Cuando Gonzalo Segares González comenzó a experimentar que el dolor de rodillas y tobillos, por lesiones sufridas a lo largo de su carrera, era cada vez más intenso, se sintió forzado a tomar una nueva decisión.
Aquel sería solo un capítulo de una historia de superación desconocida en Costa Rica, hoy narrada por aquel a quien conocimos de manera superficial como seleccionado nacional.
“Pude haber jugado unos dos años más en los Estados Unidos, pero decidí comenzar a prepararme para no restringir mi ocupación dentro del balompié a ese plazo, sino extenderlo casi de manera indefinida”, recordó el exjugador, hoy de 40 años.
En la actualidad es el entrenador de la Selección Sub-17 de Estados Unidos, pero trabaja en este proceso desde 2017, cuando todavía pertenecía al staff técnico del club de su vida, el Chicago Fire de la MLS.
Hoy, ocho meses después de haberse retirado como futbolista, quedaron atrás los 267 juegos que este zurdo acumuló en la MLS como defensa central o lateral izquierdo y, los otros 13 con la Selección Nacional, sin haber jugado en el fútbol de nuestra Primera División.
Segares, además, militó un año en el Apollon Limassol de Chipre.
En su juventud en Costa Rica, contrario a cualquier promesa, este zurdo rezó, rogó y hasta imploró para que su equipo, el Deportivo Saprissa, no lo hiciera debutar en el 2001. Esperaba los resultados de unos exámenes que, en caso de haberlos aprobado, como finalmente sucedió, le otorgarían una beca para cursar una carrera académica en los Estados Unidos y practicar el deporte de su pasión.
Palmar Sur. Los primeros años del futbolista y sus dos hermanos, Jorge y Fernando, transcurrieron en Palmar Sur, donde sus padres, Gonzalo y Floria, habían viajado para ayudar con la administración de un negocio familiar, cuando don Gonzalo recién se había graduado como ingeniero agrónomo en la Universidad de Costa Rica.
Algún tiempo después, su padre recibió una oferta laboral en San José y la familia regresó a la capital.
Lo matricularon en la escuela Saint Gregory, donde cursó hasta tercer grado. Luego, lo pasaron a la Anglo American, donde terminó la educación primaria y la secundaria.
“Fue en la escuela, durante un partido contra el Saint Paul, que fui observado por Nilton Nómbrega (exjugador brasileño de primera división), que me invitó a hacer una prueba en el mosquito del Deportivo Saprissa”, recordó el jugador.
El recién llegado pasó el examen y, gracias a sus condiciones y disciplina, comenzó a ascender en el escalafón de las ligas menores hasta llegar al alto rendimiento y ser convocado con el primer equipo.
“La Primera División era dirigida entonces por Enrique Rivers y Evaristo Coronado. Recuerdo que en tres ocasiones llegué a banca, pero rezaba para que no me pusieran porque estaba a la espera de unos exámenes para una beca de la universidad Virginia Commonwealth, en Richmond”.
”Una vez incluso salí a calentar, agregó, y rezaba para que no me llamaran a recoger la boleta de cambio porque, con solo haber puesto un pie en la cancha, me convertía en profesional y perdía la beca”.
Los resultados de los exámenes llegaron pocos días después y fue aceptado junto con otros dos compañeros del Saprissa: José Umaña y Randy Ugarte.
“Me fui sin saber realmente a lo que iba porque en el fondo de lo que se trataba era de ir por un sueño”.
“Al principio me costó mucho habituarme al estilo de juego. En la pretemporada me percaté que el sistema era más intenso, de mayor agresividad y choque, no como en Costa Rica donde podía tener mayor control del balón. Sin embargo, las dificultades las iba resolviendo con la ayuda de los entrenadores”, dijo.
A lo largo de cuatro años siente que el resultado fue satisfactorio. En la última temporada su universidad quedó ranqueada en la sétima posición a nivel nacional.
Luego dio el salto al Chicago Fire donde comenzó a toparse y a enfrentar en mucho de los casos a estrellas mundiales como Thierry Henry, David Beckham, Landon Donovan y Christo Stoichkov, mientras que como compañeros tenía, entre otros, a los mexicanos Pavel Pardo y Cuauthemoc Blanco y al tico Paulo César Wanchope.
“Le admito que al principio uno experimenta ese shock que provoca el enfoque mediático sobre esas estrellas. Sin embargo, uno aprende a estudiarlos a fondo y cuando llegaba el partido rápidamente uno debía de concentrarse en su trabajo. En el caso de Thierry conocía de su velocidad y especialmente en la rapidez de su reacción en los primeros metros. Uno debía tener esa paciencia para esperar y no venderse en la primera”.
Hoy aún guarda amistad con muchos de ellos. Hace poco asistió a una cena donde se conmemoró el 20 aniversario del Chicago Fire, actividad social a la cual asistieron celebridades del orden global.
Selección Nacional
Al primer equipo nacional le costó llegar. La oportunidad apareció gracias a Wanchope que lo recomendó con Hernán Medford, que estaba al frente del combinado.
“La gente en Costa Rica, en términos generales, no sabía nada o muy poco de mí. Básicamente, porque no había jugado ahí y tampoco había seguido mi carrera en la MLS. Me costó bastante darme a conocer. Yo seguía luchando por un nuevo sueño en mi vida, llegar a la Selección Nacional. Los rumores de que sería convocado llegaban de manera cíclica pero nunca se concretaban”, manifestó.
Sin embargo, un día de tantos entró un fax de la Federación Costarricense de Fútbol a las oficinas del Chicago mediante el cual era convocado a dos juegos amistosos en Nueva York y Toronto, contra las selecciones de Honduras y Canadá, respectivamente.
“La verdad es que me puse muy feliz. Usted no se imagina la emoción que yo experimenté cuando escuché y canté el himno de mi país frente a Honduras”, narró emocionado Gonzalo quien ese día le tocó marcar a David Suazo.
Ese es el juego más memorable de su carrera. El segundo, su debut en la MLS y el tercero uno que su equipo Chicago jugó frente al Manchester United con todas sus estrellas.
“La gente, en esos días, tenía sus reservas acerca de mis condiciones porque no me conocían. Yo seguí luchando por un nuevo sueño, seguir dentro del grupo para las eliminatorios de Sudáfrica”.
Gonzalo afirma haber sido recibido de manera franca y cálida por los demás seleccionados.
“Algunos de ellos estaban dando el primer salto a la MLS, como Leonardo González, Michael Umana y Gabriel Badilla (qdDg) en el Revolution”.
Una lesión en su rodilla izquierda con su equipo lo dejó fuera de la eliminatoria, pero aún guardaba la fe de que Costa Rica clasificaría y que tal vez iba a lograba reincorporase para ir al Mundial.
“Estaba en un bar en Chicago viendo el último partido, ganábamos 2 a 0 frente a los Estados Unidos. Yo prácticamente había comenzado a festejar cuando los gringos empezaron a remontar y nos dejaron fuera”.
Segares llevó a Estados Unidos a lo que toda Costa Rica desea. El exaguero clasificó a los norteamericanos a la Copa del Mundo Sub-17 luego de vencer a Guatemala en el Premundial de Concacaf 5 a 3 y colarse en las semifinales del torneo. Ahora el nacional irá al campeonato de Perú, el cual se disputará en el último trimestre del año.