Lia Thomas, la nadadora transgénero de Estados Unidos que ahora es conocida en todo el mundo, empezó su terapia de reemplazo hormonal pensando en la posibilidad de que no volvería a practicar el deporte de sus amores. Sin embargo, para ese momento, en mayo de 2019, cuando inició el tratamiento, lo más importante para ella era sentirse bien con su cuerpo.
Esos y otros detalles los contó semanas atrás a la revista Sports Ilustrated, antes de convertirse en la primera mujer transgénero en conquistar la División I de la NCAA, la liga universitaria más importante. En un inicio, Thomas pospuso la terapia por temor a lo que pudiera pasar con su carrera deportiva.
Tenía claro cómo este cambio afectaría su cuerpo. Sabía las diferencias desde el plano físico, pero de nuevo, lo que buscaba era un alivio emocional: “Me sometí a la terapia de reemplazo hormonal sabiendo y aceptando que tal vez no volvería a nadar. Solo intentaba vivir mi vida”, le dijo la atleta de 22 años a Sports Ilustrated.
“Me sentí mentalmente mucho mejor y más saludable. El alivio que me dio fue bastante importante”. De acuerdo al artículo, Thomas contó que su mente estaba más clara de lo que había estado en meses y ahí fue cuando se percató de su deseo de volver a la competencia y quería hacerlo como parte del equipo femenino de la Universidad de Pensilvania, donde cursa la carrera de Economía.
Thomas contó que empezó a cuestionarse su identidad casi al final de su estancia en el colegio Westlake de Austin. Le resulta difícil explicar los sentimientos de ese momento, simplemente empezó a tener preocupaciones sobre cómo se veía a sí misma.
“Me sentía apagada -recuerda-, desconectada con mi cuerpo”.
Thomas llegó al campus de esa universidad estadounidense a finales del verano de 2017. Sports Ilustrated señala que rápidamente hizo amigos del equipo de natación masculino a quienes también les gustaba el anime y los videojuegos, además del deporte. Durante su primer año en el equipo masculino, estableció varios récords personales. En sus primeros campeonatos de la Ivy League, en febrero de 2018, estuvo entre los ocho primeros puestos en las 500 yardas libres, las 1.000 yardas libres y las 1.650 yardas libres. Y aunque se acercó a la idea de nadar en la NCAA, para entonces no lo había conseguido.
En el segundo año en la universidad, comenta, se hundió en sus pensamientos: “Estaba muy deprimida. Llegué al punto de no poder ir a la escuela. Faltaba a las clases. Mi horario de sueño estaba muy desordenado. Algunos días no podía salir de la cama. En ese momento supe que tenía que hacer algo para solucionar esto”.
Le contó sus sentimientos a su hermano y él la aceptó inmediatamente. Luego llamó a sus padres, Bob y Carrie Thomas, quienes también respondieron con apoyo. Bob mencionó a la revista que lo que se habló en esa llamada es personal, pero que él y Carrie le dijeron a su hija que la querían y la apoyaban. “Haremos todo y lo que sea necesario para que Lia forme parte de esta familia”.
En el tercer año lo comentó con sus entrenadores y el resultado fue el mismo: apoyo. Para entonces siguió compitiendo con hombres, pero el 9 de noviembre de 2019, Thomas se puso un traje de mujer y nadó las 1.000 yardas libres contra los hombres de Columbia. Luego nadó esporádicamente mientras se acostumbraba a los cambios que experimentaba su cuerpo.
Tras la pandemia, retomó la natación y en el verano de 2021, con poco más de dos años con el tratamiento hormonal, notó que su fuerza no era la misma y dice que encogió dos centímetros: “Era un momento diferente en mi vida”.
En su primer año nadando para el equipo femenino de la universidad, arrasó a sus rivales, estableció récords en la piscina, en la escuela y en la Ivy League para convertirse en la nadadora universitaria más poderosa del país.
Y su ambición va más allá, semanas después de esa entrevista consiguió el hito que ahora abre un debate en el deporte estadounidense y mundial. Además, sueña con Juegos Olímpicos.
“No sé exactamente cómo será el futuro de mi natación después de este año, pero me encantaría seguir haciéndolo. Quiero nadar y competir como quien soy”.
Las reglas de la NCAA permiten que los atletas cambien de categoría de género, pero Thomas necesitaba un año de tratamiento antes de poder competir contra otras mujeres. Al mismo tiempo, la NCAA ha decidido endurecer los requisitos para que los deportistas trans puedan competir en las categorías acordes al género con el que se identifican, unas medidas que se implementarán de manera paulatina en las próximas temporadas.