En Costa Rica solo hay dos futbolistas que no tienen reemplazo: Keylor Navas y Bryan Ruiz.
La diferencia que existe hoy en día entre Keylor y el segundo portero, Patrick Pemberton, es muy notable. El manudo es buen arquero y un excelente suplente, simplemente estamos hablando de que compite con uno de los mejores guardavallas del mundo.
En el más que probable esquema de Sele, con muchos lapsos de dominio rival, un buen partido de Keylor puede significar un buen resultado para Costa Rica.
Es sencillo, Keylor puede ser tan influyente para la Nacional, que de su actuación individual podría depender un buen papel de la Nacional en el Mundial. Es cierto, son 11 contra 11, pero la característica y la habilidad de un jugador puede tener mucho más influencia que la de otro.
Toma una valor adicional el hecho de que hay pocos jugadores en buen estado de forma hoy en día y la mayoría son de características defensivas. Probablemente, el peso recaiga sobre la fortaleza de la zaga y una estructura para aprovechar los espacios y evitar los riesgos.
Bryan Ruiz es el otro jugador inamovible. ¿Por qué?
Es el único hombre de ofensiva que está acostumbrado a la competencia internacional, a rendir en el más alto nivel e influir directamente en el funcionamiento ofensivo de la Sele.
Está más que comprobado que Costa Rica alcanza un volumen de juego distinto cuando Bryan anda enchufado y transforma esa confianza en jugadas de peligro para la Mayor.
El otro factor indispensable es que la defensa de la Sele llegue bien, pero parece que no habrá problema, al menos en los nombres, pues hay muchas cartas de confianza para solo tres puestos: Kendall Waston, Óscar Duarte, Giancarlo González, Johnny Acosta y Francisco Calvo.
Después de Keylor Navas y Bryan Ruiz, la Sele no tiene otro jugador que pueda determinar el éxito y el fracaso de la Nacional. Puede que un jugador muestre un mejor nivel que otro, pero la diferencia es mínima y será aún menor en la competencia internacional, en donde juega mucho más dinámica, el orden, el bloque y la propuesta de juego.
Ni Jonathan McDonald, ni Mayron George. Nadie. Estos futbolistas pueden entrenar y, quizás, ingresar de cambio en algún partido, pero el éxito tico depende de lo que pueda hacer el colectivo, del planteamiento de Óscar Ramírez y el estudio de los rivales.