Hace ocho años Bryan Ruiz celebró entre champán y sonrisas el primer y único título del Twente en la Eredivise, pero hoy ese mismo equipo vive una realidad muy distinta.
El conjunto de la ciudad de Enschede está al borde del abismo, pues es último de la primera división de Holanda a falta de dos fechas para que concluya el torneo.
Atrás quedaron las alegrías vividas entre 2009 y 2010, cuando el costarricense se convirtió en leyenda del Twente.
No es exageración, porque el atacante fue protagonista en las mejores épocas del club y llegó a ser llamado ídolo.
Para evitar el precipicio hacia la segunda categoría, el Twente necesita ganar los duelos ante Vitese (19 de abril) y el NAC Breda (6 de mayo), pero además, esperar el tropiezo de los otros involucrados en la zona baja.
Tras 32 fechas solo tiene 23 unidades, cuatro menos que el Roda y el Sparta Rotterdam, sus rivales directos. Con esos números, lo que le resta es triunfar y rezar.
De conseguir el milagro de salir del último puesto, igualmente estará en la zona de playoff, es decir, deberá jugar un repechaje a doble partido con otros seis clubes de la segunda categoría para intentar la permanencia.
La jornada anterior el Twente derrotó 2-0 al PEC Zwolle, pero la alegría le duró poco cuando se conocieron otros resultados.
Después de esa fecha, así describió el diario De Telegraaf el momento del exequipo de Bryan: “La permanencia de los tukkers está más que nunca colgando de un hilo de seda”.
De confirmarse el descenso, el fantasma aparecería por segunda ocasión en su historia. La primera fue en la temporada 1982-1983.
Antes y después ha sido un equipo peleando muchas veces con los grandes favoritos en la liga y torneos de copa; sin embargo, su palmarés es escaso frente al poderoso Ajax, PSV Eindhoven o el mismo Feyenoord.
Pero la temporada en que Bryan Ruiz brilló también fue la época dorada del FC Twente, hasta ahora sin ser superada.
Cuando confirmó el cetro lo hizo con victoria de 0-2 al NAC Breda y el nacional abrió el marcador, que además significó su tanto 24 en la temporada, cifra que no alcanzaba ningún jugador en el club desde 1969, según se reseña en la página oficial del futbolista.
Además de ser el goleador de su equipo, quedó como el segundo futbolista con más tantos en esa campaña, solo por detrás de Luis Suárez (35).
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Esos goles, las 18 asistencias y su fineza con el balón fueron determinantes para alzar el título y evidencian por qué la Comadreja se ganó el nombre de ídolo.
Pero sus éxitos no quedaron ahí. La buena comunión con la afición del Twente creció más con dos cetros en 2011: Copa y Supercopa. En esta última hizo un golazo que significó la victoria de 2-1 sobre el Ajax.
También por eso los tukkers lamentaron tanto su partida en agosto de 2011, cuando firmó con el Fulham de la Premier League.
La despedida volvió a demostrar, desde Holanda hasta Costa Rica, lo relevante que era el nombre de Bryan Ruiz en la historia del Twente.
El jugador regresó tres meses después de haberse marchado, en juego del Twente ante el Fulham, y aunque no jugó fue el gran protagonista.
Una pintura con su rostro y flores obsequiadas por el club, una manta sostenida por los miles de aficionados con su característica celebración alzando el dedo índice. El escenario fue mágico para el tico.
Los aficionados del Twente no pararon de cantar en su honor mientras daba la vuelta olímpica, algo que dejó impactado a Ruiz.
“Fue muy emocionante regresar a un estadio donde me encantó jugar y a un pueblo que le tengo mucho cariño, a un equipo que llevo en el corazón y la verdad que como me despidieron fue muy emocionante y un sentimiento bastante lindo”, contó en ese momento el ahora futbolista del Sporting.
Para esa ocasión, Ruiz también mencionó que los seguidores tiraron una bandera a la cancha con el siguiente mensaje: “Bryan gracias por tus acciones, goles y por los campeonatos ganados”.
Goles y campeonatos que hoy el Twente extraña en una de sus peores campañas desde su fundación.