Un escalofrío pasó por el cuerpo de Minoshka Solís, cuando el doctor le pidió realizarse unos exámenes, en condición de urgente, por lo que debía trasladarse desde Ciudad Neily a San José, sin perder tiempo.
Días antes, la joven de 16 años, y quien practicaba gimnasia, había detectado una leve molestia en su rodilla derecha, sin imaginarse que sería el inicio de un calvario con la detección del cáncer en los huesos, por lo que tuvo que ser sometida a una cirugía en la que perdió el fémur, la rodilla y parte de la tibia y le implantaron una prótesis de titanio para suplantar sus huesos.
Pese a que sus sueños se hicieron añicos, su enorme carácter y resiliencia le permitieron soportar un año de quimioterapia, combinado con radioterapia, así como la caída de su cabello y cejas, en medio sinnúmero de momentos difíciles que hoy, once años después, son parte del triunfo, esa medalla de plata en la modalidad de Prone 1 (acostado en la tabla) en el Mundial de Surf Adaptado, en California, Estados Unidos.
En una histórica presentación el fin de semana, Costa Rica se quedó con el cuarto lugar del Mundial de Surf Adaptado, alcanzado la medalla de cobre gracias al éxito de Minoshka Solís, a los primeros lugares de Roy Calderón V1 (visión limitada) y Jimena Ruiz en Stand 2 (lesión debajo de la rodilla), además de la plata de Minoshka Solís.
También lograron subir al podio con presea de bronce Juan Manuel Camacho en Sit Open (sentado en la tabla), Dariel Meléndez Stand 3 (lesión arriba de la rodilla), así como la presea de cobre de Baldir Vallejos en Stand 2 (lesión debajo de la rodilla).
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La vida está en juego
Minoshka, cuyo mundo giraba alrededor del porrismo y la gimnasia, con participaciones en Juegos Nacionales con el equipo de Corredores, incluso llegó a ser campeona nacional, vio cómo a sus 16 años todo cambió y tuvo que empezar a luchar por su vida.
“Desde chiquitita siempre me gustó el deporte y empecé practicando porrismo cuando vivía en San José con mi familia. Posteriormente nos pasamos a vivir a Chacarita, cerca de Ciudad Neily, y allí empecé a practicar gimnasia hasta que me diagnosticaron cáncer” recordó Solís.
“Cuando tienes cáncer la vida está en juego, Lo más importante es sobrevivir, después está todo lo demás. Sin embargo, siempre tuve en mi mente volver a hacer deporte porque esa es mi naturaleza. Después de la cirugías iba a caminar en muletas y hacía ejercicios de gimnasia, porque no quería perder la forma física”, comentó.
En plena adolescencia, Minoshka terminó el quinto año estudiando en su cama, con un foco, cuando apagaban las luces en el Hospital San Juan de Dios, soportando las extenuantes sesiones de quimioterapia que incluso recibía por un catéter cerca de su busto.
La atleta incluso realizó el examen de admisión de la Universidad de Costa Rica, en el cual se desmayó debido al cansancio de las sesiones de radioterapia; sin embargo, logró ganar la prueba y estudiar Administración de Empresas con énfasis en Recursos Humanos, para más tarde obtener trabajo en una transnacional, uno de sus grandes anhelos personales.
En el surf encontró un motivo
El surf llegó casi por accidente a la vida de Minoshka en 2018, cuando una exjefa de origen brasileño la alentó para que aprendiera a surfear en el equipo de Surf Adaptado en Jacó. La joven había practicado kayak, crosffit, buceo y hasta parapente, pero necesitaba de una disciplina que la retara, para volver a sentir la adrenalina de competir e imponerse a sus rivales.
“Uno de mis sueños desde chiquitita siempre fue representar al país en una competencia. Me había preparado desde que era una niña, una adolescente, era mi meta. Cuando me dio cáncer lo más duro fue pensar que no iba a poder cumplir con ese anhelo y más aún cuando me amputaron mi pierna derecha. Aún así nunca me rendí y lo seguía intentando”, recordó Solís.
“Con el surf conecté de inmediato. Allí conocí a Mikel Venegas y Gustavo Corrales, y a todos los compañeros. Cada uno tiene una historia maravillosa de superación, por algo nos hacemos llamar Los hijos de lo imposible. No podía creer que mi entonces jefa, quien era una extranjera me abriera los ojos de lo hermoso que era el surf”.
Empero, aquella alegría pronto se convirtió en un nuevo desafío. Los constantes viajes a Jacó y su rutina de ejercicios, provocaron que la prótesis que va atornillada a un pequeño pedazo del hueso de fémur se aflojara, por lo que fácilmente perdía el equilibrio y se caía. Tuvo que volver al quirófano y pasar de nuevo por una etapa de recuperación.
Desde aquel momento tienen como inseparable amigo a su bastón, con el cual se desplaza a donde vaya. El surf empezó a ser su terapia para aliviar su pesar, sin imaginarse que su regreso la haría medallista este fin de semana en el último mundial.
“Hace como siete meses decidí incorporarme de nuevo a los entrenamientos y ellos me hablaron de la posibilidad de asistir al Mundial. Fue muy emocionante, siempre anhelé representar al país y se me abrió la oportunidad. No fue fácil ir a entrenar todos los fines de semana a Jacó y por supuesto llevar la preparación en mi casa, pero por dicha todo nos salió bien y como equipo dimos lo mejor”, afirmó Solís.
“El surf me enseñó que vienen olas y te golpea. Viene la vida y te da cáncer; viene una ola más y tienes una cirugía; otra ola y hay que enfrentar la enfermedad. Cuando vas en la tabla luchas para sobrevivir, hay riesgos pero siempre se debe tomar la ola correcta, afrontar ese riesgo y tener la fortaleza para afrontar los desafíos y seguir adelante en la vida”.
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