Cuando Kathy Hennessy hacía fila en migración del aeropuerto Juan Santamaría, se sorprendió del “alboroto” que se formó frente a ella, e instintivamente volvió a ver a una de las funcionarias que estaba en la ventanilla tomando los datos de los pasajeros.
“¡Usted es Brisa, la surfista! Yo no sé nada de surf, pero vi la competencia en los Juegos Olímpicos y me emocioné mucho. Hasta me puse a llorar viéndola en la televisión. ¡Felicidades por ese quinto lugar!”.
Brisa Hennessy, visiblemente sorprendida, pero con mucha humildad agradeció el gesto de aquella desconocida, mientras su madre, quien cuenta aquella anécdota, entendió que sus vidas en Costa Rica habían cambiado y su primogénita había pasado de ser una desconocida a convertirse en una figura deportiva.
El quinto lugar en las justas Tokio 2020 y su recalificación por segundo año al Tour Mundial, la competencia profesional más importante del surfing en el mundo, han revalorizado a Brisa, quien nació en San José, creció en Matapalo de Puerto Jiménez hasta los nueve años y hoy es una de las grandes exponentes del surf en el planeta.
Mientras cuenta aquel pasaje, la madre sonríe y mira con cariño a su pequeña, ya no tan pequeña, mientras su padre, Mike Hennessy, no puede ocultar el orgullo y contempla a su familia. Él también nota la diferencia entre viajar a nuestro país antes y después de los Juegos Olímpicos.
“Antes, cuando veníamos a Costa Rica éramos simplemente Mike y Kathy para nuestros amigos y conocidos. Ahora somos los papás de Brisa (sonríe). Los papás de la chica que compitió en la olimpiada y quedó en quinto lugar. Eso nos llena de mucho orgullo”, narró Mike.
“Es bonito que te digan esas cosas de ella. Brisa siempre quiso competir por Costa Rica. Ella nació aquí, aprendió a surfear en Matapalo y fue a la escuelita de Carbonera, donde compartió con otros niños y nuestros vecinos. Se siente muy orgullosa de su país”, confesó, en el patio del Hotel KC en La Sabana.
Mike Hennessy se crió en California, Estados Unidos y el surf siempre fue parte de su vida. Ese amor por el mar lo llevó a Costa Rica y más tarde a Hawái donde conoció a Kathy, e inmediatamente supo que era la persona con la cual quería pasar el resto de su vida.
Precisamente, Mike la convenció de hacer su vida juntos, siempre y cuando viajaran a Costa Rica, lugar desconocido para Kathy, quien se sorprendió de aquel pedido, pero que estuvo dispuesta a aventurarse, sin sospechar que sería el inicio de un viaje interminable y que aquí nacería su hija, un milagro de Dios.
Viajaron vía terrestre, desde San Francisco, California, emprendiendo una larguísima travesía de 16 días, cruzando México, donde ni un terremoto los detuvo, y todo Centroamérica, sorteando los peligros hasta aquel paraíso que los deslumbró por su belleza natural y personas amables.
“Desde que cruzamos la frontera de Costa Rica tuve esa sensación de que todo nos saldría bien. Que todo iba a ser diferente para nosotros. No habíamos llegado a Matapalo, pero algo me decía que estuviera tranquila, que iba a ser el mejor lugar para nosotros”, recordó con nostalgia Kathy.
Aquel pequeño pueblo sin electricidad, ni agua potable, pero de olas perfectas para surfear y de buena pesca, fueron suficientes argumentos para establecerse y pensar en formar una familia, pues a pesar de las limitaciones se encontraron con un ambiente lleno de tranquilidad y personas amables.
Y nació Brisa
Brisa mira con admiración a sus padres, quienes entre sonrisas y carcajadas, recuerdan pasajes de su estancia en nuestro país, la cual se extendió por 14 años. Más que una entrevista, la conversación se volvió muy amena, donde los Hennessy abrieron su corazón en aquel sofá del Hotel KC, en La Sabana.
Kathy recuerda cómo, al llegar a Matapalo, Mike se dedicó a la pesca, mientras ella trabajaba en el pequeño hotel Lapa Ríos Lodge, enseñando a los más jóvenes los secretos de la cocina internacional y la atención al cliente, con su mente puesta en formar un hogar.
“Siempre quisimos tener un bebé, pero yo no podía, incluso tuve algunas pérdidas. Por eso Brisa es un milagro para nosotros cuando nació (mira con ternura a su hija). Dios la mandó y es muy especial. Además, le gustaba surfear como a Mike y a mí. Jamás nos imaginamos que toda Costa Rica se iba a sentir orgullosa de lo que ella hizo en la Olimpiada de Tokio”, confesó Kathy.
La madre hace una pausa, respira profundo y su hija toma la palabra visiblemente emocionada.
“Estoy agradecida con la gente que me ha tenido mucha paciencia y me abrió sus brazos. Amo Costa Rica y estoy muy orgullosa de poder representarlos. Es cierto que a veces me siento frustrada, que desearía hablar mejor español y poder expresar todo lo que siento”, confesó Brisa.
Los Hennessy aceptan que su vida es nómada, quizás “un poco loca”, como la describe la atleta olímpica, que junto con su madre persigue olas por todo el mundo, mientras su padre es pescador profesional en lugares tan inesperados como Indonesia, México, Costa Rica, Hawái o Fiyi, donde actualmente viven.
“Nosotros vivimos con una maleta de 50 libras lista para viajar. Esa es nuestra vida, así es mi familia. El surf es nuestra vida, algo que podemos compartir juntos y nos hace sentir muy bien de lo que hacemos al igual que cuando cocinamos, pues en mi familia desde mi abuelita hasta mis papás cocinan”, añadió Brisa, mientras las sonrisas y la alegría parecen no tener fin en aquella familia.