Que solo un 40% de los cantones de Costa Rica tengan, al menos, una piscina, puede explicar por qué un grupo de nadadores de Liberia entrenaban en un río para competir en Juegos Nacionales, o quizás explique qué provocó que una atleta de Olimpiadas Especiales se preparara en el Río Naranjito.
Puede que también influya en la cantidad de ahogados que se acumulan cada año en las playas. Según datos de Cruz Roja, en el 2018 hubo 149 muertes por accidentes acuáticos y en 2017 esa cifra fue de 116.
Un registro elaborado por La Nación refleja la ausencia de piscinas que afecta a un gran número de sectores del país, principalmente fuera del Valle Central. En el siguiente mapa encontrará la ubicación de cada piscina, al presionar sobre cada icono de color se abrirá información de horarios y precios.
En Costa Rica hay al menos 83 piscinas —de 50 o 25 metros— para la práctica de la natación, pero la mayoría están en el Valle Central. El 40% de los 82 cantones nacionales tienen una. En este mapa puede ubicarlas.
En Costa Rica hay al menos 83 piscinas olímpicas o semiolímpicas, ¿son muchas o pocas?
Apenas 33 de los 82 cantones cuentan con al menos una, es decir, el 60% carecen de esta herramienta.
En la provincia de San José está el porcentaje más alto: hay 38 piscinas distribuidas en 11 de sus 20 cantones. Esto se traduce en que el 45% de las piscinas se encuentran en la capital (una de ellas en Pérez Zeledón).
Los cantones que más piscinas albergan son el central josefino, con 12, después están Curridabat, Heredia y Belén con seis.
En ese último cantón herediano está el Polideportivo, que tiene una piscina de 25 metros, pero hace poco hicieron una a la par de 50 metros, con solo dos carriles para entrenamientos.
Les siguen Escazú y Alajuela, con 5, mientras Cartago central cuenta con cuatro; Santa Ana, Moravia, San Carlos y Santa Cruz, con tres.
En Tibás, Montes de Oca, Goicoechea y Liberia existen dos y en el resto de cantones (19) hay solo una.
Aunque todas las provincias cuentan con piscina, Limón y Puntarenas son las que están más rezagadas.
En el Caribe hay dos: una de la UCR y del Hotel Suerre (Guápiles), que es privada; misma cantidad en el Puerto, pero con una gran diferencia, la Piscina Municipal está cerrada y la otra es del centro educativo privado Nubes School, aunque la abren al público externo mediante clases.
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Esto demuestra que gran parte de la población se queda sin la posibilidad de aprender una disciplina que, además de inculcar el deporte, da las armas para disminuir el riesgo de accidentes en el agua.
“Afecta, no solo para sacar más nadadores, sino que se traduce en gente que se ahoga en mares, esa tasa es alta”, comentó el presidente de la Federación Costarricense de Deportes Acuáticos, Ángel Herrera.
Un ejemplo de este desequilibrio en la distribución de piscinas es Alajuela, que cuenta con 16 cantones, pero solo siete alojan una o más piscinas: el central, San Ramón, Naranjo, San Carlos, Grecia, Palmares y Río Segundo.
Quedan por fuera zonas rurales como Guatuso, Los Chiles, Zarcero, Upala, entre otros.
“Sería súper bueno que Upala tuviera una piscina. Pueden salir nadadores buenos porque aquí mucha gente nada en los ríos; imagínese cómo sería en una piscina y que alguien les enseñe. Pero en Upala estamos en pañales", mencionó Alejandro González, presidente del Comité de Deportes de ese cantón alajuelense.
González señala que los terrenos los pueden conseguir, pero el presupuesto para construirla lo ve lejano.
Una piscina semiolímpica con las mínimas condiciones puede tener un precio aproximado de ¢170 millones, asegura el jerarca de la Federación, pero a eso se le debe sumar el mantenimiento, parte fundamental para su funcionamiento.
“Todavía hay esfuerzos que hacer de parte de órganos públicos, no solo del Icoder. Debe ser un esfuerzo de Municipalidades, con excepción de las más pobres, hay otras que tienen la posibilidad”, agregó Herrera.
Pese a esto, a nivel recreativo la natación se ha posicionado como un deporte en crecimiento y crea un ambiente competitivo en edades máster.
Según registros de la Federación, en un campeonato de esa categoría hubo 600 nadadores. La deuda pendiente es conseguir que “nazcan” nadadores élite.
Queda claro que en la parte central del país tienen donde entrenar, pero hay otros lugares con pocas o nulas opciones.
Mayoría son semiolímpicas. De las 83 piscinas, apenas diez son de 50 metros, que es la medida olímpica. Evidentemente, esto se da por un tema de costos.
Se distribuyen en seis provincias, pero una es de difícil acceso o para grupos muy restringidos. En el Hotel Suerre se limita a socios o huéspedes.
El Cariari Country Club cuenta con una piscina privada, pero abierta a lecciones con instructor, con precios desde ¢20.000 por mes (una vez por semana) hasta ¢55.000 (cinco veces por semana).
También hay una lista de lugares que ofrecen mayor oportunidad para el grueso de la población, como Plaza González Víquez, el Palacio de los Deportes, la Ciudad Deportiva de Hatillo, el Complejo Monserrat o el Polideportivo de Nicoya.
Mientras, la piscina de la sede central de la Universidad de Costa Rica brinda espacios para programas de natación, acondicionamiento en el agua y formación de talentos. Los costos de las clases oscilan entre los ¢17.000 y ¢27.000 mensuales.
Desde adentro lo definen como un “espacio académico cuyo fin principal es la enseñanza de nuestros estudiantes, además de la realización de programas deportivos y la acción social”.
Finalmente, aparecen los casos de la piscina María del Milagro París y la del Polideportivo de Cartago. La primera abierta únicamente para atletas y torneos de la Federación de Deportes Acuáticos, y hace poco declarada obsoleta.
Mientras que la piscina de la provincia brumosa está cerrada desde julio del 2018. Eso ha obligado que los equipos de triatlón y natación del Comité de Deportes entrenen en otras instalaciones.
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“Nos costó mucho, batallamos tres meses con el Tecnológico, y después el Comité logró un acuerdo con Fuerza Vital, en Lomas de Ayarco”, contó Alberto Chinchilla, entrenador de triatlón.
Después de esos casos, el resto son de 25 metros, pues evidentemente su costo es menor. De ellas, hay varias privadas, solo para socios, huéspedes o estudiantes. El Indoor Club, Country Club, Tennis Club, Colegio Humboldt, Saint Paul, Club Campestre Español, Santa Ana Country Club, Finca del Colegio de Ciencias Económicas y la Academia Teocali.
También hay casos como el de la Universidad Nacional, que tiene tres piscinas. En Lagunilla de Heredia sí se dan lecciones a cambio de un monto económico, pero en la sede central y en Sarapiquí es para estudiantes y proyectos de bien social.
Si usted conoce otra piscina (25 o 50 metros) que no esté en este registro, puede enviarnos la información al correo fiorella.masis@nacion.com. Lo mismo si representa a un equipo de natación comunal que no tiene piscina para entrenar, nos gustaría conocer su caso y cómo se las ingenia para practicar.