Los escándalos mundiales de dopaje son cíclicos. La última oleada de casos famosos llegó hace pocos días, subida en la bicicleta de Floyd Landis y en los pies veloces de Justin Gatlin.
El positivo que dieron ambos estadounidenses, ganadores de importantes competencias, extendió el asombro que había aparecido a principios de julio con la Operación Puerto en España y la purga del Tour de Francia.
En Europa, el dopaje es un tema tan serio que los culpables pueden terminar recibiendo hasta penas de cárcel.
Por ello, la investigación de la justicia española sobre una red de sustancias prohibidas (bautizada como Operación Puerto) descabezó a varios de los favoritos del Tour aún antes de que se diera el banderazo de salida.
Cuando el estado de shock apenas se disipaba, Landis y Gatlin aparecieron con testosterona y volvieron a elevar los decibeles en torno a este tema.
El caso de Gatlin arrojó consecuencias rápidamente. Los organizadores del Europeo de Atletismo, que se realiza esta semana en Suecia, anunciaron la cifra récord de 315 controles en competencias y entrenamientos.
"Las reglas no son igualmente respetadas allí (Estados Unidos) que en Europa, y al final Europa siempre tiene que pagar la cuenta. Es un problema de imagen", aseguró el presidente de la Federación Europea de Atletismo, Hansjoerg Wirz.
Por su parte, la Federación Internacional de este deporte (IAAF) solicitará que la sanción mínima para los atletas que se dopan la primera vez sea de cuatro años, el doble de los dos años que se aplican actualmente.
La sanción de dos años es una medida universal contemplada en el código de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que respetan la mayoría de los deportes del orbe, incluyendo el atletismo.
Guerra. Cada episodio de dopaje destapa la añeja batalla entre los laboratorios que intentan detectar a los tramposos y los especialistas que tratan de encubrirlos.
No obstante, para el médico costarricense Félix Murillo cada vez el cerco se le estrecha más a quienes ven el dopaje como una forma de llegar a las medallas.
"Hay muchos avances y es fácil encontrar rastros de sustancias prohibidas. Ahora incluso es posible saber si el atleta recibió una transfusión de sangre", indicó.
La última crisis mundial de dopaje apareció a finales del 2003, con el llamado caso Balco. Este laboratorio de Estados Unidos desarrolló una sustancia llamada tetrahidrogestrinona (THG), utilizada por decenas de deportistas profesionales para elevar su rendimiento.
El caso se destapó gracias a un entrenador que alegó competencia desleal: Trevor Graham, técnico de atletismo, envió a la federación estadounidense de ese deporte una jeringa con restos de THG, para denunciar que colegas suyos la estaban utilizando indebidamente.
Se usó información de las agencias EFE, AFP, AP y de www.elmundo.es