Elegir una piscina para practicar natación se puede basar en muchas variables. Dependerá de cada persona, pero algunos puntos a tomar en cuenta son la cercanía, la facilidad de acceso y el precio.
En general, hay dos posibilidades: academia privada o piscina pública, normalmente administrada por municipalidades, comités cantonales o asociaciones.
La primera diferencia entre ambas es el costo. Pero otro factor evidente es el tipo de instalación.
La costumbre es cobrar mensualmente, dependiendo de la cantidad de días que desea asistir a la semana, desde uno o hasta siete, en algunos casos.
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Según el registro hecho por La Nación, hay públicas que incluso cobran ¢4.000 por mes, aunque el promedio de la tarifa mínima es de ¢13.000.
*En el siguiente mapa encontrará la ubicación piscinas que hay en el país. Al presionar sobre cada icono de color se abrirá información de horarios y precios*.
En Costa Rica hay al menos 83 piscinas —de 50 o 25 metros— para la práctica de la natación, pero la mayoría están en el Valle Central. El 40% de los 82 cantones nacionales tienen una. En este mapa puede ubicarlas.
Si la persona solo desea ir por día, sin pagar mensualmente, deberá desembolsar entre ¢1.000 y ¢2.000 por hora. Incluso, si se trata de niños o adultos mayores, el pago puede llegar a ser de apenas ¢500, como en la Piscina Municipal de Curridabat.
“Eso (el precio) viene desde la alcaldía, la piscina tiene costos bastantes altos, pero se ha mantenido claro el bien social, hay amplitud de que el deporte sea para todos. Por día en promedio la utilizan 215 personas y al mes como 3.400”, comentó Osvaldo Sánchez, administrador del inmueble.
Esta piscina apenas cumplirá siete años a finales de abril y próximamente se tiene contemplado construir otra, en Granadilla.
En las privadas el promedio ronda los ¢25.000, pero hay contados casos en los que ese precio puede bajar hasta ¢10.000 ó ¢12.000 (una vez por semana).
Por ejemplo en la piscina San Bosco, en el cantón de Mora, o en el Colegio de Farmacéuticos en Moravia.
Conforme aumenta el número de clases, crece el precio. Desde ¢30.000 y hasta ¢57.000.
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En su mayoría se trata de clases con instructor, pero también se ofrece la posibilidad de nadar sin una guía, idealmente para personas que cuenten con el conocimiento básico.
El horario en públicas suele ser un poco más restringido que en privadas, tienen menos “comodidades” y en su mayoría son sin techo.
Esas son las características que también señalan quienes están en el mercado de este tipo de academias.
“Se trata de una piscina monitoreada 24 horas, tenemos un balance químico ideal para que no afecte la salud. Para nadie es un secreto que una piscina donde nada mucha gente, fácilmente se podría contaminar. Además de eso, está la calidad de baños, duchas, lockers, personal que atiende y productos que se aplican para que no haya contagio de bacterias” señaló Failer Pinkay, fundador de Aquanautas, que cuenta con dos instalaciones, una de ellas de 25 metros.
Eso hace que el costo aumente considerablemente respecto a las piscinas públicas, pues evidentemente cobran esos gastos a los usuarios.
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El mantenimiento es lo que consume más dinero y las que administran municipalidades, cuentan con un presupuesto destinado a esto.
Ricardo Prada, dueño de Guppys, academia con casi 29 años en el mercado, explica lo que requiere mayor inversión para sostener una piscina.
“Lo más caro dentro de nuestros costos es la calefacción, para mantener el agua en las temperaturas que las tenemos. El mantenimiento es caro, tener una piscina en condiciones óptimas es caro, no hay forma de no tenerla en condiciones, porque las regulaciones sanitarias lo exigen, tenemos que presentar exámenes de la calidad del agua todos los meses”, comentó Prada.
La inversión inicial también se debe recuperar, pues es un rubro alto, agregó Kurt Niehaus, reconocido nadador, quien hace cuatro años abrió su academia en Santa Ana.
Dentro del mantenimiento necesario para que una piscina se mantenga limpia es la filtración diaria, una práctica infaltable en estos centros.
Incluso, se recurre a exámenes microbiológicos. En las academias Crol Swimming esto se hace todos los meses, mencionó la propietaria, Lizzy González.
“Los costos varían muchísimo dependiendo de factores, como tamaño, lugar o cantidad de personas, si se calienta el agua con calefacción solar o eléctrica. Si se purifica con cloro o con sal, entre otros”, detalló.
Ahora es normal escuchar el comentario de que las piscinas son un buen negocio.
¿Es cierto?
“Nosotros tenemos cuatro academias y estoy absolutamente seguro que nunca seré millonario. Es un negocio en que uno como profesional se desarrolla, permite vivir bien y tener bien a la gente al lado de uno. Pero no es ese gran negocio porque hay un gasto muy elevado”, agregó Prada.
Crecimiento de nadadores. Hace 23 años, Aquanuatas abrió su piscina de 25 metros, cuando la oferta era menor.
Ahora las personas tienen más opciones y de esa forma también ha crecido la cantidad de nadadores.
El grupo que ocupa la franja más importante y que viene en aumento son los adultos jóvenes, ya sea que empezaron a nadar “tarde”, o por una práctica que continuaron desde edades tempranas.
“La gente se ha dado cuenta de los beneficios que trae la natación”, asegura González, quien abrió su primera academia hace 8 años en Escazú, después agregó en Pinares y este año en Heredia.
En sus estadísticas, el 60% son adultos de 18 hasta 65 años o más, y el 40% son niños o bebés.
El perfil es muy variado entre las personas. Están los que aprenden, los que ya saben y se aventuran a competencias, quienes lo toman como terapia o simplemente por salud, y en menor cantidad aquellos atletas élite.
“Hay un aumento no solo en natación, en aguas abiertas y triatlón también y eso influye en el flujo de personas. Le puedo decir que el alto rendimiento es minoría, el porcentaje más alto es por aprendizaje y salud”, señaló Niehaus.