Leilani McGonagle es un ejemplo de perseverancia, lucha, profesionalismo y disciplina.
Una de las dos surfistas clasificada para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ha tenido que vencer dificultades en su vida para cumplir su sueño en el deporte.
Ella, junto con su hermano Noemar, lideraron en los últimos 10 años lo que muchos en el ámbito del surf han llamado la segunda generación de surfistas profesionales, después de que históricos como Diego Naranjo, Lisbeth Vindas y Gilbert Brown, entre otros, dieran un paso al costado.
Leilani y su hermano contaron con la gran ventaja de que sus padres fueron surfistas, por lo que entienden cuál es la dinámica que deben seguir sus hijos para rendir en el alto rendimiento de este deporte.
Leilani, contrario a lo que muchos pensarían, no la tenido fácil para cumplir sus metas, porque su vida no podía ser como la de cualquier adolescente o niño. Cuando decidió que sería surfista todo cambió.
Con solo once años entró al evento más importante, pese a que no es 100% profesional: el Mundial Open.
Cuando ella todavía era una niña, Playa Venado de Panamá fue testigo de cómo una pequeña se rozaba con las mejores del mundo.
Desde ese momento se entendió que McGonagle era el proyecto país del surf, porque era la única deportista que llevaba la carrera deseada: pasó por todos los procesos de selecciones y además un perfil internacional.
“Es la atleta insignia de Costa Rica, de eso no tengo duda. Es una mujer que desde que era adolescente se convirtió en una líder completa”, contó Randall Chaves, expresidente de la Federación Costarricense de Surf.
Cuando Costa Rica vio en Leilani una oportunidad dorada para proyectar a una surfista y ella entendió que representando al país podía sobresalir, llegó un obstáculo más: una escoliosis que le descubrió su madre.
La escoliosis es una desviación lateral de la columna vertebral. Entre los 13 y 14 años este descubrimiento provocó muchos exámenes para la atleta y un veredicto que la hizo mucho más fuerte.
“La mamá de Leilani es terapeuta física y le descubrió la situación, ante esto se la llevan a Estados Unidos y allá le dicen que se debe operar, pero que luego no se sabe si va a poder seguir surfeando... Al final deciden ir por la vía más compleja y Leilani entra en un tratamiento en el que debió usar arneses, entre otras cosas”, recordó Carlos Brenes, exfederativo y amigo de la surfista.
En plena adolescencia McGonagle enfrentó muchos temores, pero sobre todo la aterraba el hecho de salirse del agua para siempre.
Carlos Muñoz, uno de los máximos exponentes del surf en Costa Rica, además de compañero de Leilani en muchas competencias, recordó que esa prueba demostró el carácter de la atleta.
“Para mí el mensaje de ella fue clarísimo: uno puede romper esquemas, sin importar lo que la gente diga, piense u opine. Con disciplina y trabajo duro usted demuestra cosas, ella es muy capaz, ha quedado campeona nacional, subcampeona mundial, atleta olímpica... Ella es la cara principal de Costa Rica en el surf”, expresó.
Leilani trató su problema de salud y continuó su carrera, además no descuidó su desarrollo integral como persona, al punto que en cada concentración de la Selección Nacional sus compañeros se acostumbraron a verla estudiando mientras ellos se divertían.
La surfista cumplió con un riguroso esquema de escuela en casa para completar su colegio, ya que la primaria la hizo en el centro educativo público de la localidad de Pavones, Golfito, donde vive.
Ahora en la previa de los Olímpicos celebra pronto convertirse en una profesional de la Comunicación.
“Leilani, aparte de que es un proyecto del surf tico, es la inspiración para que los surfistas entiendan lo que es el profesionalismo en su máxima expresión: tener una carrera además de la deportiva es clave, además es una muchacha comprometida con sus ejercicios, rutinas, muy respetuosa, y concentrada en lo que debe hacer.
“Nunca usted verá a Leilani saliendo de noche cuando está en una competencia, en otros ejemplos de atletas lamentablemente eso sí se ve”, resumió Carlos Brenes.
Leilani McGonagle se prepara para entrar al agua en Tokio 2020, una justa que si vuelve a ver para atrás tuvo sacrificios, lágrimas, experiencias buenas y malas, golpes que debió superar y que no dudó en sortear.
Al final con actitud y disciplina los problemas se pueden abatir.
A ella la vida la puso fuera del agua a los 13 años, pero McGonagle no se rindió y está a las puertas de sus Olimpiadas.
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