Ilusionado por encontrar y pedalear nuevas rutas de ciclismo en las montañas del sector de Tambor y Paquera, en Puntarenas, Heart Akerson salió de su casa en Finca Playa Los Vivos, para embarcarse en una aventura más, la que no deja de seducirlo a sus 75 años de edad.
Sin imaginarse que el desafío que se planteó lo llevaría a tener que dormir en la montaña, dejar botada su bicicleta, luego de extraviarse por más de 30 horas, hasta salir al sector de Jicaral, unos 70 kilómetros de donde empezó su travesía y la cual nunca olvidará.
Heart Akerson es padre de Rom, triatleta nacional y campeón mundial de Xterra en el 2018. Los amantes de los deportes extremos en nuestro país reconocen a Heart por su peculiar forma de competir, ya sea en carreras de ciclismo o bien pruebas de atletismo, como la tradicional Campo Traviesa de El Chirripó.
Aquel señor alto con el cabello y la barba blanca, es común observarlo en los eventos de mountain bike montado en su bicicleta; con su casco, sin camisa, con un pantalón corto de mezclilla sus zapatos y en la cintura una cuchilla. Mientras en el Chirripó corre descalzo los 34 kilómetros de ascenso y descenso de la plaza de deportes de San Gerardo de Rivas hasta Base Crestones. Todo un personaje.
Ese espíritu aventurero que heredó Rom, su primogénito, hace que muchas veces no se preocupe por los retos que se impone su papá, aunque siempre está pendiente de su salud y los recorridos, pues tiene claro que una caída en la montaña puede ser peligrosa y es de cuidado a su edad.
Precisamente el pasado miércoles 11 de enero Rom recibió en su teléfono la travesía que su padre haría al día siguiente, al igual que en los últimos meses. Explorando nuevos trillos y tratando de encontrar nuevos retos personales.
“Papá empezó a trazar nuevas rutas de ciclismo de montaña, mediante el GPS. Las estudia y después nos las enviaba al teléfono para que mi hermano, mi madre y yo, supiéramos por dónde es que anda, por cualquier eventualidad”, comentó Rom.
Heart, quien tiene más de 40 años de vivir en Costa Rica, y es científico de profesión, salió el jueves 12 de mayo de su casa a las 8 a. m y de acuerdo al GPS recorrería unas 60 millas pasando por La Guardia, Vainilla y por un pueblito llamado Santa Rosa, todos en el sector de Tambor.
“Lo que papá desconocía es que ese pueblito, Santa Rosa, ya no existe, es solo montaña. A eso de las 8 de la noche mamá me llamó y me dijo sí sabía algo de papá. Me preocupé y lo intentamos localizar, pero no hubo manera, su teléfono no tenía señal. Fue hasta la 1 de la madrugada del jueves que recibimos una señal de su GPS que lo situaba en la montaña, por lo que nos preocupó”, comentó el triatleta.
Rom indicó que su padre sale unas dos veces por semana a andar en bicicleta y en algunas ocasiones llega tarde, porque tiene algún problema mecánico o bien se queda en la montaña, pero nunca se había ausentado por tantas horas.
“Él es un aventurero, una persona que le gusta el aire libre y sabe cómo sobrevivir. Pero por su edad (75 años), me preocupaba que le hubiese pasado algo. Que sufriera una caída o se golpeara fuerte y no pudiese salir de la montaña. Eso era lo que me inquietaba”, dijo Akerson.
“Al amanecer el jueves recorrí parte del camino en cuadraciclo, hasta un río, Luego tomé mi ropa deportiva y tenis para ir a la montaña. Empecé a correr para buscar el último punto donde tenía señal el GPS. Recorrí 18 kilómetros, pero no había señales de él. Busqué por otro sector y solo habían bejucos y montañas. Era impresionante, nadie había pasado por allí y no encontraba ninguna señal de él”, recordó.
Las horas pasaron y Rom no encontraba indicios de su papá, o su bicicleta. Empezó a desesperarse, buscó en otros sectores y tampoco había rastros que le condujeran a donde se encontraba.
“Me devolví corriendo hasta donde dejé el ‘cuadra’. Traté de buscar en los guindos o en los lugares más peligrosos, pero nada. Como a las 3 de la tarde entró una llamada a mí teléfono, donde me comunicaron que mi papá había salido por la montaña y estaba en Jicaral. Allí pidió a una persona que lo llevara al centro y en un súper cargo su teléfono para comunicarse”, agregó Rom.
¿Y la bicicleta?
Después de competir en muchos eventos, Heart Akerson sabe lo que es estar en las montañas de Costa Rica, por lo que aprendió a sobrevivir. Es por eso que pasó la noche despierto, moviéndose muy poco y tratando de orientarse para encontrar el camino a casa.
“Papá me contó que no le dio miedo, que simplemente estuvo despierto por los mosquitos y para evitar algún animal. Tuvo señal como hasta la 1 de la madrugada, hasta que se le acabó la batería al teléfono. Apenas salió el sol se orientó y empezó a caminar buscando el río. Sabía que tarde o temprano siguiendo el cauce saldría de la montaña”, contó el hijo mayor.
“Cuando lo encontramos estaba bien, orientado, aunque cansado por la caminada y porque había dormido muy poco. Entonces le dije papá: ‘vámonos a casa’, y él me contestó ‘¿Y la bicicleta? aún está en la montaña’. Le pedí que descansara un día y al siguiente la fuimos a buscarla“, añadió.
Rom volvió a vivir la misma odisea con su padre. Ingresaron a la montaña a eso de las 10 a. m. y empezaron a intentar rastrear la bicicleta. Heart Akerson le decía que la dejó junto a una cerca de alambre, pero por más que la buscaban no la encontraban.
“¡Viera el lugar donde se metió mi papá! Eran bejucos, troncos y un montón de arbustos, selva virgen. Llevamos machetes y mecates, porque solo así se podía entrar allí. Yo caminé hasta que se terminó la cerca que él me decía y la bici no estaba. Después corrí en dirección contraria y nada. La bici no aparecía. También la rastreé en unos guindos y nada”, relató Rom.
“En la tarde a eso de las 4 p. m. la encontramos más adentro de donde el decía, sobre unas matas. Ya cansados y con hambre empezamos a caminarde regreso. Mi papá iba despacio, tranquilo y feliz porque encontramos su bicicleta. Al salir, de la montaña, ya de noche, me dijo que le hacían falta estas aventuras y quiere volver a competir. Él es así, valiente y le encanta la aventura”, sentenció el orgulloso hijo.