La lucha entre el hábil y el rudo, entre un toro lleno de bravura y un matador fino que con su traje de luces impresiona al animal, se dio en un campo de fútbol. El Leñador Berny Peña, como le decían por su juego rudo, en modo de broma advirtió al mágico Alonso Solís, un joven de Saprissa: “Aquí nada de truquitos”.
El enfrentamiento se celebró en el Estadio Chorotega de Nicoya y una frase fue suficiente para que Solís prefiriera jugar de primer toque y evitar el contacto con su rival.
"Con Alonso Solís molestaba mucho porque él también metía miedo con su fútbol, porque en momentos podía dejarlo a uno en ridículo. Entonces yo le decía tírela larga (la bola) para mandarlo en ambulancia para su casa... Una vez en Guanacaste se lo dije y solo me decía tranquilo Peñita, tranquilo... yo la suelto rápido", recordó entre risas el exjugador de Brujas.
Berny Peña, aquel espigado y duro defensor de inicios de los 2000, hoy desde Ecuador, donde vive, no esconde que su fama en los campos era de un verdadero animal. A él no le molesta porque considera que ese estilo de jugador está en decadencia y él fue de los últimos.
El exfutbolista se retiró de las canchas en el 2011, pero su última temporada en Costa Rica fue en el 2010 con la Asociación Deportiva Guanacasteca, luego partió al fútbol ecuatoriano y hondureño, donde escribió su último capítulo con la camisa del Platense.
—¿Mal intencionado? No. Sí un jugador entregado, que no le temía al rival que tuviera al frente y dispuesto a dejarse a llevar por el ímpetu sin importar lo que esta acción dejara como resultado en su rival o él.
"Es una reputación que me gané, qué puedo decir, lo que usted gana merecido lo tiene, muchas veces yo me río pensando eso. Yo era así, pero por el ímpetu y ganas. Nunca fui mala leche, yo era un muchacho que sí iba fuerte, a veces más de lo normal, pero jamás iba a buscar lesionar a alguien, de hecho solo recuerdo una lesión de un jugador que se llama Esteban Bolaños... Con él choqué y le fracturé una costilla, pero fue sin intención", dijo.
Aunque parezca contradictorio, pese a que él era un rudazo, Peña se considera amante del buen fútbol.
El exzaguero se declara públicamente admirador del jugador creativo y escurridizo como el Mariachi Solís, Wálter Centeno o Yosimar Arias.
No obstante, vuelve a insistir en que la figura del leñador tiene que estar en el terreno, porque es más lo que aporta que el efecto inverso que puede causar en el espectáculo.
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"El leñador le hace falta al fútbol, porque más allá de las críticas uno le hace un bien al fútbol pese a que todo el mundo diga que uno es un caballo. Lo que pasa es que la gente no sabe lo que a mí me costó llegar a Primera y como a mí me costó pues yo me mato para poder disfrutar de la jodida que me pegué para ser jugador", describió.
En el panorama futbolístico no ve un nuevo Berny Peña, así es claro en que un futbolista de su corte en el país no hay.
Por ejemplo, Berny se acostumbró a recibir en todos los partidos tarjetas amarillas; el defensa saca pecho y cuenta que en casi todos los duelos que disputó se fue amonestado aunque sabía controlarse porque no siempre fue expulsado.
"Siempre han estados los animales como Peña, como (Benjamín) Mayorga, como Matapín Ramírez, también la Mula Angulo, el Diablo Contreras... Esos tipos de cojones siempre han estado. Yo veo que a nuestro fútbol le faltan cojones, ahorita los jugadores juegan por jugar, en la Selección solo Waston es un animal, es un placer verlo jugar, los demás no entiendo cómo no se contagian de él", señala.
Su deseo por chocar era insaciable, al punto que prefería enfrentar a un jugador como Rónald la Bala Gómez y Froylán Ledezma... "Chocar con ellos era como pegar con un poste, como un muro.. ¡Qué bárbaros para ser duros", recordó.
En el campo el leñador nunca se arrugó, pero sí buscó la forma de sobresalir con su entrega, bravura que hacía que los demás deportistas lo vieran con respeto.
Su segunda nación. Siete años después de su retiro Peña busca dejar un legado en Ecuador, país en el que decidió poner una escuela de fútbol.
El exjugador vive en la ciudad llamada Quevedo, lugar que está a cuatro horas que Guayaquil y tres de Quito.
En una localidad muy similar a Liberia, el guanacasteco encontró en su esposa, Johanna, el apoyo para comenzar la aventura de vivir en el exterior.
En tierras ecuatorianas, Berny se dedicó a la crianza de cerdos, la avicultura y la ganadería, pese a que al final volvió al fútbol pero como entrenador.
"Me gusta mucho trabajar el campo, pero el fútbol es mi droga. Este es un pueblo futbolero, son 200.000 habitantes y yo abrí una escuela a un costo muy bajo $10 (¢5.720) mensuales por niño... Acá todas cobran $50 (¢28.600)", declaró.
Su fórmula para hacer jugadores está compuesta por técnica y bravura.
“Me gusta que mis chicos metan pata, pero que jueguen también, porque ellos tienen las condiciones que tal vez yo no”, finalizó.
Berny Peña, el defensor que le anotó a Erick Lonis desde 80 metros de distancia
El 2 de abril del 2003 es un día inolvidable para Berny Peña, bueno... y probablemente para Erick Lonis también... Ese día el zaguero le marcó una diana desde aproximadamente 80 metros al saprissista.
Morados y guanacastecos igualaron a dos, pero la diana insólita de Peña fue la noticia del día.
"Ese video lo tengo aquí guardado, la gente cuando ve ese gol se acuerda de uno. Yo lo que intenté fue meterle un pelotazo a Román Vargas, quien era el delantero. Para dicha mía Lonis estaba mal parado, con la cancha mojada la pelota no picó como él esperaba y entró. A veces cuando me acuerdo como que entro en un dilema porque no quería que a Lonis le pasara algo así... Él era mi ídolo", manifestó.
Ya ambos retirados, los dos tuvieron una conversación del gol y el exarquero de la S le dio su opinión.
"Estuvimos hablando y él solo me decía que fue una chiripa, para mi Lonis era un grande y yo le acepté que eso fue un chiripazo", confesó entre risas.
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"El error de Erick fue el más aparatoso y seguramente el más doloroso para la afición local, por todo lo que representa el capitán morado, líder indiscutible, casi un ídolo de los saprissistas", describió la crónica de La Nación sobre el fallo.
Después de ese tanto, el zaguero pudo jugar con Herediano o Saprissa, pero él no quiso.
"Hubo un chance de ir cuando Medford era entrenador, sin embargo yo tenía contrato con Guanacaste. Años después lo de Herediano fue más real, pero yo no quise abandonar a Brujas cuando estaba en mal momento", enfatizó.
Peña actuó en su carrera deportiva en Guanacasteca, Brujas, Liberia, Akratitos de Grecia, el Kavala de Grecia, el Deportivo Quevedo de Ecuador y Platense de Honduras.
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A los 31 años decidió colgar los tacos, sin importar las consecuencias.
"Yo cuando decidí retirarme la verdad es que sumé como dos años sin ver fútbol, yo no podía verlo porque me ponía triste, me daba nostalgia, ya después maduré y pude entender. Ahora juego con veteranos", concluyó.