Los aficionados alajuelenses tendrán derecho a recordar la fase de clasificación de este Clausura como uno de los peores torneos cortos de toda su historia.
La zozobra de esperar por el boleto hasta la última fecha sintetiza una campaña cargada de sufrimiento y malos ratos.
Pero la forma en que está estructurada el campeonato le permite a los manudos conservar las ilusiones pese a que solo ganaron el 48 por ciento de los puntos disputados.
Ahora todo es borrón y cuenta nueva. Atrás quedaron las siete derrotas en 16 juegos (su segunda mayor cantidad en una mitad de campeonato), el cambio de entrenador -símbolo de inestabilidad- y los constantes silbidos hacia el cuadro local en el Alejandro Morera Soto.
En solo cuatro partidos se podrían redimir. Sin embargo, eso implica pasarle por encima en las semifinales a Puntarenas, que de forma sobrada fue el mejor equipo a lo largo del Clausura.
Inferiores. No hay un solo apartado estadístico en el que los manudos le lleven ventaja al cuadro naranja.
La metralla porteña superó por mucho al ataque rojinegro, con 29 goles anotados por los chuchequeros frente a 20 de los erizos.
La defensa del Puerto toleró tres goles menos (12 frente a 15 de la Liga). Puntarenas ganó 11 de sus 16 partidos (Alajuelense solo obtuvo 7 victorias) y en cuanto a las derrotas no hay ninguna comparación: solo una del equipo de Luis Diego Arnáez frente a siete manudas.
Solo que tales antecedentes podrían ser letra muerta. La Liga cuenta con dos factores intangibles que pesan siempre en el mundo del deporte: es el actual campeón defensor y tiene mucha mayor experiencia para este tipo de definiciones.
Los rojinegros ganaron cinco de los últimos seis cetros nacionales. Y el único año en que no campeonizaron aquí (2004), se dejaron el título de la Concacaf.
En el equipo todavía permanece una base de esa exitosa generación, como Luis Marín, Harold Wallace y Wílmer López. Es un plantel acostumbrado a sacar las uñas cuando las circunstancias lo ponen contra la pared.
Por ejemplo, el cuadro rojinegro mostró oficio en la serie por Concacaf ante el América de México. Es cierto que falló en casa, al perder 1-2, pero se plantó bien en el Azteca y le hizo pasar más de un susto a las Águilas.
Está claro que esta no es la mejor versión de la Liga. En muchas de sus victorias extrañó la contundencia y hasta perdió en casa, donde antes era irreductible.
Pero como dijo Rudy Tomjanovich, entrenador de los Rockets de Houston que ganaron el bicampeonato de la NBA en la década anterior: "Nunca subestimen el corazón de un campeón".