El premio Claudia Poll nació con incongruencias, vivió poco, lo resucitaron desde los tribunales y hoy genera una de las mayores polémicas del deporte nacional.
Nació al calor del momento —según reconoce hoy uno de sus "padres"—, bajo la euforia del oro olímpico de Claudia Poll. Nació sin un sustento económico que no pusiera en aprietos al gobierno cuando tuviera que pagarlo. Nació con deficiencias en la redacción de la ley, que nunca limitó el premio para logros al más alto nivel.
Creado en 1997, aunque fue derogado en 2014, el viernes anterior volvió a la palestra porque el nadador máster Jonathan Mauri recibió el galardón luego de un proceso en el Tribunal Contencioso Administrativo del II Circuito Judicial de San José.
El hermano de la hasta hoy ministra de Deportes, Carolina Mauri, ganó una medalla de oro en 2010, durante el Campeonato Mundial Masters de Natación en Gotemburgo, Suecia.
El deportista consideró que era merecedor de esa condecoración, fue postulado, pero no ganó. Sin embargo, empezó una demanda contra el Estado y ahora este debe pagarle ¢233 millones (¢160 millones del premio y el resto por intereses y daño moral).
Mauri se convirtió apenas en el tercer atleta que recibe ese premio, después de Claudia Poll (2000 y 2010) y Nery Brenes (2012).
Cuando nació, en setiembre de 1997, se vivía la euforia de la medalla dorada de Poll en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
Dicho acontecimiento generó la ley 7703 en la Asamblea Legislativa, impulsada por el diputado de Fuerza Democrática, Rodrigo Gutiérrez Schwanhaussen, y aprobada de forma unánime por 14 diputados.
Rolando González, entonces legislador de Liberación Nacional y presente en la sesión recuerda aquel momento.
“En esencia se dio al calor de las emociones del país frente a los incipientes éxitos en competencias olímpicas internacionales; no había ningún precedente formal salvo el de la selección de Italia 90”, comentó.
González reconoce que es “muchísimo dinero”, pero agrega que la ley nunca fue pensada para que se le hicieran este tipo de manejos (en referencia a Jonathan Mauri).
“Se trató de establecer un estímulo del máximo nivel para quienes alcanzaran los éxitos que justificaran el premio, por tanto no hay relación entre el espíritu de la ley y lo que ha interpretado un órgano judicial”, agregó.
Es decir, desde su concepción, iba dirigida a logros de alta magnitud, como Juegos Olímpicos o Campeonatos Mundiales de categoría élite. Sin embargo, la ley no fue clara.
”... se otorgará cada dos años, como una condecoración que el Estado ofrece a los deportistas costarricenses, que durante los dos años anteriores a su otorgamiento, hayan merecido títulos o medallas en juegos olímpicos, torneos o campeonatos mundiales, previamente reconocidos por el Consejo Nacional de Deportes”, se lee en el artículo 6 del reglamento de la ley.
Además, agrega que por torneos mundiales se entiende los organizados por las Federaciones Mundiales reconocidas por el Consejo Nacional de Deportes y por campeonatos mundiales, las etapas finales de torneos mundiales en una disciplina deportiva debidamente reconocidos por el Consejo Nacional de Deportes.
En el caso de Mauri el campeonato lo organizó la Federación Internacional de Natación (FINA) y era reconocido por el Consejo Nacional de Deportes. En su contra tenía haber ganado durante un certamen máster, pero la ley deja un vacío al no especificar que se otorgará el premio solo en divisiones élite o de alto rendimiento.
De cualquier manera, desde el punto de vista técnico, Mauri no fue elegido por el jurado y se inclinaron por Claudia Poll para el periodo de 2010.
“Se valoraron muchas variables. La dificultad de la prueba de Claudia fue mayor, hubo más participantes, tiempos mejores y otros criterios técnicos que se hicieron en el momento”, comentó Gilberto Campos, miembro del jurado en ese momento, en representación del Comité Olímpico Nacional.
Cuando la ondina fue confirmada como ganadora en el 2010 era apenas la segunda vez que se entregaba el premio. Ella misma lo había ganado con sus medallas olímpicas (1996), premio que le fue entregado en el 2000; entoces fueron ¢30 millones, equivalentes a 45 salarios, como dictaba la ley.
En la segunda ocasión, no recibió el dinero hasta el 2012. De hecho, en ese momento también se le entregó a Nery Brenes por ser campeón en el Mundial de Atletismo Bajo Techo, en Estambul, Turquía, en ese año.
Poll recibió ¢160 millones y Brenes ¢167 millones. El alto monto (100 salarios mínimos del Director del Servicio Civil) resultaba difícil de ofrecer para el entonces llamado Ministerio de Cultura y Deporte.
En marzo de 2012 el Ministerio de Cultura reconoció que pese a tener la obligación legal de pagarlo, no contaba con “la asignación presupuestaria”.
“El argumento nuestro es que ese premio superaba (en dinero) a todos los premios de cultura. No era sostenible, en primer lugar por presupuesto y después porque no nos correspondía”, recuerda Manuel Obregón, ministro de Cultura durante la administración de Laura Chinchilla.
El monto fue visto de forma desproporcionada en muchas ocasiones y hubo algunos intentos para reducirlo pero nunca se concretaron.
Guiselle Goyenaga, ministra de Deportes entre 2010 y 2011 recuerda que se habló de reducir el premio de 100 a 25 salarios.
Incluso, en 2008, el diputado liberacionista Francisco Marín había querido hacer una reforma del inciso c, haciendo el mismo cambió del que habló Goyenaga.
“La iniciativa la llevé precisamente porque los premios deben ser equitativos (...) Al bajar el monto en aquel tiempo la idea era que si existía un presupuesto para premiar atletas, que el mismo fuera de una cantidad ajustada a la realidad del país”, explicó Marín.
Sin éxito, la ley permaneció vigente hasta 2014, pero previo a su derogación empezó un proceso judicial que hoy obliga al Estado a pagar ¢223 millones.