Keylor Navas me conectó con Dios. Normalmente yo charlo, al día, par de veces con Dios. Como parte de la rutina lo hago por la mañana y ya entrada la noche, pero el martes 24 de marzo tuve un encontronazo, con Dios, sí con Él, a media mañana.
En medio del día de descanso por el teletrabajo que realizamos por las difíciles circunstancias que azotan al país y al mundo, ante la amenaza del nuevo coronavirus, saqué 55 minutos para escuchar el programa Más cerca de casa, en el que tenían como invitado al arquero del París Saint Germain.
Pese a que tengo más de 10 años de cubrir a Navas, esta entrevista me pareció enriquecedora porque me presentó a la persona detrás del guardameta. Él papá de Mateo, Daniela y Thiago, el esposo de Andrea y el guía espiritual de un grupo de 12 personas en París.
¡El secreto está en la sencillez! Y ahí está la clave de Navas; él no tiene problema en aceptar que su plato por excelencia cuando cocina es un “arroz con todo”, tampoco le cuesta aceptar que en su casa el roble es Andrea, es quien sostiene todo; mucho menos se esconde al decir: ‘Me dejé llevar’, al recordar su alabanza en vivo, en una transmisión en Instagram. Keylor también con timidez confiesa: 'Es la primera ves que me abro tanto en este tema (Dios).
La conversación fue buena, pero el momento más emotivo, más fuerte, más reflexivo fueron los últimos 10 minutos. Navas entabló una conversación con Dios en la que consiguió mostrar su lado más humano, el que le gusta reservar. Hablando con el Ser Supremo se notó frágil, pero seguro. Tímido, pero fuerte; y sobre todo confiado y consciente. No dudó en pedir sabiduría para los que tienen en abundancia y así que Dios, quien decida a dónde irá la ayuda que estos darán.
Con humildad pidió sosiego para aquellos que no tienen qué comer, dónde dormir o que ni siquiera pueden dormir. Conforme iba avanzando la oración, y esto es mera subjetividad, decidí cerrar mis ojos y dejarme llevar. La conexión estaba hecha.
“Solo somos instrumentos de Él”; dijo Keylor pues ese día, la frase tomó razón. No diré que antes no hablaba con Dios, porque sí lo hago todos los días, empero al arquero sí le agradezco que me conectó, por medio de su palabra, en un momento que no lo esperaba.
La oración que hizo Navas:
“Señor Jesús, Padre Celestial, quiero pedirte perdón por mis pecados y faltas. Quiero pedirte perdón desde el fondo de mi corazón para que derrames el Espíritu Santo en este lugar y donde estén escuchando, que descienda sobre cada uno y podamos sentir tu presencia. Queremos unirnos en oración para que nos acompañes en este momento difícil, porque confiamos en tu palabra y tu amor. Sabemos que eres el Dios de los imposibles, sabemos que hay muchas personas que están viendo muchos Goliat en sus vidas, te pedimos Señor que nos des esa confianza que tenía el Rey David en ti, que él sabía que tú lo protegías y que lo ibas a ayudar a vencer cualquier cosa, porque no son nuestras fuerzas sino las tuyas. Te pedimos que llegués a los corazones donde hay angustia, preocupaciones, donde hay gente que no tiene que comer para sus hijos. Quiero pedirte que toques el corazón de esas personas, que les des paz, en el nombre de Cristo, Jesús... Con el mismo poder que venciste a la muerte y resucitaste al tercer día Señor, yo declaro que a esas personas les llega paz y también declarar que a todas las personas que tenemos en abundancia tú nos toques el corazón y podamos administrar el recurso de la mejor manera, y que le pongas a esas personas en sus corazones dónde deben ayudar y cómo deben hacerlo, porque nosotros podemos ser bendición e instrumentos para llevar paz a muchos lugares. Que cuando llegue una persona y entregue comida a su casa sepa que es de parte de Cristo que tocó el corazón, que piensen que esto es lo que yo traigo para que puedan sostenerse, que las personas vean reflejado tu poder, que se puedan dar cuenta que cuando inclinamos rodillas no nos dejas solos. Hemos pasado momentos difíciles, el país, el mundo, yo quiero pedirte que nos saques adelante como lo haz hecho muchas veces, porque somos tus hijos. Te pido Padre de todo corazón que des paz, amor y tranquilidad y que el Espíritu Santo se sienta en cada hogar. Bendito y alabado seas señor, en el nombre de Cristo, Jesús. Amén y Amén”.