El cricket es tan antiguo, que a Costa Rica llegó desde la construcción del ferrocarril al Atlántico, a partir de 1871. Para ese momento arribaron trabajadores jamaiquinos, quienes son asiduos seguidores de este deporte por la influencia del Reino Unido, donde nació.
Su aporte hizo que entre 1940 y 1950 el cricket tuviera cerca de 46 equipos en Limón, pero con el paso del tiempo fueron desapareciendo, a tal punto que en el país es un deporte prácticamente desconocido.
Por esa razón, la Federación de Cricket de Costa Rica buscó un convenio con el Ministerio de Educación Pública (MEP) para masificar su práctica desde las escuelas y colegios.
La alianza nace en abril de este año, pero desde el 2016 hicieron la ruta de trabajo y se empleó solamente en el último trimestre, con dos capacitaciones, en Puntarenas y Heredia.
El buen resultado de esas pruebas permitió que el plan entrara a funcionar en las Direcciones Regionales de Occidente, Desamparados, Sarapiquí, Cañas, Liberia, Zona Norte Norte, Sulá y Cartago.
De esa forma hubo un alcance de “aproximadamente 310 docentes de educación física de primaria y secundaria según la planificación que se haya realizado con el Asesor Regional de Educación Física o Promotor Deportivo”, explicó Melissa Ávila, de la Dirección de Vida Estudiantil del MEP.
En el 2018 se tiene la meta de capacitar a 300 maestros más.
Para que los profesores impartan el criquet en sus clases, deben asistir a una capacitación de 40 horas dada por la federación, en la que se brindan los principios de la disciplina.
Al final de la preparación, a los educadores que deseen impartir el deporte se les brinda el equipo básico (bates, bolas, wickets, entre otros) y se tienen que comprometer a enseñar el criquet y a realizar un torneo regional.
En la capacitación obtienen las herramientas básicas para introducir el criquet en las lecciones; sin embargo, aquellos que deseen mayor especialización necesitan mantenerse ligados al deporte, pues en la federación son conscientes que el curso no es suficiente.
“Si después tienen dudas o consultas nos llaman directamente. Adquieren el conocimiento, pero si siguen asistiendo a torneos y hacen las ligas regionales, aprenden muchísimo. Los que siguen interesados se mantienen en contacto y con un folleto que enviamos se pueden empapar bastante bien”, explicó Rodrigo Bustamante, gestor deportivo de la Federación de Cricket de Costa Rica.
La participación en los torneos menores respaldan esas capacitaciones, ya que en 2016 hubo 17 escuelas en la copa de campeones y ese número se duplicó este año, llegando casi a 40.
Aunque años atrás también se hicieron gestiones para enseñar el criquet, el nuevo sistema permite mayor facilidad, porque los capacitadores de la federación son quienes van directamente a la zonas para enseñar.
El siguiente desafío es incorporar la disciplina en los Juegos Estudiantiles y Juegos Deportivos Nacionales, asegura Armando Foster, vicepresidente de la Federación de Cricket.
“Esto es importante para que el deporte tenga mayor relevancia, aumente el nivel y podamos identificar nuevos talentos”, comentó Foster.
De esos procesos, en la federación confían que se haga más robusta la existencia de equipos en Primera División, porque actualmente solo hay cuatro: Corsairs, CCCR, Team Asia, Limón Cricket Club.
Todos esos clubes tienen mayoría de integrantes ingleses, hindúes o descendientes de estos y hay pocos ticos, por lo que uno de los objetivos es que la representación nacional aumente.
Eso permitirá hacer más fuertes las selecciones mayores, masculina y femenina, así como la sub-19.
Si eso sucede, confían que los límites para abrirse un espacio también reduzcan. Entre ellos está la ausencia de indumentaria en el país, la cual deben importar. Tampoco hay presupuesto, aunque desde hace seis años recibe el apoyo del Icoder para torneos nacionales, internacionales y la masificación.
También surge la restricción de que en el Gran Área Metropolitana solo existe una cancha con las dimensiones para el cricket, en La Guácima de Alajuela.
Si bien las escuelas y colegios adaptan un campo de fútbol, para la primera división es necesario un terreno adecuado.
¿Qué es el cricket?
Es un deporte en conjunto que se juega con bate, bola y once jugadores por equipo; sin embargo, el conjunto que está bateando solo tiene dos en cancha. Hay tres modalidades, pero en Costa Rica solo se juega una: T-20.
Se disputa en una cancha de césped, de forma ovalada y con un rectángulo en el centro llamado pitch. A cada extremo de ese rectángulo están los wickets, compuesto por stumps (tres palos) y bails (soportes). La misión de los lanzadores es derribarlos, mientras los bateadores deben protegerlos.
Donde están ubicados los wickets también hay un bateador (en cada lado), ambos del mismo equipo, quienes juegan en parejas.
El lanzador le tira a uno de los bateadores y el otro nada más espera para correr al otro extremo. Al pegarle a la pelota, los bateadores tienen que ver si corren o no corren (esto dependerá de cuán lejos enviaron la pelota) y cada vez que se crucen (intercambiando sus bases) vale por una carrera.
Pueden cambiar cuantas veces quieran, pero si están fuera de la zona segura y les botan los wickets, estará uno de los dos fuera y se debe hacer cambio de bateador.
De igual forma, si batean lo suficientemente duro como para que la pelota pique una vez y salga del límite de la cancha del óvalo, vale por cuatro carreras, y si la sacan por el aire sin que pique una sola vez, vale por seis.
Similar al béisbol, se juega por inning, pero en este caso es uno solo por equipo. Cada inning tiene 20 overs. Un over consiste en seis lanzamientos buenos, cuando esto se logra, otro lanzador toma el relevo.
Hay cambio de equipo cuando sacan a todos los bateadores o cuando terminan los 20 overs, lo que pase primero.
El cricket le cambió la vida
Cuando Daniel Mejía entró al Hogar Bíblico Roblealto, en 2007, no imaginó que además de la ayuda brindada por este centro a niños en riesgo social, también hallaría un deporte que diez años después sigue siendo parte de su vida.
A este joven oriundo de Torremolinos de Desamparados, el criquet le proporcionó, entre muchas cosas, una fuente económica para seguir estudiando y una vocación por enseñar, pues hoy es profesor de la Federación Costarricense de Criquet.
Con 11 años, Mejía ingresó al centro de Roblealto y poco después conoció a Sam Oswald, actual presidente de la federación y quien en ese momento impartía clases de esta disciplina en la institución.
En ese hogar, ubicado en San José de la Montaña, permanecen menores de edad con la intención de mejorar la calidad de vida de ellos y sus familias. En su caso, Daniel vivía ahí durante 15 días, iba a su casa y luego regresaba.
Así se mantuvo durante casi cuatro años, después volvió con su familia y se desempeñó en varios trabajos informales, hasta que cumplió la mayoría de edad y la Federación lo contrató.
“De donde yo vengo el ambiente es bastante pesado y el criquet me dio la posibilidad de ir cumpliendo metas”, comenta Daniel, ahora con 21 años y cinco de enseñar su adorado deporte.
Para él, en este momento es necesario devolver las experiencias aprendidas a través del criquet y del hogar de Roblealto; por eso prácticamente todo su tiempo libre lo invierte dando clases a los niños que como él hoy buscan una mejor calidad de vida.
“Aquí necesitan mucha atención, vengo dos veces por semana y mi mayor motivo es devolver todo lo que me dieron. Es un lugar sumamente hermoso, gracias a ese lugar conocí a Dios y cambió mi vida, literalmente”, afirma.
Después de aprender a jugar criquet, Sam le dio seguimiento y hoy forma parte de la selección nacional mayor y sub-19.
“Antes lo que jugaba y para lo que tenía potencial era béisbol, pero me llamó más la atención el criquet, porque es algo diferente y me gusta cómo se juega”.
Pese a que en un inicio se le complicó ir a los entrenamientos, recibió el apoyo económico para los pasajes e incluso compañeros del equipo pagaron su tiquete de avión para que compitiera con la selección.