Al técnico herediano Alexander Vargas se la tenían tan “jurada” que ni siquiera esperaron una derrota para destituirlo. Bastó un empate en casa ante Cartaginés para que sonara la guillotina. No era el mejor resultado, pero tampoco una crisis como para volar la dinamita. Antes de eso, habían perdido con Saprissa, y más atrás, golearon a Pérez Zeledón 3-0. El Team está en el segundo lugar, a un punto del líder, con todas las posibilidades para clasificar incluso de primero. Solo perdió dos veces en este torneo. ¿Cuál es la seguidilla de malos resultados, como para tomar tan drástica decisión?
La rápida aparición de la motosierra más bien recuerda un modus operandi muy conveniente para el encargado de poner y quitar en el club, el siempre onmipresente Jafet Soto. Alexander Vargas se comió el desgaste de las 16 jornadas, le tocó hacer frente a Concacaf (con sus habituales goleadas para los equipos ticos) pero cuando llega la hora decisiva, a los superiores se les acaba la paciencia y le dan la cartita.
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Según el estilo de gobernanza del equipo florense, el presidente del club asume de una vez la dirección técnica. Esta peculiar forma de administrar les dio réditos en el pasado; sin ir muy lejos, en el anterior Torneo de Apertura, cuando Jafet también tomó la yegua a mitad del río y logró ganar el campeonato. Fue una gestión corta y meritoria, pero estar repitiendo el modelo es injusto para los entrenadores que asumen desde el inicio del torneo.
Y es que la posición de técnico emergente resulta muy ventajosa. Ya el entrenador “original” (en este caso Alexander Vargas) desarrolló una idea de juego, dio ritmo a los jugadores, se llevó los insultos de la gradería y sostuvo la operación mientras su “sustituto” espera calladito, tomando nota de los rivales. El mensaje es negativo y genera el peor de los ambientes laborales: la amenaza y el serrucho están ahí mismo en casa.
Si al final el equipo le vuelve a responder a Jafet y logran el título, quedará como héroe, doblemente glorificado por el poco tiempo para lograr el objetivo. Pero si esta vez no tienen éxito, la fiel afición herediana no le echará la culpa al entrenador, porque asumió apenas en la jornada 17. Es un escenario ideal donde Soto tiene todo para quedar bien y muy poco para quedar mal. Un incentivo para detonar el gatillo fácil, nombrarse a sí mismo y eventualmente subir por la medalla dentro de solo unas semanas.
Mientras todo esto ocurre, Herediano sigue construyendo su nuevo estadio. En algún momento de la presente década llegará el día de la inauguración, el corte de cinta y los créditos a quienes encabezaron el proyecto desde sus diferentes ángulos. Utilizando la lógica que le aplicaron a Alexander Vargas, peligra el ingeniero jefe un mes antes de entregar la obra.
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