Ni en la más humillante derrota de toda su carrera –en el último juego, para su mayor pesar– el
El 9 de mayo pasado, Phil Jackson salió del campo del American Airlines, en Dallas, con una media sonrisa; caminó al túnel sin sus jugadores, pero con sus seres más cercanos: eran los primeros minutos de su vida de jubilado.
El ahora exentrenador de los Lakers de Los Ángeles se fue de la manera que jamás esperó: una paliza por 36 puntos y barrido por primera vez; pero se va con una carrera que nadie imaginó: la creación de dos dinastías, el privilegio de dirigir al mejor basquetbolista de toda la historia y con más anillos de monarca (11) que dedos de las manos.
“Si no fuera por Red Auerbach, que ganó nueve campeonatos, Jackson tendría más que cualquier suma de dos entrenadores (de NBA)”, escribió Jaime Aron, de AP.
Además, se deben añadir dos anillos más, pues como jugador ganó dos con los Knicks de Nueva York a inicios de los años 70 (desde entonces los neoyorquinos andan en caminos de futilidad, como los Bulls después de Jordan).
La tercera retirada del llamado Maestro Zen parece definitiva: la edad, problemas en la cadera, y una angioplastia para desbloquear una arteria del corazón y el simple, sencillo y humano deseo de descansar (sin problemas económicos), explican la decisión de Jackson.
Tres días después, en conferencia de prensa, anunció lo que deseaba anunciar un año atrás: su retiro, “sin posibilidad de volver”.
Jackson quería irse desde el año pasado. Sin embargo, la familia Buss, propietaria de la franquicia, no lo dejó partir así no más.
Lo presionaron, lo presionaron y lo presionaron y el
El dinero extra nunca cae mal, la tentación de un tricampeonato más y extender su cadena a 12 títulos fue demasiado.
No pudo repetir porque las circunstancias ya eran otras...
Especialista en el manejo sicológico del juego, poco pudo hacer con un equipo plagado de lesiones y, peor aún, con el hambre ganadora más que saciada luego de tres finales de NBA al hilo.
Al borde los 66 años de edad, el oriundo de Deer Lodge, Montana, quien fuera criado bajo la férrea disciplina de sus padres, cuyo estatura de 2,03 metros lo llevó naturalmente al baloncesto, decidió dar el adiós a su carrera de 44 años.
“La trayectoria que he recorrido ha sido algo muy hermoso, que nada tiene que ver con lo que ha sucedido hoy (el domingo 8) en el campo”, expresó tras la eliminación ante los Mavericks.
Como Joe Louis o Muhammad Alí, en el boxeo, se fue mal en el último día; pero con todo lo que hizo ya puede disfrutar de una tranquila jubilación y vivir de las rentas.