Costa Rica ya no es una desconocida en la gimnasia artística de los Juegos Olímpicos. Con apenas 18 años, Luciana Alvarado Reid se encargó de que se escuchara fuerte y claro sobre los ticos, por primera vez en toda la historia, en un escenario de este calibre. Junto a su madre y entrenadora, Sherlly Reid, hicieron realidad el anhelo de todo un país.
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Luciana es la única costarricense que ha competido en unas justas olímpicas en esta disciplina y la madrugada de este domingo se lució con sus giros, sus saltos, su baile, todas las acrobacias y el manejo que tuvo en los diferentes aparatos. Es más, la nacional se superó a sí misma, al puntuar 51.306 en el acumulado de su rutina, una cifra muy superior al 50.833 que hizo en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, que casualmente le dieron el boleto a Tokio.
Pese a ser su primera experiencia, Alvarado hizo que los reflectores se posaran sobre ella con ejecuciones muy limpias y emocionó a los amantes de la gimnasia al mostrar que llegó en un gran nivel. Además, cada vez que las cámaras se posaron sobre ella, dibujó una gran sonrisa que denotaba satisfacción.
Antes de viajar a Japón, sus palabras ya mostraban optimismo: “Espero poder mejorar más el puntaje que hice en el Panamericano, estar igual o mejor, ya que fue una excelente puntuación. Apunto a tener una excelente competencia y disfrutar muchísimo. Creo que son mis metas y no me preocupo por algo más en este momento. Quiero ir a hacer el mejor papel y representar a Costa Rica de la mejor forma. Ya que podemos decir que estamos entre las mejores del mundo en gimnasia es algo increíble”.
Alvarado culminó sus rutinas y luego debió esperar algunas horas para conocer los resultados de las 98 gimnastas que llegaron al evento. Finalmente, la nacional quedó fuera de la siguiente ronda y culminó su participación en Tokio, pero dejó claro que el futuro es prometedor.
La nacional actuó primero en las barras asimétricas, donde obtuvo una puntuación de 12.741 (4.900 en dificultad y 7.841 en ejecución). Su presentación le valió para ser la segunda mejor del grupo de cuatro competidoras con las que actuó en su rotación. Junto a ella estuvieron la atleta Ann Farah Hadi Abdul (Malasia), Giulia Steingruber (Suiza) y Lihie Raz (Israel).
En la clasificación general culminó en la casilla 55 de 88 participantes en total que comenzaron la competencia.
Luego ejecutó su rutina de barra de equilibrio con un 12.966 (5.300 en dificultad y 7.666 en ejecución), superando a todas las de su grupo. Para tener una referencia, en los Juegos Panamericanos, que se disputaron en junio, se dejó la medalla de oro en este aparato con 13.0033.
Esa puntuación también le permitió tener su mejor posición de las tres rutinas, pues terminó en el puesto 37 entre 91 atletas.
Más allá de que en suelo no tuvo la nota más elevada, con 12.166 (4.700 en dificultad y 7.466 en ejecución, siendo la número 66 entre 85 competidoras), se repuso con creces en su aparición en el salto de potro.
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En el cierre realmente destacó al puntuar en su salto 13.433 (4.600 en dificultad y 8.833 en ejecución).
Sin duda, la nacional se sintió muy cómoda en el Centro de Gimnasia Ariake y no le pesó ser debutante.
Colaboró: Fiorella Masís
La madre de Luciana juega un papel primordial; estuvo a su lado en Tokio, al igual que en toda su carrera y cada vez que culminó las ejecuciones se acercó a acuerparla con un abrazo. El sueño era de ambas y lo hicieron realidad con mucho esfuerzo.
“Es super importante tener a alguien de la familia cerca. En la gimnasia uno empieza a competir muy joven y en mi caso siempre viajé con mi mamá, siempre fui a todas partes con ella y nunca estuve sola. Me da mucha tranquilidad saber que alguien de Costa Rica y de mi casa están conmigo. Mi hermana también es mi coreógrafa y ella me apoya muchísimo”, contó previo al viaje a Tokio.