La genialidad se le notó a Magnus Carlsen pronto: a los cinco años conocía todas las banderas de los países del mundo, junto con sus extensiones, capitales y poblaciones.
El ajedrez pasaba de largo a sus intereses: papá Henrik, ajedrecista, le enseñó a él y a su hermana las reglas del juego; pero Magnus no se interesó..., hasta cuatro años más tarde, a la edad de ocho cuando tomó un tablero, analizó las jugadas de su padre y se preguntó el porqué de las jugadas...
Desde entonces, la vida se le cuadriculó en 64 casillas y desde el pasado 22 de noviembre es el nuevo campeón mundial del deporte ciencia, el segundo más joven de la historia (cumplió 23 este viernes 30), solo por detrás de Gari Kasparov.
Le arrebató el título al indio Viswanathan Anand, con un estilo de juego que promete marcar una época en el ajedrez.
Sí trata que toda su vida no gire alrededor del tablero y por eso chatea, ve series y películas en su computadora para no desconectarse de la realidad (nada raro en esto).
En Noruega sus partidas son seguidas por millones de personas –no todas familiarizadas con el juego– con récords de audiencia propios del fútbol y el esquí. Es modelo de ropa y tiene su “pegue” con las mujeres, a pesar de su timidez.
“La versión británica de la revista GQ comentaba con asombro que su reportaje sobre el gran maestro había tenido mucho más éxito que sus 100 fotos sobre el desfile de lencería de Victoria’s Secret”, según apuntó el diario ABC de España.
Papá y mamá Carlsen acertaron cuando decidieron vender sus dos autos y alquilar su casa durante dos años para que el entonces niño Magnus se dedicara a recorrer el mundo en los torneos de ajedrez.
Tenían un genio en su hogar: Gran Maestro a los 13 años, número uno a los 19, rebasó la barrera de los 2.800 puntos de Elo (mide la fuerza de un ajedrecista) a los 18, en febrero de este año llegó a los 2.872, el puntaje más alto jamás registrado.
Nadie se sonroja cuando cita ya su nombre junto a otros habitantes del Olimpo del Bobby Fisher, Anatoli Karpov y el mismo Kasparov.
Seguidor acérrimo del Real Madrid , no le gusta que le comparen con Lionel Messi; como el argentino, está llamado a ser el mejor del planeta (tal vez, de la historia).
También le dicen el Mozart; como apuntó un periodista la semana pasada: “Cuando a uno le comparan con Mozart es que está haciendo algo muy bien en la vida”.