Costa Rica se paralizó el 21 de julio de 1996 a las 5:33 p. m., cuando Claudia Poll nadó la final de los 200 metros estilo libre en los Juegos Olímpicos de Atlanta y ganó medalla de oro en el Georgia Tech Aquatic Center.
A punto de cumplirse 20 años del logro deportivo más importante del país, los ojos celestes de la ondina se llenan de brillo.
Tras más de ocho años sin conceder entrevistas a ningún medio, ella atendió a La Nación en el Club H2O, en Escazú, para revelar la historia no contada de un acontecimiento que atesora en lo más profundo de su corazón y que aún llena de orgullo a un país que lloró de emoción.
"Se cumplen 20 años y a mí me parece como si hubiera sido ayer", dijo Claudia Poll con una risa nerviosa, pero a la vez contenta, por revivir esos recuerdos.
"Para Atlanta 96 creo que los nervios no jugaron un papel preponderante porque habíamos trabajado mucho, sabíamos que íbamos por medalla y aunque podía haber opción del primero, segundo o tercer lugar, ocho meses antes, en Río de Janeiro habíamos roto el récord mundial de 200 libre en piscina corta y había mucha seguridad", recordó Poll.
Eso había acrecentado la rivalidad con la alemana Franziska van Almsick, quien era la gran favorita para el oro, aunque la nacional, que tenía 24 años, estaba segura de lo que ella podía dar.
"Habíamos entrenado muy fuerte y la decisión de no ir a los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 fue elemental, porque yo estaba lista físicamente, pero no emocionalmente. Entre 1992 y 1996 fue de mucho aprendizaje, de mucho tanteo y error y de mucho entrenamiento físico , pero más de fortaleza mental", citó.
La atención mediática estaba sobre la germana y eso jugaba a favor de la costarricense.
"Estratégicamente era mejor que la atención fuera dirigida a ella, que ya había ganado la medalla de plata cuatro años antes en Barcelona y que tenía el récord mundial, que lo había roto en 1994. Entonces, era la indiscutible favorita y seguidamente yo".
Buen debut. En la ronda eliminatoria, a las 8:29 a. m. (hora de Costa Rica), Claudia Poll nadó con solvencia y avanzó a la final con un crono de 1:59.87; mientras que Van Almsick registró 1:59.40.
Junto a Suzu Chiba (Japón) y Cristina Teuscher (EE. UU.), ellas fueron las únicas que pasaron a la lucha por medallas con un tiempo inferior a dos minutos, pero era previsible que el oro estaba entre Costa Rica y Alemania.
"Para la eliminatoria del 200 metros libre en Atlanta todo era estrategia, en lo que fue la eliminatoria estaba sembrada de antepenúltima, entonces estaba en el antepenúltimo heat y tenía de cierta forma que arriesgar y calcular para poder entrar entre las primeras ocho, pero el tiempo fue estratégico", recordó.
Ya en la final, Franziska iba en el carril cuatro y Claudia en el 5.
Para evitar el estrés, Poll hizo su rutina de siempre y calentó largo, como le gustaba, no con los 1.000 metros usuales, sino 2.500 o 3.000 metros para estar a tono y lo mejor posible.
¿Qué le dijo su entrenador Francisco Rivas antes de nadar la final olímpica? Entre risas, Claudia responde que más que instrucciones, no se ponían de acuerdo en algo simbólico, pero que la hizo sentirse segura de que iba con todo y que sí podía.
Columna de opinión de Francisco Rivas: ¡Gracias, Claudia!
"Tuvimos una discusión, de si llevaba la bandera o no, para el momento después de terminar la prueba. Al principio yo era la que estaba insegura, después era él quien se encontraba inseguro. Me preguntó que si la quería llevar y yo le respondí que sí".
"En el momento en el que decidí llevar la bandera, eso me dio mucha seguridad, porque yo decía, si puedo hacer esto enfrente de 30.000 personas y poner la bandera en la banqueta previo a competir, era porque sí podía".
Poll desobedió a Rivas. La final fue muy estratégica, tanto que Claudia no siguió al pie de la letra el plan táctico de Francisco Rivas.
"Depende de cómo arrancaba Franziska yo debía de arrancar. Al salir Franziska rápido, yo tenía que contener los primeros 100 metros, pero en esos primeros 100 metros yo tenía que pasar de segunda y pasé de primera, lo único que pensé fue Fran me va a regañar porque voy de primera".
"Pero fue una prueba muy controlada, faltando 25 metros me decía 'estoy ganando, estoy ganando, pero tengo que concentrarme'. Fue de mucha emoción, pero de mucha concentración", citó.
Veinte años después, Claudia asegura que en ningún momento creyó que fuera fácil, aunque sentía confianza por todo lo que había trabajado y planificado con su entrenador y porque en Seúl 88, su hermana Sylvia ya se había colgado una medalla de plata.
"Todo estaba bien hecho y físicamente me sentía perfecta, con la práctica uno sabe la forma en la que está nadando la rival y yo sentía que no me iba a poder ganar".
Claudia describe ese momento como una emoción muy grande, de gran satisfacción porque todos esos años de trabajo se vieron culminados con el triunfo.
"Estaba muy orgullosa por Costa Rica, de que finalmente ganáramos una medalla de oro. Fue una emoción muy intensa y también en ese momento yo vi el tiempo y dije 'me van a regañar, porque no hice el tiempo que debía de hacer' (ríe...).
En ese instante de gloria, valía más la posición que el tiempo, porque esa marca de 1:58.16 se traducía en oro para Costa Rica.
"Nosotros íbamos por el oro. Lloraba porque estaba tan emocionada, tan feliz y tan orgullosa que se me olvidó el Himno Nacional. Y yo me decía: se van a dar cuenta de que no me estoy acordando del Himno'. Pero era de la emoción y del estrés, y yo lloraba y solo pensaba que me tengo que acordar del Himno".
"Fue una alegría inmensa y mucho orgullo al ver la bandera de Costa Rica ondeando por primera vez en la primera posición de unos Juegos Olímpicos, eso es algo que no se olvida".
'Muchas veces salía llorando de la piscina por el dolor'
--¿Qué sacrificios hizo para obtener el éxito deportivo?
-- Nada fue un sacrificio, lo hice porque me gustó, porque nado desde los ocho años, me gusta entrenar, me gusta competir y no siento que sacrifiqué nada. Es un trabajo muy duro, en cierta forma hay que aprender a que uno le guste el dolor para poder sobrellevar los entrenamientos y tener una muy buena relación en este caso con Francisco (Rivas), de entender el proyecto que teníamos y en qué era en lo que estábamos.
-- ¿Hubo momentos en los que salía llorando de la piscina?
-- Después de entrenar, muchas veces salía llorando de la piscina por el dolor físico, pero eso era mucho un trabajo mental, de poder sobrellevar eso día tras día.
-- ¿Qué pesa más, lo físico o lo mental?
-- Lo mental, porque con lo físico se descansa un par de horas y se puede solucionar rápido, pero lo mental es lo que más hay que trabajar.
-- ¿Qué pasó después, vinieron más medallas...?
-- Siento que muchos se olvidan de las dos medallas de bronce que ganamos en Sydney 2000. Trabajamos más duro para Sydney que para Atlanta porque una cosa es llegar y ganar una medalla y otra cosa es esperar cuatro años...
Un año después rompimos dos récords mundiales en piscina corta en 200 libre y en 400 libre. En el 98 ganamos por primera vez medalla de campeonatos mundiales de piscina larga en Australia.
Una cosa es llegar y ganar y otra cosa es llegar cuatro años después, defender y lograr dos medallas de bronce, en el 200 y el 400 libre.
-- ¿Se retiró en el 2006?
-- En sí nunca me he retirado de la natación competitiva, sigo compitiendo. En 2010, 2012 y 2014 fuimos a los mundiales de piscina en máster y tenemos medallas de campeonato mundial.
Nunca ha sido una decisión de retirarme o no, han sido otros factores.
Tuve una hija que ya va a cumplir nueve años, pero de la natación competitiva nunca me he retirado.
Es una parte muy importante de mi vida, la disfruto mucho, el deporte en sí es salud y creo que ha sido muy importante para mí seguir vinculada a la natación, seguir con Francisco Rivas y no creo que me retire de la natación como deporte, ni de la natación competitiva en mucho tiempo.
-- ¿Qué es la natación?
-- Es un gran amor, es disfrutar, tirarse al agua es como terapia, es disfrutar lo que uno hace. Mis entrenamientos con Francisco en la etapa máster son muy rigurosos y los sigo disfrutando.
Con la Asociación de Natación El Milenio seguimos buscando proyectos para que en 2020 o 2024 podamos potencialmente clasificar nadadores a los Juegos Olímpicos, en eso estamos trabajando.
-- ¿Qué significa ser medallista olímpica?
-- Ser medallista olímpica es un orgullo muy grande y también una responsabilidad grande; es saber que trabajamos muy fuerte para llegar a eso.
En máster seguimos defendiendo los colores de Costa Rica y trabajo con el equipo El Milenio para ayudar a los nadadores a que puedan llegar al Camex, al CCCAN, a Centroamericanos, Centroamericanos y del Caribe y que después puedan despuntar a unos Panamericanos y unos Olímpicos, es muy interesante.
-- Pese a que tuvo ofertas para entrenar en el extrajero, ¿por qué siempre lo hizo en Costa Rica?
-- En varias ocasiones me ofrecieron lo que era entrenar en Estados Unidos, en universidades, pero si tenía a uno de los mejores entrenadores del mundo y estaba logrando las cosas que estaba logrando, no encontraba razón para salir de Costa Rica.
Más bien lo que se debe de hacer es promover que los entrenadores salgan, se eduquen y regresen para que puedan tener mejores capacidades para entrenar a los nadadores de este país.