José Pastor Fernández Beita solo hizo un partido de clase A con la Selección mayor y ese detalle fue suficiente para la inmortalidad.
Un gol suyo a El Salvador, en ese juego del 16 de julio de 1989, es recordado desde casi dos décadas atrás, pues representó la clasificación tica a su primer Mundial.
En otras palabras, Fernández hizo el tanto más importante en la historia del viejo Estadio Nacional, próximo a desaparecer.
Pero a él le resintió ser excluido del Mundial Italia 90, algo que lo desmotivó y provocó su retiro prematuro del futbol federado.
A sus 45 años, divorciado, con tres hijos y dedicado a enseñar futbol en Coronado y Guadalupe, no guarda rencores a quienes lo dejaron fuera del sueño italiano.
¿Qué significó en su vida aquel gol de la clasificación?
Fue todo un cambio. Se puede decir que hay un Pastor antes y después de ese gol. Ahora todo el pueblo de Costa Rica me conoce, me quiere mucho y se identifica. Eso no vino solo... fue el trabajo de los 11 jugadores en la cancha.
¿Hubo sorpresas ese día?
Sí. La noche anterior no estaba ni entre los suplentes. A la mañana siguiente se dio la enfermedad de Evaristo (Coronado) y don Marvin (Rodríguez) tomó la decisión de incluirme de titular. Fue la mano de Dios la que intervino.
¿Qué recuerdos guarda aún?
Los recortes de la época, algunos de alegría y otros muy dolorosos. Recuerdo uno de La Nación que decía: “De Pérez Zeledón a Italia”. Me sentía con los méritos de participar en el Mundial, pero no se me dio.
¿El gol a El Salvador le representó algo en lo económico?
No. La repartición se hizo solo entre los que fueron al Mundial, incluidos placas de taxis, vehículos y premios económicos, y no a los que participamos en la eliminatoria.
¿Aún guarda resentimientos?
Sí, en los primeros cinco o siete años. No quería saber nada de futbol. Jugué desmotivado dos años con Alajuela y uno con San Carlos, y a los 28 años me retiré. Los siguientes cinco años me desvinculé por completo. Sin embargo, poco a poco lo fui asimilando, con consejos de amigos, y encontré la paz que necesitaba, en especial cuando empecé a enseñarle a los niños. Hoy ya no existe ningún resentimiento.
¿Usted metió el gol más importante en la historia del Nacional?
Hubo otros importantes, pero haber clasificado para un Mundial con ese gol tiene un gran significado. La compensación de no ir al Mundial me llegó 20 años después. Si hubiera ido, tal vez la gente no me hubiera recordado tanto. Esto es lo que me dejó el futbol: el cariño y el respeto de todo un pueblo.