Cada entrenamiento era una gran motivación para el ciclista Juan Andrés Gutiérrez Hernández, quien se preparaba para competir en la Vuelta a la Juventud del 2010. Se había esforzado por ganarse un lugar en el equipo del Comité Cantonal de Deportes de San José y deseaba ser protagonista en la competencia.
Sin embargo, en julio de ese año, la imprudencia de un conductor cuando frenó su vehículo intempestivamente, en la autopista Florencia del Castillo, rumbo a Cartago, hizo que Juan quedará incrustado en el parabrisas trasero del carro con múltiples heridas.
El accidente no solo acabó con la ilusión del joven deportista, sino que aquel percance, y posiblemente la acción del conductor, lo dejó con una lesión cervical que no le permite mover su cuerpo del cuello hacía abajo, por lo debe utilizar una silla de ruedas eléctrica para movilizarse.
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Doce años después de aquel trágico día, Juan volvió a sentir la adrenalina de competir cuando el pasado 13 de febrero tomó parte en el Gran Fondo de Andrey Amador, cuando acostado en una carreta hechiza, realizó el recorrido de 60 kilómetros, jalado por la bicicleta de su vecino y amigo Wilbert Méndez.
El hoy joven de 28 años sintió de nuevo el aire en su rostro, el zumbido de las llantas y el ruido de la cadena de la bicicleta en una competencia. No pudo emocionarse más y con más ahínco y dedicación espera la segunda edición del Gran Fondo el 12 de febrero del 2023.
Uno de sus buenos amigos es precisamente el ciclista del equipo Ineos, Andrey Amador, quien recuerda a Juancho como un chico esforzado, amante del ciclismo y que aquel accidente, a pesar de todo, no le quitó nunca el amor por la bicicleta.
“Juancho es de esos muchachos que uno admira. Lo empecé a observar entrenando en el Comité Cantonal de San José. Aunque yo era mayor entrenábamos juntos y tenía mucho talento. Cuando supimos del accidente fue muy duro para todos, es algo que nadie espera”, recordó Amador.
“En lo personal me dio una gran alegría que él tomara parte en el Gran Fondo. El verlo sentir esa adrenalina fue emocionante y motiva, porque este evento es para esas personas que desean superarse y Juancho es uno de ellos. Demostró que no hay nada imposible” reiteró.
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Tirado sobre el pavimento
Entre el fuerte golpe, los dolores y casi perder el conocimiento, Juan apenas recuerda retazos de lo sucedido, que pasan lentamente en su mente, en cámara lenta.
“Lo que recuerdo es el impacto, el dolor y cómo después del choque me sacó del parabrisas del carro, me dejó en el suelo; tirado en la calle y se marchó”, explicó Gutiérrez, quien luego estuvo nueve meses hospitalizado hasta volver a su hogar.
Es por eso que la oportunidad de estar de nuevo en una competencia y no solo en los paseos con sus amigos le llenó de emoción y entusiasmo. Solo él entiende lo que significó tomar el descenso por la Ruta 27 acompañado de amigos y desconocidos, quienes compartían con él la pasión por el ciclismo y la satisfacción de llegar a Orotina, en medio de los aplausos de los aficionados.
“La experiencia fue inolvidable. Sentir 12 años después el aire, la velocidad en carretera acompañado por mi hermano Gabriel, y mis amigos Allen Arguedas y Wílberth Méndez quien me jalaba con la bicicleta, es algo indescriptible y me lleno de una enorme felicidad”, aseguró Gutiérrez, quien estudia mercadeo y junto a sus hermanas tiene una tienda en línea llamada Bilaju, de productos saludables, libres de gluten.
Aunque la carreta o “volanta” ha cambiado un poco desde su primer diseño, en 2017, el entusiasmo y la perseverancia ha sido parte fundamental para que este grupo de amigos, quienes continúan acompañando a Juancho en salidas por los alrededores de Moravia y Orosi de Cartago.
“El ciclismo siempre ha sido parte de mí, por lo que la idea de hacer el Gran Fondo nos motivó a todos. A la carreta le hicimos algunos cambios y el próximo año queremos mejorarla aún más. Es de aluminio, tiene llantas de bicicleta de ruta y se debió adaptar a mi tamaño porque mido 1,70 metros, pero ya espero con ansias la edición del 2023″, narró Gutiérrez, quien recibió un reconocimiento de la empresa Securitas.
“Como las subidas por la Ruta 27 no eran tan duras vimos la oportunidad para hacer el Gran Fondo. Fue algo muy lindo. La verdad agradezco a las personas que han colaborado. Pasar de los paseos en Moravia a una competencia real es muy importante para mí. También es una oportunidad para hacer consciencia y la importancia de tener calles aptas y ciclovías para los ciclistas”, afirmó.
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Ayuda al vecino
Wílberth Méndez, quien jaló a Juan con su bicicleta, también se emociona al recordar su participación en el Gran Fondo, así como la reacción de su amigo y cómo el público los alentó a seguir adelante.
“Es indescriptible el sentimiento. Ver la felicidad de Juan fue increíble, no se puede comparar con nada. Nosotros tenemos 18 años de amistad, desde que llegaron al barrio. Cuando se dio lo del accidente fue muy duro para todos y siempre soñamos que él volviera a competir”, manifestó Méndez.
“Cuando vimos anunciar el Gran Fondo sabíamos que esa era la carrera que esperábamos. Había que estar allí, no había otra, por el recorrido, ya que era bastante accesible y la amistad de Juan con Andrey, por lo que nos preparamos y buscamos los medios para llevarlo”, acotó.
El educador físico, quien labora en la Universidad de Costa Rica en la parte administrativa, aseguró que no fue sencillo, quizás un poco más difícil de lo esperado, pero el ver a su amigo feliz y disfrutando del recorrido no tiene precio.
“Al principio tuve que contenerme un poco, por las emociones que pasaban por mi cabeza. Los aplausos de la gente, la velocidad y la felicidad de Juan. Pero poco a poco lo fuimos asimilando y pudimos terminar sin mayores inconvenientes, lo cual nos llenó de mucha satisfacción”, admitió Méndez.
“Para el próximo año debemos prepararnos mejor. Ahora salimos una vez al mes o menos, pero si queremos hacer un recorrido más largo es necesario hacer un mayor esfuerzo físico y prepararnos ambos con más tiempo para afrontar este nuevo reto”, reiteró.