Julen Cordero llegó en agosto al Le Havre de Francia. A los hijos de exjugadores, en sus inicios, normalmente se les conoce más por ser el hijo de, que por su propia carrera; eso le sucedió a Celso Borges, también a Ariel Lassiter y Cordero no es la excepción. Él es el hijo de Víctor, espigado defensor, símbolo del Saprissa y ganador de 11 cetros nacionales.
Sin embargo, Julen a sus 18 años, ya consiguió un objetivo que su padre no logró: jugar en el exterior. Hoy este dato es una anécdota de la familia; sin embargo, el joven acepta que ha sido tema de conversación entre él y su progenitor.
Julen llegó a Francia prácticamente sin jugar en Saprissa, contrario a su papá, quien acumuló 478 partidos defendiendo la morada, solo contando los duelos de torneo nacional. El número del papá aplasta los escasos cinco duelos que tuvo el juvenil.
Pese a no jugar en el exterior, para el adolescente su padre es el ejemplo a seguir siempre y no esconde que es su principal consejero. El atacante habla todos los días con Víctor, no de fútbol, pero sí de la vida; el WhatsApp es la aplicación que les permite hacerlo.
Desde los ojos del padre solo hay palabras de aliento para su retoño.
“Todos los días hablo con mi papá, es una de las partes más importantes de mi día, hablamos de fútbol, pero más que todo me da consejos de vida. Él me dice que sea feliz, que siempre esté contento y con una sonrisa. Me dice que soy muy valiente por venir a acá. A él no se le dio jugar en el exterior porque no quiso, al final no sé si el amor que le tiene a Saprissa lo frenó. Esta es la única cosa en la que le voy ganando a mi papá”, mencionó entre risas.
Empero, no tarda en alabar lo hecho por el zaguero. "Él tiene 11 títulos con Saprissa, fue capitán de uno de los mejores Saprissa de la historia y es la opinión que más me importa cuando necesito un consejo", sentenció.
Esas conversaciones que ahora son por medio de la tecnología, nunca serán iguales a estar frente a frente y esa situación es lo que más extraña el exsaprissista en su aventura como legionario.
“Extrafutbolístico he tenido que madurar en muchos aspectos. La parte más dura es estar lejos de la familia, pero son esfuerzos que hay que hacer. Con lo del idioma añoro y anhelo aprender el francés bien, estoy recibiendo clases tres veces a la semana y espero en diciembre tenerlo dominado”, expresó.
Para combatir el sentimiento de soledad, el futbolista habla con su madre, su abuelita, su hermano y sus tíos. Todo el día conversa con ellos.
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"Con mi familia hablo todos los días, con mi papá, con mi mamá, con mi hermano, con mi tía Pamela, mi tío Rolando, hablar con ellos me tranquiliza. Les cuento de mi día, nos ayudamos a estar juntos pese a la distancia", describió.
En octubre, su madre Sigrid González y su abuelita Ligia Araya lo visitaron para analizar cómo iba su proceso de adaptación; la compañía le dio un respiro al deportista quien necesitaba sentirse apoyado.
El fútbol. En la parte deportiva, Julen se ha enfrentado a nuevas tareas como jugador, porque ya no es delantero centro, sino que ahora es volante creativo.
“He tenido un cambio importante, ahora juego de ’10′, es muy diferente al '9′ que era antes. En lo que más he avanzado es aprender a defender, yo no estaba muy familiarizado y acá se hace o se hace, es parte del fútbol. Hay una pequeña diferencia, aprendí a posicionarme en defensa”, agregó.
Con el equipo reserva del Le Havre, el nacional tiene 10 partidos jugados, siete goles y cuatro asistencias.
“Vivo un proceso bonito y bien trabajado, siento que doy el paso cuando se tiene que dar. A los 18 años recién cumplidos venir a Francia a un equipo que forma tantos jugadores para las grandes ligas, por lo que ayuda a crecer; esto es lo que siempre quise y soñé. Siempre lo hablé con mi familia, mis hermanos, ahora que estoy acá quiero aprovecharlo al máximo”, evaluó.
Julen también es ambicioso y aunque en el país no tuvo el tiempo necesario para mostrar sus características, confía que Dios le dará la oportunidad de enseñarles su fútbol a los ticos en otra ocasión.
“Saprissa es un equipo que siempre voy a querer, ahí jugué, ahí jugó mi papá, ahí estuvo mi vida. Es un equipo que llevaré en el corazón. No estoy preocupado o no le pongo mucha atención a no jugar mucho en Costa Rica, sé que en algún momento me verán ya sea en la Sub- 20, en la Sub-23 o en la Mayor, Dios primero (risas). El tiempo todo lo pone en su lugar y solo hay que estar atento cuando llegue la oportunidad”, finalizó.
Así va la vida de Julen, el hijo de Vïctor, en Francia. Él disfruta del objetivo que su padre dejó ir, según recuerda el primogénito, por su apego al conjunto tibaseño.