costarricense trabaja en avicultura
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Irán, el alucinante país donde todo está prohibido
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: En Australia los desconocidos aún se dicen buenos días
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Las peculiares historias de Marisol, Mariamalia y Laura en Italia
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Estudiantes en Alemania, sobrellevar la Navidad sin la familia
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Tailandia, donde los choferes no se irritan por las enormes presas
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Kenia, la pobreza extrema no apaga la esperanza
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Una alajuelense se adapta a Vietnam, pero sin comer perro
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Hong Kong, donde se respira la seguridad que alguna vez tuvo Costa Rica
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Compatriotas en Moscú aconsejan a quienes vayan a Rusia
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Kuwait, estar en el desierto sin derecho a una cerveza
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Henry Garita, el compatriota que vive en el paraíso de las Maldivas
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Vivir en Chipre, la isla segura pese a tener ejércitos listos para atacarse
Esta es la decimoséptima historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.