En el seno del hogar se tejió un amor que tuvo en Francia su mayor prueba de fidelidad, ya que montar a caballo fue una actividad apasionante desde los primeros años de vida de la jinete Claudia Romero.
Sus padres se conocieron mientras compartían una misma pasión: la equitación, práctica que arrastró también a sus dos hijas.
Las hermanas Romero siguieron los pasos de sus progenitores y, según relata Carmiña —cinco años mayor que Claudia—, no había tiempo para lamentos tras una caída, puesto que sus padres les exigían volver a subirse a la montura.
Tal disciplina debió ser como un presagio de lo que ocurriría posteriormente en su vida.
El 28 de agosto en el Mundial de Resistencia Ecuestre en Normandía, Francia, la costarricense emprendió, junto a su caballo, Dorado, el último viaje de su compañero de trotes y su examen más complejo en lo que lleva dentro del deporte.
Lo sucedido. Dorado llevó la peor parte. El animal se estrelló contra un árbol y no respiró más.
En cambio, el accidente envió a Romero al hospital y allí la tica tuvo que luchar por su vida, aferrada a la motivación de vivir por sus hijos, Marcelo (cuatro años) y Montserrat (un año y seis meses).
Pese a la gravedad del percance, Patricia Chacón, madre de la jinete nacional, sabe que su hija volverá a montar y ella no se lo impedirá porque se trata de su mayor pasión, según compartió ayer mientras esperaba, finalmente, la salida de su hija del Juan Santamaría.
Así lo confirmó la propia deportista a su ansiado (y concurrido) regreso al país al afirmar que no culpa al caballo y que en casa la esperan otros dos ejemplares.
“Sigue siendo mi pasión. No estoy resentida con los caballos ni con Dorado; más bien he tenido un duelo por él, porque eramos compañeros y me ha dolido mucho. No lo voy a volver a ver”, comentó Romero, quien se emociona al hablar de la pérdida de un ser a quien consideró un buen amigo.
Romero utilizará su tiempo de reposo para analizar la posibilidad de volver a la actividad, pero dejó claro que no le ha pasado por la cabeza dejar de montar.
“Definitivamente creo que voy a volver a montar a un caballo. El tema de las competencias tenemos que definirlo a nivel familiar, puesto que es un tema un poco más grande por los hijos y ya sabemos donde puede llevarnos, pero tengo caballos y es muy difícil sacarlos de mi vida”, argumentó con una sonrisa ante los medios de prensa.
No habrá secuelas. En la cara, y específicamente en el ojo derecho, se dibujan las consecuencias de un accidente que mantuvo a Romero cinco días en coma inducido.
“No me presiones mucho, porque tengo la cara muy golpeada”, dijo la tica a su hermana Carmiña, quien por la emoción de reencontrarse con su familiar olvidó las consecuencias físicas.
La deportista costarricense deberá mantener reposo durante al menos cuatro meses por el daño que produjo el accidente en sus pulmones y en el hígado.
“Vamos a disfrutar mucho más la vida de mi hija”, concluyó.