“Cuando alguien dice dopaje, prácticamente lo primero que se le viene a la cabeza son los ciclistas y considero que a nivel nacional es más fuerte, por todo el tema de la Vuelta a Costa Rica y casos que todos conocen”, expresó el pedalista Andrey Fonseca.
Él fue uno de los expositores en el conversatorio ‘Generalidades del Dopaje’, a cargo de la Comisión Nacional Antidopaje (Conad CR) y del Comité Olímpico Nacional (CON).
Aparte de ser ciclista, Fonseca representa a los atletas olímpicos de Costa Rica y por eso tiene un espacio en el Comité Ejecutivo del CON.
Eso le da una responsabilidad extra y confesó que busca la manera de que los deportistas entiendan de manera sencilla lo que es un tema muy técnico como el dopaje, algo que puede acarrearles problemas y hasta sanciones.
Así que tomó la decisión de hacer lo que difícilmente los demás se atreven: hablar sin tapujos del dopaje.
Eso sí, aclaró que él no es experto en el tema, pero que simplemente contaría su propia experiencia, aunque sabe que eso no le agradará a todos.
“Para mí, todo empieza aquí: con la palabra lealtad. ¿Por qué? En mi caso yo supe, mi entrenador, mis compañeros... Uno como atleta quiere triunfar, quiere ser bueno, quiere ganar y quiere estar en todas las competencias y uno empieza a ir en su proceso en el deporte y usted se encuentra personas a las que les tiene lealtad”, mencionó Andrey Fonseca.
¿Cuáles son las personas a las que el atleta les agarra más lealtad? “A los entrenadores, a los directores deportivos, a los que les dicen qué hacer en el deporte, cómo pedalear, cómo entrenar, cómo hacer esto”, relató.
A él le pasó y lo ha escuchado de otros deportistas: los entrenadores llegan a ser tan importantes, casi un poco más que los padres de familia, “porque el atleta está tan sometido en el deporte, que quiere estar, quiere ganar y la persona en la que más confía y le tiene lealtad es el entrenador”.
En el círculo de la lealtad también están los compañeros, porque considera que tienen mucha influencia.
“Si él lo hace, yo también me veo casi en la obligación de hacerlo y los compañeros tienen un papel importante”.
A eso se le agrega la presión social, porque el atleta quiere ganar, estar bien y sobre todo alguien que ha ganado y de pronto empieza a bajar el nivel.
“Uno como atleta se acostumbra a que la gente lo llame, lo felicite, que esto y que lo otro, que lo tomen en cuenta para todo, que lo inviten, pero deja uno de ganar y ya nadie se acuerda de uno; los periodistas no se acuerdan”.
Su propia vivencia
“Voy a contar un caso personal. Cuando yo estaba empezando en esto del ciclismo, yo era uno de esos atletas que tenía toda la ilusión de querer ser grande deportivamente hablando. ¿Qué pasa? Yo no tengo ningún problema en contarlo”, mencionó Andrey Fonseca.
Recordó que el ciclismo es uno de los deportes donde hay más casos de dopaje. De cierta forma, eso es también por la cantidad de controles antidopaje que se practican.
“Todo el mundo sabe lo que hace, pero qué, nadie dice nada, porque se vuelve un entorno cerrado”, relató el pedalista, quien decidió salirse de ese saco para marcar diferencia y abrirle los ojos a otros.
Mencionó que él ha tenido más trayectoria en MTB, pero que también suma algunas experiencias en ciclismo de ruta.
“En mi primera carrera por etapas, era la segunda etapa que estaba haciendo y ya estaba cansado claramente, no estaba acostumbrado a hacer tantos kilómetros”.
Llegó al hotel y todo era normal. Estaban tomando café y les dieron la indicación de que se veían a las 4:30 p. m. en una habitación específica.
“Yo pensé que era una charla técnica, yo pensé que era una reunión. Yo entré a la habitación y ahí parecía que había como un botiquín de emergencias, pero eso era de todo, había sueros, pastillas, cosas que yo me quedé asustado”, confesó.
”No sabía si eso era porque alguien se enfermó o qué iba a pasar con eso. Entonces cuando yo veo a todos mis compañeros y me explicaron, esas personas a las que yo les tenía lealtad me dijeron: ‘Vea Andrey, vamos a ponerle este suero para que usted se pueda recuperar un poco más y mañana salga mejor. Esto no tiene nada malo, esto es simplemente para recuperar, es suero y todos los ciclistas lo usan para recuperar’”.
Al contar eso y con todo el auditorio en el Comité Olímpico poniéndole mucha atención a su historia, el ciclista lanzó una pregunta: “¿Qué hubiera hecho usted?”.
“Yo tenía ahí a las personas a las que les tenía lealtad, yo estaba en un punto muy complicado y apenas tenía 18 o 19 años, por ahí. Entonces no puedo decir que ya tenía experiencia en esto, era mi primera vez. Al yo ver que mis compañeros lo estaban haciendo y vi que a como me lo explicaron, yo me sentí muy presionado y qué creen ustedes que pasó. ¿Lo hice o no?”.
Pasaron algunos segundos, dando un margen prudencial para que cada quien meditara la situación y continuó con su relato.
“Lo hice, yo puse mi brazo, porque los demás lo estaban haciendo. No sabía si era bueno o malo, en ese momento. Simplemente estaba haciendo lo que los demás estaban haciendo porque ese era el momento, era algo rápido y había que pensar rápido”.
Dijo que después de dar su aval para que se lo aplicaran, vio que era suero, pero sentía como que se había traicionado él mismo.
“Me lo pusieron y después de eso yo no le hablé a nadie como hasta al día siguiente después de la etapa. Casi ni a mi mejor amigo en ese momento, que era mi compañero. Yo no quería hablar con nadie porque me sentía engañado, traicionado y estaba muy confundido porque no sabía si era bueno o malo”.
Aparte de haberlo hecho, lo perturbaba el pensamiento de qué vendría después.
Sabía que tenía que tomar una decisión, porque la carrera seguía y si le volvían a ofrecer, tenía que decir sí o no.
“Al día siguiente me ofrecieron, porque yo tenía que correr. Yo me puse el suero para salir mejor al día siguiente y salí peor, no sé por qué, pero me fue peor. Me dijeron que me iban a subir la dosis y yo dije que no, que eso me cayó mal, no me lo voy a poner, no lo voy a hacer y listo. Nada más dije que no. Ya había pasado el primer momento difícil”.
Estaba muy jovencito, confundido y ya había escuchado tantas cosas que pasaban en el ciclismo.
“Un año después mi equipo salió sancionado con cuatro corredores, justamente cuando yo iba para Italia, a un equipo europeo de MTB. Fue como una semana antes de viajar y tuve que enfrentar ese problema, porque al llegar allá me preguntaron qué pasó. Ellos dieron positivo con una GW501516 y se sorprendieron, porque eso allá apenas estaba empezando”.
Andrey Fonseca continuó con su carrera y también empezó a tener un poco más de conocimiento en cuanto a materia antidopaje.
“Y analizaba esa situación en el cuarto, lo que pasó ahí, lo que pasó en ese cuarto. A manera general, pongo un equipo y una habitación en imágenes. ¿Por qué una habitación? Porque en el deporte, lo que yo he escuchado es que lo que pasa en el cuarto, se queda en el cuarto. Eso es lealtad, mala o buena, pero es lealtad. Esa es la frase que se utiliza”.
Mencionó que él empezó a analizarse, que si actuó bien o mal cuando aceptó el suero. Y si ponérselo estuvo bien o no, porque no sabe si era permitido en ese momento, o qué era permitido.
“Pero es que nadie de los que estaba en el cuarto era doctor, nadie tenía la receta médica, nadie estaba capacitado para ponerle una jeringa a otro en la vena. Eso es lo que yo analizaba y cuando empecé a pensar más en los jóvenes y todo, a los futuros deportistas, me preguntaba que cómo hago para explicarles a ellos que deberían hacerlo o no”.
Ahí cayó en cuenta de que es un tema técnico, complejo y que pasa a esas edades.
“Entonces, yo empecé a analizar y dije que eso que pasó en el cuarto es una adicción. Si usted lo hace esa primera vez, lo va a querer seguir haciendo, porque se ve en la obligación con los otros atletas”.
”Es algo que es muy complicado, porque es un tema difícil, técnico, más para alguien que está empezando y que lo único que quiere es ganar y se ve en la obligación de hacerlo”.
Consecuencias serias
Además, Andrey Fonseca también piensa en las consecuencias, que son más serias que el riesgo a una sanción, o estar un tiempo fuera de competencia por alguna infracción a la normativa antidopaje.
“Quién no ha visto a un atleta que es exageradamente bueno y solo dura un par de años y se desaparece. Unos llegan, ganan todo y se desaparecen. La mayoría de los que utiliza el dopaje se termina retirando, porque no les da más”, meditó.
Su percepción es que cuando no tienen el acceso a la medicina ya no rinden igual.
“Cómo van a hacer para mejorar, si el entrenamiento no era suficiente. Ellos lo hacían con el dopaje. Alguien que lo gana todo y se desaparece es una de las consecuencias que pasa y tenemos que trabajar todos los interesados en que el deporte mejore porque pasa cada vez más”.
Otra consecuencia la resume en la credibilidad, porque alguien gana una competencia y siempre sale el mismo comentario: ‘Ese mae seguro iba dopado’.
“Cualquiera puede ganar y no está subido en el podio cuando alguien hace un comentario de ese tipo, entonces ya no hay credibilidad e inclusive si nos vamos a la parte técnica y de patrocinios hay empresas involucradas y en todos los deportes la credibilidad baja. Tenemos que buscar la manera de hacer que esto vuelva a subir”.
Fonseca tocó un punto que considera todavía más delicado, que son las enfermedades.
“El doping lleva alguna consecuencia y es un tema más profundo. Es una de las cosas que creo yo”.
Sugerencias de un atleta
Andrey Fonseca está convencido de que las capacitaciones antidopaje tienen que ser cada vez más frecuentes y buscar la manera de que se hagan desde las escuelas.
“Yo siempre les digo a mis conocidos, a los niños, qué es lo que pasa en un cuarto, qué se van a encontrar para que nadie salga que con que no le dijeron qué iba a pasar y que yo me sentí obligado”.
Él cree que si todo se explica como es desde edades tempranas, esos futuros atletas estarán preparados para que el día en el que alguien les ofrezca medicina, respondan que no porque pasa esto y esto, que tengan algún conocimiento básico.
“Contactos directos, hay teléfonos, la Comisión y el esfuerzo que hacen para que la gente sepa de las sustancias, prohibidas y no prohibidas. Una línea que habiliten, que digan estoy en esta parte del mundo, tengo una competencia mañana y me dieron esto, eso no está en la lista. Lo puedo consumir o no, algo que el atleta se sienta en confianza de acudir a alguien”.
Fonseca también cree que son necesarios más controles antidopaje, porque a través del tiempo se ha visto la mejoría.
“Yo he tenido más de 15 controles a lo largo de mi carrera. Un día ni siquiera estudiaba ahí, me invitaron a una actividad en una universidad y estaba en la inauguración de un gimnasio y me dijeron que iba para un control antidopaje”.
También recordó que una vez estaba en una reunión de la Fundación Yo Impulso, de la que él es el director y llegaron por sorpresa.
“No sé cómo, ni por qué, pero yo estaba en la reunión y llegó una persona a hacerme un control. Pero no importa, ese es mi currículo. Si mañana alguien me dice que yo salí dopado, o que me dopo, ahí está mi respaldo”.
En lugar de molestarse, él cree que cada vez que le toman una muestra es algo bueno, porque así debería ser.
“Uno como atleta se debe sentir bien (...). Trato de enseñarle a los jóvenes qué es lo que pasa para que mañana no lo hagan, pero eso no quiere decir que mañana me tome algo en la farmacia sin saber y salí dopado”.
Como deportista, él recomienda a los demás que busquen la manera de seguir capacitándose y ser como los portavoces de este tema.
“No eso de que todo el mundo sabe qué es lo pasa y se quedan callados. Esto que yo estoy haciendo es algo que yo sé que me puedo echar encima a mucha gente, algo que muchos atletas se quedan callados y no le caeré bien a muchos con esto”, finalizó.