Asiduo lector y consumidor de los alimentos que se producen en su natal Kenia, así es Eliud Kipchoge, quien este sábado se convirtió en el primer hombre en correr en menos de dos horas la prueba de la maratón, con un tiempo de 1 hora, 59 minutos y 40 segundos (1:59:40).
A punto de cumplir los 35 años, el campeón olímpico de Río 2016 está en la cúspide de su carrera. Considerado por muchos como el mejor maratonista de todos los tiempos, Kipchoge, se convirtió en la primera persona en romper la mítica barrera del tiempo de 42,195 km, en un evento realizado en la antigua reserva de caza del Prater, en el centro de Viena, Austria.
Kipchoge ha mantenido un estilo de vida asceta pese a la fama y el dinero, es decir viviendo bajo una doctrina filosófica que por lo general busca purificar el espíritu por medio de la negación de los placeres materiales. De allí que se le conoce como el filósofo.
Al amanecer, cuando se encuentra en el campamento de Kaptagat , en su natal Kenia, sale con aproximadamente una treintena de corredores a entrenar, manteniendo la misma rutina y disciplina que sus compañeros pese a su condición de estrella. El resto del tiempo lo invierte en descansar y alimentarse, comiendo fundamentalmente productos básicos producidos en Kenia, y a la lectura.
El fin de semana visita a su familia en su casa en la localidad de Eldoret. Siempre ha sido fiel a esta región, a este modo de vida, pese a las cantidades que ha ganado a lo largo de su carrera, calculadas en más de $2,5 millones por la web whownskenya.com.
"Hacer historia, ese era mi objetivo", declaró luego de ganar su apuesta en un evento bautizado como 'Desafío 1h59' y patrocinado por la multinacional petroquímica británica Ineos.
En 2017 en Monza, en Italia, en un primer intento en el marco de un proyecto financiado por Nike y bautizado ‘Breaking2’, terminó con un crono de 2:00:25.
Ese tiempo no fue homologado por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) porque en aquel intento se utilizó un vehículo y a un equipo de liebres (corredores que marcan el ritmo) que se fue relevando para proteger a Kipchoge del viento y para ayudarle a controlar su velocidad.
Pasó lo mismo en Viena, pero a él le da igual. "Soy el hombre más feliz en correr por debajo de las dos horas para inspirar a mucha gente, para decirle a la gente que ningún ser humano tiene límites", expresó el atleta, que antes de la carrera aseguró que "romper la barrera de las dos horas sería como cuando el hombre llegó a la Luna".
Con los mejores. Para situar al campeón en las mejores condiciones, el patrocinador no ha dejado nada al azar: tres meses y medio de preparación del trazado, un recorrido asfaltado para no presentar imperfecciones, una pista probada con un software de simulación, un día y un horario elegidos en función de que las condiciones meteorológicas fueran favorables (temperatura, tasa de humedad, calidad del aire)... Incluso la caída otoñal de las hojas de los árboles ha sido controlada de cerca.
Al final el keniano corrió a un promedio de 17 segundos por cada 100 metros, 2 minutos con 50 segundos por kilómetros, gracias a la colaboración de 41 liebres de élite, en su mayoría kenianos, como el campeón olímpico en 1.500 metros, el estadounidense Matthew Centrowitz o dos de los hermanos Henri, Filip y Jacob Ingebritgsen, de Noruega, que reinan en el medio fondo y fondo europeo. Cada uno ganó entre $6.000 y $16.000.
Nacido en Kapsisiywa, al oeste de Kenia, Kipchoge se convirtió en campeón mundial de los 5.000 metros en París en 2003, imponiéndose a dos atletas legendarios como el marroquí Hicham El Guerrouj y al etíope Kenenisa Bekele.
En 2012, tras no clasificarse para los Juegos Olímpicos de Londres, Kipchoge dejó la pista y se pasó al maratón.
Con su silueta compacta y su inquebrantable ritmo pese al paso de los kilómetros, muchos ven en Kipchoge la quintaesencia del maratoniano; por algo es el dueño del récord mundial (reconocido por la IAAF), con 2:01:39.
De 12 maratones que ha disputado, el keniano sólo ha perdido uno: fue el primero que corrió, en Berlín en 2013, frente a su compatriota Wilson Kipsang, que aquel día batió el récord del mundo de la época.
Pero más allá de su físico, el éxito de Kipchoge se atribuye a su duro trabajo, a la humildad, a la disciplina y a su determinación.
“Soy una persona sencilla. Intento mantenerme tranquilo y concentrado en lo que hago. No hay distracciones”, indicó.
Sin récord
Estos son los motivos por los cuales el tiempo de Kipchoge no es considerado récord mundial
1. Es una carrera no oficial, no está controlada ni organizada por la IAAF ni por la federación del país donde se celebra.
2. No hay al menos tres competidores que busquen la victoria en la prueba (en el anterior reto de ‘Breaking2’ sí lo había).
3. El recorrido no está certificado ni medido por un organismo oficial.
4. No hay control antidopaje (obligatorio para que un récord se homologue).
5. Estuvo acompañado de un automóvil que le marcaba el ritmo, además de ‘liebres’ (corredores que le marcan el paso y lo protegen del viento) que entraban y salían de forma rotatoria.
6. El nivel del control sobre la prueba fue tal que para que evitar el polvo o la suciedad propia del asfalto de la ciudad incidiera en el resultado de la prueba habían personas barriendo la superficie del recorrido.