La familia saprissista está de luto, otra vez. A la reciente desaparición física de Gerardo Solano, se sumó ahora la de Eduardo Mudo Umaña Murillo, figura insustituible del mediocampo morado en los años 60 y 70.
Originario del barrio josefino Santa Lucía y próximo a cumplir 55 años (nació el 24 de marzo de 1945), falleció anteayer tras padecer una repentina enfermedad que lo aquejó en los últimos meses. Su funeral se realizó ayer a las 3:30 p. m., en Jardines del Recuerdo.
Umaña perteneció primero a la liga menor del Saint Francis, por seis años, y de ahí pasó al equipo de reservas del Saprissa, donde en 1963 formó la línea media junto a José Miller y Fernando Príncipe Hernández.
Un año después debutó en el primer equipo morado y campeonizó en cinco ocasiones, en las temporadas de 1964, 1965, 1967, 1968 y 1969.
Llamado a las selecciones juvenil (1960) y de promesas (1967), jugó con la Mayor en ocho juegos internacionales de clase A y ganó invicto el Norceca de Naciones (1969).
Tuvo su peor momento en la final de 1971 frente a Alajuelense, al desperdiciar uno de los lanzamientos de penal durante la serie definitiva.
"Eduardo era muy buen jugador, correcto y honesto, pero, en especial, muy callado, tímido y reservado, dentro y fuera de la cancha. De ahí nació su apodo del Mudo ", recordó ayer el expresidente morado, Enrique Weisleder.
Un líder positivo
A principios de 1972, se retiró del futbol en total silencio, ya que una lesión en la rodilla le impidió seguir jugando. Tras ello, "se inscribió en la historia como uno de los grandes volantes del Saprissa", estimó el periodista José Antonio Pastor.
"Fue un líder positivo, muy disciplinado y un jugador rápido mentalmente, que sorprendía al rival, pese a su corpulencia. Era el inamovible titular del Saprissa en su época", subrayó Pastor.
Agregó que el juego limpio fue su norte, pues en los archivos del club tibaseño nunca fue citado por problemas disciplinarios. Su hermano, Rodolfo Largo Umaña, fue otro pilar del Saprissa, pero como guardameta.
Francisco Chico Hernández, su compañero en Saprissa y en varias selecciones, lo describió como el clásico mediocampista talentoso.
"No era muy rápido por su peso y estatura (86 kilos y 1,95 metros), pero sí muy pensante para ponernos a correr y un excelente goleador de cabeza, ya que colocaba los tiros donde quería", acotó.
Como buen deportista, también practicó el baloncesto en el seleccionado tico y en los quintetos de Rabbit y Seminario, con los que se llevó varios títulos durante la década del 60.
Eduardo Mudo Umaña residía en San Francisco de Dos Ríos y le sobreviven su esposa, Elizabeth Boza, y sus tres hijas Karla, Katherine y Shirley.