En su infantil razonamiento, la pequeña Andrea Vargas no entendía por qué su mamá y entrenadora, Dixiana Mena, le insistía en correr los eventos de vallas, si ella era capaz de ganar las competencias de los 200, 400 y 800 metros planos, en los campeonatos juveniles a nivel regional.
La veloz chiquilla, con 13 años, había derrotado a rivales de 17 años en el evento de las pruebas combinadas (siete en total) en los Juegos Centroamericanos y del Caribe infantiles, realizados en El Salvador en 2007, donde un impuso récord que aún permanece vigente.
No obstante, su entrenadora observó la facilidad con la que la pequeña pasaba las obstáculos, ganando incluso los 60 metros con vallas en una competencia en Bahamas, lo que terminó de convencer a Dixiana que debían especializar a su hija en esa modalidad del atletismo, porque en velocidad o medio fondo sus opciones se reducirían ante las estadounidenses, jamaiquinas e incluso africanas.
Aquellas proezas a tan corta edad, no pasaron desapercibidas e hicieron que entrenadores y compañeros la bautizaran como la Súper Niña, la cual con el paso del tiempo se convirtió en una atleta de élite, que con sus triunfos y medallas doradas conquistó el corazón de los ticos y la llevó a clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio, su anhelo de niña, que creció mientras veía las justas de Beijing 2008 con su hermana Noelia.
El buen ojo de su madre y el poder de convencimiento para que se dedicara a las vallas, le permitió a la inquieta Andrea labrarse su destino y competir en instancias casi inimaginables en aquel momento. El tiempo le dio la razón a su madre.
“La Súper Niña se hizo grande, pero mantuve esa pasión por el atletismo. Desde pequeña entrené para competir en mundiales, Olimpíadas y representar a Costa Rica. No sabía lo duro que podía ser; sin embargo, nunca he dejado el atletismo y siempre he luchado por dar un poquitito más de mí en cada competencia”, confesó Vargas a La Nación.
Ascenso. Su enorme progresión se inició en mayo del 2017, cuando rompió en seis ocasiones el récord nacional de los 100 metros vallas, una vez que retornó a la pista, tras el embarazo de su hija Avril, contando con el apoyo de su esposo José David Jiménez.
La medalla de oro que ganó en los Juegos Centroamericanos de Managua, Nicaragua, en diciembre de ese año, marcó un antes y un después en su carrera deportiva.
El resto del ascenso meteórico es conocido: la presea dorada en los Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, Colombia en 2018, y en los Panamericanos de Lima, Perú en 2019, junto al quinto lugar en el Mundial de Doha, Catar en 2019. Al tiempo, se robó el corazón de los costarricenses por su ejemplar desempeño en la pista, su dedicación como mamá y esposa y sus deseos de superación al graduarse como abogada.
“Antes de los Centroamericanos de Managua no estaba segura si iba a poder hacer la marca para los Juegos Olímpicos de Tokio (12:84), pero después de ganar la medalla de oro (13:12), sentí que si mejorábamos en aspectos técnicos y velocidad podríamos lograrlo. El crecimiento personal y la confianza nos motivó estos años a probarme y cumplir con mis objetivos”, añadió Vargas.
Andrea asegura que ha podido quemar etapas, tanto como atleta como en el ámbito personal, lo que le ha permitido pasar de entrenar en una pista de asfalto, deteriorada con vallas construidas de tubos de PVC por su padre Juan Manuel Vargas a vivir en los Estados Unidos en Portland, Oregón, junto con su esposo y su pequeña hija y competir ante las mejores vallistas del planeta.
“Nunca he sentido presión porque hago lo que me gusta. Hemos llevado todos los procesos de forma independiente, pensando en los objetivos que nos hemos trazado cada año. Quizás con la pandemia todo fue diferente, pero todo fue cuestión de adaptarnos a las condiciones que teníamos. Logramos salir adelante para llegar lo mejor preparadas a los Juegos Olímpicos”, indicó Vargas.
Sin celos. El asistir a Tokio con su madre y hermana es una de sus grandes conquistas, pues precisamente se convirtió en un proyecto familiar que culminaron con éxito, gracias a la dedicación y el esfuerzo en su hogar.
“Es algo muy bonito para nosotras, para mi entrenadora y mamá y mi hermana Noelia. Trabajamos muy duro para lograrlo. Fueron muchas horas de entrenamiento y dedicación de cada una para conseguir las clasificaciones. Nos apoyamos siempre para encontrar la fórmula para cumplir ese sueño de niñas que nos habíamos prometido”, señaló Vargas.
Es por ello que Andrea no entiende que existan personas que consideren que entre ella y Noelia hay celos; por el contrario, consideran que son muy unidas y se apoyan mutuamente.
“No comprendo por qué debe existir una rivalidad. ‘Noe’ tiene demasiado talento y es muy disciplinada. Desde pequeña siento una gran admiración por ella. Es muy independiente y con un gran talento, incluso me sorprendí cuando me dijo que ella iba a estudiar derecho; fue vacilón. Lo que vamos a vivir en los Juegos Olímpicos es algo muy emocionante y nos va a marcar de por vida”, admitió Vargas.
Datos
Nombre: Andrea Carolina Vargas Mena.
Deporte: Atletismo.
Prueba: 100 metros con vallas.
Edad: 25 años.
Otros Eventos: Medalla de oro en los Juegos Centroamericanos de Managua, Nicaragua en 2017, Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, Colombia en 2018 y en los Panamericanos de Lima, Perú en 2019. Quinto lugar en el Mundial de Doha, Catar en 2019.
Horario de competencia: Andrea Vargas saldrá a la pista del Estadio Olímpico el 30 de julio, en el evento clasificatorio de los 100 metros vallas, entre las 6 p. m. y las 9 p. m. De avanzar a las semifinales, lo haría el domingo 1ero de agosto por la mañana, entre 4 a. m. y 7 a. m. De alcanzar un puesto en la final ese mismo día pelearía por una de las medallas a las 9: 55 p. m.
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