La federación estadounidense de natación (USA Swimming) anunció nuevas reglas para los deportistas transgénero, incluidos los límites de testosterona, tras las victorias conseguidas en las piscinas universitarias por la nadadora Lia Thomas, acusada de tener ventajas por el hecho de haber nacido hombre.
El debate está encendido en Estados Unidos, donde incluso algunos aficionados han reaccionado en las competencias, con gritos como “es un hombre”. El debate tampoco es ajeno a Costa Rica, luego de que la excampeona de triatlón Laura Mata, criticara en redes sociales las condiciones ventajosas en las que compite Thomas y lo hizo con una fuerte frase: ‘Deporte femenino no es plan B para deportistas masculinos fracasados’. Mata recordó que Thomas no figuraba entre los 400 mejores a nivel universitario cuando competía como hombre.
La NCAA, organismo rector de los deportes universitarios, dijo en enero que haría cumplir las reglas establecidas por USA Swimming, que podrían impedir que la nadadora de la Universidad de Pensilvania participe en futuras competencias.
Los éxitos deportivos de Lia Thomas con la Universidad de Pensilvania, donde unos años antes había competido en el equipo masculino, volvieron a plantear la delicada cuestión de los deportistas transexuales y el debate entre la inclusión y la protección de la equidad deportiva.
El caso de Thomas, de 22 años, tiene también resonancia política en Estados Unidos, donde varios estados conservadores aprobaron recientemente leyes que prohíben a las jóvenes transexuales participar en deportes femeninos en la escuela.
“Prohibiremos a los hombres participar en competiciones femeninas”, afirmó el expresidente Donald Trump el 15 de enero.
Apoyo de compañeras
En este contexto, USA Swimming anunció que se comenzarán a aplicar diferentes reglas dependiendo de si se trata de nivel élite o no.
En el nivel de élite, la federación evoca dos criterios. Por un lado, la “prueba de que el desarrollo físico previo del atleta, como hombre, y aunque mitigado por alguna intervención médica, no le otorga al atleta una ventaja competitiva sobre sus competidoras cisgénero (personas que se identifican con su sexo biológico en nacimiento)”.
Por el otro, “la prueba de que la concentración de testosterona del atleta ha estado por debajo de 5 nmol/l (nanomoles por litro) de forma continua durante un período de al menos treinta y seis meses anteriores a la fecha de la solicitud”, señaló la federación.
La polémica en torno a Lia Thomas surgió por sus excelentes resultados esta temporada, su primera en la categoría femenina.
A principios de diciembre, en Akron (Ohio), logró las mejores actuaciones del año a nivel universitario en las 200 yardas (183 metros) estilo libre (1:41.93 minutos) y en las 500 yardas (457 metros) del mismo estilo (4:34.06).
La nadadora cumplió con las reglas de la NCAA y se sometió a un tratamiento de supresión de testosterona de un año. Pero algunas organizaciones, como el Grupo de Trabajo de Política Deportiva Femenina, han considerado que estas normas son insuficientes, particularmente en el caso de que una atleta haya comenzado su transición después de la pubertad.
Lia Thomas inició su transición en mayo de 2019 con un tratamiento hormonal, según relató en el podcast “TheSwimSwam”.
Medios de comunicación estadounidenses han dado eco a una sensación de injusticia sentida por algunas compañeras y rivales de Thomas.
El martes, sin embargo, compañeras de equipo la apoyaron en un comunicado, afirmando que “los sentimientos expresados por un miembro anónimo de nuestro equipo no son representativos de los sentimientos, valores y opiniones de todo el equipo de Penn (Pensilvania), compuesto por 39 mujeres con diversos orígenes”.
“Queremos expresar nuestro total apoyo a Lia en su transición”, subrayaron. “La valoramos como persona, compañera de equipo y amiga”.
En el caso del atletismo, la federación internacional (World Athletics) también impone límites de testosterona (desde 2019, menos de 5 nmol/L durante doce meses). Por este motivo, la atleta transgénero CeCe Telfer fue excluida de la selección olímpica de Estados Unidos en junio de 2021.
El pasado agosto, en los Juegos de Tokio-2020, la halterófila neozelandesa Laurel Hubbard se convirtió en la primera deportista transgénero en competir en una cita olímpica.
Tres meses después, y tras dos años de consultas a decenas de especialistas, el Comité Olímpico Internacional (COI) renunció a fijar unos criterios a los deportistas transgénero e intersexo para poder competir, alegando una “falta de consenso científico sobre la manera en que la testosterona afecta al rendimiento deportivo”.
El COI dejó en manos de cada federación internacional que fijen un “marco” para establecer sus propias reglas.