¿Recuerda usted a un volante izquierdo que jugó con el Saprissa llamado Michael Ortiz? De contextura delgada, hábil con la pelota y con un gran remate de larga distancia.
Michael tenía un gran futuro, pero no prosperó. Según él mismo acepta, tuvo pésimas decisiones cuando le llegó la fama... Después de fracasar en el fútbol, Ortiz tuvo que buscar un desahogo económico y encontró la respuesta en el oficio de su padre: conductor de autobús.
Ortiz tiene tres años de pasar sus días en un automotor, trasladando personas de un sitio a otro. Todavía se declara enamorado del fútbol; sin embargo, es claro en que ya su tiempo paso y aunque a sus 32 años le llegan oportunidades, ahora prefiere su actual trabajo.
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De lunes a sábado, el exsaprissista se levanta a las 3 a. m. para estar encendiendo la máquina a las 4 a. m. y termina sus funciones cerca de las 10 p. m.
“Es muy cansado, pero bueno, también soy consciente que esto llega porque tomé malas decisiones en el momento. Dios me dio la oportunidad de hacer lo que yo quería y yo no aproveché, ahora me toca trabajar como cualquier persona”, reflexionó.
La motivación para hacer ese esfuerzo a diario y solo descansar cinco horas por día llegó gracias a sus dos pequeños: Jaydeen y Evangeline, ambos de cinco años, a quienes ve muy poco, pero se asegura de darles la mayor cantidad de condiciones para su ideal desarrollo.
“Mi último equipo fue Jacó Rays, pero la verdad es que ahí me di cuenta que tenía que tener una estabilidad económica y el fútbol no me la iba a dar, entonces hablé con mi papá y él me enseñó a manejar autobús. A mí no me gustaría que la Policía ande detrás mío por pensión y quiero que mis hijos estén tranquilos por lo que debo cumplir con mi responsabilidad”, afirmó.
Este Michael Ortiz es muy diferente a aquel que firmó en 2010 con los tibaseños, en aquella ocasión se vistió de morado gracias al gran certamen que había hecho con Barrio México previamente y era muy tímido, hablaba poco... Ahora, es más maduro y confiesa que si pudiera devolver el tiempo cambiaría muchas decisiones.
De hecho, cuando jugaba pedía que su nombre lo escribieran Maykol... ahora volvió a Michael.
Cuando decidió irse a la S no valoró un chance claro que tenía para irse al fútbol de China; balompié en el que recuerda la oferta económica era cinco veces mayor a lo que le daba el Saprissa.
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“Cuando estuve en Barrio México me llegó una oferta de China, don Minor Vargas me dijo que firmara en Asia, pero yo no le hice caso, a mí me buscó el Tianjin Teda. Si pudiera devolverme en el tiempo yo hubiera firmado afuera porque estaba con buena edad, pero al final yo preferí Saprissa ni sé por qué”, describió.
En ese momento también lo buscó la Liga, escuadra que le aseguraba regularidad en el campo; no obstante, prefirió más dinero de los morados.
Su primer temporada como jugador del Monstruo fue difícil, pero la siguiente la 2011 - 2012, con Alexandre Guimaraes en el banquillo, pudo enseñar destellos del por qué lo habían llevado.
“La gente cuando voy en el bus todavía me reconoce, vieras como se ponen los morados; ellos me dicen que yo tengo futuro y demás; algunos hasta dicen que vuelva al equipo, pero eso sería como pegarse la lotería... A mí no me da miedo contar lo que pasó: Saprissa a mi me dio todo, pero yo le fallé a Saprissa y quedé mal con ellos, porque la oportunidad la tuve... Con Guima yo pude reventarla pero fue indisciplinado”, evaluó.
Con los buenos partidos que hizo consiguió fama y esto, de una u otra forma, lo hizo equivocarse a la hora de escoger el camino idóneo como deportista.
Michael se hizo amigo de la vida nocturna, también no escondió que adquirió vicios que lo pusieron en un momento difícil, personalmente y en el Saprissa.
“Yo no estudié y cuando empecé a ganar plata en Saprissa comencé a desarrollar vicios de tomar y demás, eso me llevó a faltar a entrenamientos y bueno ahí todo se comenzó a complicar... Yo no tuve disciplina y lo acepto; yo fallé”, recalcó.
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El golpe de ver a su familia sufrir y tenerla en jaque hizo que Ortiz decidiera poner un alto en su camino e intentara recuperar el rumbo.
“Estoy agradecido con el fútbol porque tengo dos hijos que amo demasiado, yo no me arrepiento de nada porque sería arrepentirme de ellos y a ellos los amo con todo mi corazón”, expresó.
El zurdo abandonó así el deporte rey, pero la pecosa no lo abandonó a él y ahora ‘mejenguea’ de vez en cuando con un equipo de choferes.
Ortiz ya tuvo la oportunidad de pisar, con esta escuadra, campos como el Estadio Alejandro Morera Soto y el Jorge Hernán Cuty Monge.
El mediocampista se vinculó por completo a su nuevo gremio, al punto que vive con otros tres conductores más.
“Yo vivo con mi papá que trabaja en la empresa de buses de Sabanilla - San Pedro- San José. Yo estoy sumamente agradecido con dos empresas en las que he podido manejar una es esa en la que trabaja mi papá y la otra es la de Lumaca”, relató.
Cargar con el peso de ser exjugador no es sencillo cuando se tiene un trabajo tan público como el de autobusero y por esto sus viajes son más entretenidos.
Los usuarios futboleros constantemente le preguntan por el torneo local, también por la Selección Nacional; su opinión al ser de un exprofesional del balompié es percibida diferente por la gente.
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“A mí este trabajo me gusta porque mi papá me lo inculcó. Ahí puedo compartir con la gente y nosotros comenzamos a hablar de todo como lo es la Selección, del Saprissa, de la Liga, de Heredia, ahí se pone bonita la discusión”, concluyó entre risas.
Michael Ortiz ya no escribe su nombre como Maykol, ahora disfruta el día a día con responsabilidad y al mano de su autobús, un trabajo con el que está sumamente agradecido porque le permitió priorizar su vida, situación que en el fútbol no pudo resolver.