Playas del Coco, Guanacaste
En los parlantes anunciaron que venía Leonardo Chacón para terminar la carrera y el público se unió en gritos y aplausos. Los locales estaban esperando al primer tico en cruzar la meta del Ironman 70.3 Costa Rica.
Ya había ingresado el primer lugar, el estadounidense Kevin Collington (03:43:21), pero fue Chacón, diez minutos y 28 segundo después en el cuarto puesto, quien acaparó toda la atención.
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Leo venía en modo esprint, pero cuando entró a meta su cuerpo supo que ya no había nada más que dar y se desvaneció. En ese momento reaccionó un miembro del staff y evitó que se cayera.
Su imagen, descompuesto y en silla de ruedas, preocupó a propios y extraños, aunque su esposa, Jessenia Calderón, aseguró que lo vio peor en otros momentos.
Pasaron 40 minutos y el tico ya estaba recuperado. Salió a hablar con la prensa con otro semblante tras superar un fuerte golpe de calor.
"Hoy a como fuera tenía que superar la meta. Vine a darlo todo, sabía que iba a ser muy duro, en un clima extenuante", explicó el nacional.
No fue solo Chacón el que llegó en esas condiciones. Antes de él, también lo hizo el colombiano Carlos Quinchara, quien concluyó en segundo lugar y después tuvo que ser trasladado al hospital para una mejor valoración.
La alta temperatura, que rondó los 28 grados Celsius, combinada con una humedad de 82%, hizo que la sensación térmica fuera de 32 grados.
Después de los triatletas profesionales, la lista de atendidos iba creciendo; unos entraban y salían pronto, pero otros necesitaron más tiempo.
En esa clínica móvil el hielo y la solución endovenosa eran las principales medicinas con la misión de enfriar y rehidratar el cuerpo cuanto antes.
"Esto sucede por el alto grado de humedad, no es lo mismo calor seco que húmedo, eso es lo que más le afecta, porque cuando está tan húmedo, a ellos se les dificulta definir qué tanto se están hidratando y al no hacerlo les da el golpe de calor", explicó el doctor Óscar Zúñiga.
Los mismos triatlonistas comentaron que era normal concluir una competencia de este nivel con las últimas fuerzas que les restan.
Carlos Moncada, octavo general, no tuvo la fortuna de que alguien lo rescatara antes de caer al suelo, pero minutos después, con una sonrisa en el rostro, contó que esto se ve en todos los Ironman.
"Cuando uno da más de su 100% en clima de estos es normal terminar en una carpa con un poquito de suero. Me dio un cuadro de deshidratación y lo sabía faltando 5 kilómetros, pero no podía tomar nada porque lo iba a vomitar, pero se cumplieron mis objetivos", explicó.
Moncada afirmó que en ocasiones los deportistas llevan tal concentración en superar rivales y mejorar en carretera, que pasan por los puestos de hidratación y no tienen posibilidad de tomar líquido.
Para la mexicana Fabiola Anitua, este tipo de imágenes, con personas necesitando alguna atención, es casi imposible de evitarlas.
"Yo me sentí un poco mal y me caí, pero estoy bien. En todos los eventos pasa esto, no hay personas que no acaben siendo atendidas", comentó.
Otro de los que sufrió ante la exigente competencia fue Pablo Herrera, quien a sus 25 años realizó el segundo Ironman 70.3, pero el primero en profesionales.
"Una carrera brutal, conocíamos el terreno, pero el ritmo lo hace exigirse a uno al máximo. Es normal ver esto, sobre todo en la categoría profesional", aseveró.
A algunos les rinden más las fuerzas, pero quienes pasaron lejos de la enfermería reconocen que siempre hay momentos en los que se pasa mal.
"Por dicha el sol no calentó más, porque estaríamos todos tirados. Es larga distancia, sería fácil rendirse, sobre todo si uno va sufriendo, pero uno sabe que es un sube y baja; hay ratos malos y buenos", explicó el costarricense John Garita.