Aunque no estamos hablando de un atleta élite, Sebastián Castro es un nombre conocido en el atletismo nacional.
Sus tiempos dentro de los corredores amateur, ser fundador y entrenador de Umbali Running y su curiosidad por estar aprendiendo, lo han puesto como punto de referencia.
Este lunes, durante la Maratón de Boston, se demostró a sí mismo que la constancia y algunos cambios en su preparación dan resultados.
Cuando superó la meta en la ciudad estadounidense, el reloj marcó 2 horas, 39 minutos y 11 segundos, su mejor marca en 42,195 km. El tico más rápido en la edición 2019.
Muy cerca de Castro, ingresó a meta el también costarricense Luis Fernández, con 2:39:31, mientras que la mujer más rápida fue Daniela Mora, con 3:05:51, seguida de Gabriela Herra (3:10:23).
Este ya era el tercer intento de Castro por bajar minutos a su récord personal.
"Desde 2015, en Chicago, hice mi mejor marca (2:47:03) y me propuse tratar de romper los 2:40 en Boston. Intenté hacerlo en 2017, no pude, y en 2018 tampoco. Ahora en 2019 lo logré. También influyó el clima, en 2017 fue muy caliente y en 2018 la tormenta. Este año el clima no fue lo mejor, pero sí era un clima que dejaba hacer carrera", explicó.
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Suma 13 maratones y cuatro de ellas en Boston, por lo que conoce al dedillo el recorrido técnico de la carrera más prestigiosa del mundo.
Con ese panorama, preparó la carrera que quería hacer y encontró la receta perfecta. Asegura que este proceso fue muy diferente a los que tuvo anteriormente.
"Se basó en volumen y no en intensidad, lo que más me importaba era meter kilómetros, tuve semanas promedio entre 140 y 165 kilómetros semanales. Es un kilometraje muy duro, entonces lo que trataba de hacer era respetar la recuperación del cuerpo".
En total, Castro corrió 1.830 km desde enero hasta el domingo, previo a la competencia. Cumplió al pie de la letra con una apuesta, que reconoce, era arriesgada, pero le funcionó.
"Me estaba metiendo en terreno desconocido y perfectamente podía tener una lesión que me podía sacar del juego, pero por dicha logré hacerlo", agregó.
Otra variante en su preparación fue la eliminación del azúcar por completo. Algo que hizo por gusto y después se dio cuenta que le ayudaba en el atletismo.
"Por no comer azúcar me sentía mucho mejor corriendo, entonces seguí y ya voy como por 108 días sin comer postres, ni azúcar refinada. Es difícil la primera o segunda semana, pero después me di cuenta que el beneficio es mayor que el placer".
Según su experiencia, eso también le ayudó a evitar inflamaciones innecesarias en el cuerpo, lo que le permitía una mejor recuperación entre las sesiones de entrenamiento.
Esos ejemplos demuestran su compromiso y obsesión por conocerse como atleta.
Vive y respira atletismo, además de trabajar con Umbali, trabaja de cerca con la Maratón de Chicago y afirma que un 40% de su vida se basa en esta disciplina.
"Soy muy obsesionado con mejorar, con perfeccionar sistemas de mi entrenamiento. Eso marca una diferencia, porque cuando uno se compromete con uno mismo, con una disciplina, con un entrenamiento, básicamente eso es como dejarlo escrito en piedra lo que vas a hacer".
En su estructura es exigente con horarios, pero no solo para entrenar, también para descansar, hacer pesas o comer.
Para comprometerse de esa forma su regla es hacer una maratón al año, no más. Pues lo contrario le provocaría estar 12 meses entrenando a alta intensidad y le quitaría tiempo con su esposa e hijos.
“Es difícil hacer esto todo el año (...) me vaya bien o mal busco otras carreras cortas en el país o afuera, para disfrutar y solo un proceso fuerte al año”, apuntó.