El nombre de Vernon Hilarión Francis nunca pasó desapercibido en el atletismo de Costa Rica. Quien haya sido parte de este deporte, posiblemente escuchó del juez oriundo de Limón y quien hasta sus últimos meses y días de vida se dedicó a su gran pasión.
Hilarión falleció el lunes a sus 79 años de edad, luego de luchar contra un cáncer que lo aquejó durante un tiempo. Desde la Federación Costarricense de Atletismo se dio a conocer la noticia, sin ahondar en las causas de su muerte. El tesorero de la Fecoa, Diego Obando, confirmó que padeció cáncer, “últimamente tenía la salud comprometida y estuvo en el hospital alrededor de un mes”.
Aunque su relación con el atletismo estuvo 100% ligada a su condición de juez, también formó parte de la junta directiva de la federación durante varios periodos, incluido el actual, en el que era secretario general. Incluso participó en asambleas recientes, la última hace aproximadamente 15 días; además, este año estuvo en eventos como el NACAC (Asociación de Atletismo de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe), el cual se realizó el mes de julio en el Estadio Nacional.
En la última sesión con el resto de compañeros de la junta no conversó mucho, pero sí se mantuvo durante toda la reunión virtual.
“Se mantenía lo más activo posible y el atletismo fue su pasión, su otro corazón. Siempre hizo lo posible por cumplir con su responsabilidad”, añadió Obando, quien lo conoció desde 1985 y en ese momento ya era visto como una autoridad de la disciplina.
Es recordado por su vasto conocimiento del deporte y sobre todo del reglamento, el cual conocía al dedillo. Obando lo considera un mentor de prácticamente todos los jueces que ejercen en este momento.
“Fue una persona muy recta, conocedor 100% de las normas. En su etapa como directivo siempre estuvo apegado al reglamento, decidido a que las cosas se hagan como se debe. De los jueces con más retentiva y más conocimiento, pasaba algo y le podía decir en cuál artículo estaba”.
Esa rectitud la mostró siempre a los atletas. Allan Segura, exmarchista y ahora miembro de la junta directiva, lo recuerda como una persona muy estricta.
“Fue una persona muy particular, siempre le gustaron las cosas correctas, y cuando fue juez nos llevamos sus regañadas”, dice entre risas. “Para él solo había una forma de aplicar las reglas y era de forma perfecta, puede que a la gente le chocara por eso, pero era muy estricto”.
Luego Segura pudo conocer otra faceta de Hilarión, como compañero y amigo, tanto así que hace un año y medio le dio un consejo que mantendrá por siempre: “lo guardaré el resto de mi vida y se lo agradecí mucho”, dijo.
Gerald Drummond, atleta olímpico, concuerda en el riguroso estilo de Hilarión, a quien describió como un juez que intentaba hablar con los atletas para bien, darles consejos y ayudarlos a mejorar.
“Por muchísimos años lo estuve viendo, me llevé muy bien con él. Siempre estaba pendiente y si tenía que expulsar a alguien no iba a tener lástima, aplicaba el reglamento”, contó.
Hilarión fue velado el lunes en la Funeraria del Magisterio, en San José, y la misa se realizó este martes en la mañana en la iglesia Don Bosco, en el Paseo Colón.