Probablemente muchas personas realizan ejercicio de alta o mediana intensidad sin saber si su corazón está bien o a cuánto esfuerzo puede someterlo durante su actividad física.
¿Corre, nada, practica ciclismo o crossfit? Solo para mencionar algunas actividades... Si usted forma parte de ese grupo de atletas, aficionados o élite, es importante tener en su lista de prioridades la prueba de esfuerzo.
Mediante una prueba de esfuerzo, el cardiólogo sabrá cuál nivel de intensidad puede hacer el paciente, es decir, si su corazón está capacitado para diferentes actividades y con qué vigor. O, por otro lado, conocer si se está esforzando demasiado.
“A algunos pacientes hay que decirles, el corazón está sano, pero debe bajar revoluciones e ir ganando la condición para no llevarse un susto”, explica el cardiólogo Juan Pablo Solís.
¿Pero si ya me hice el electrocardiograma y salió bien?
Siempre será una recomendación hacerse el electrocardiograma antes de la prueba de esfuerzo, pero será con esta última con la que obtenga información extra y muy importante para atletas.
El electrocardiograma es un estudio en reposo, mientras la prueba es con esfuerzo, se ve el comportamiento del corazón en estrés.
“Tiene la gran virtud que puede desenmascarar cardiopatías, puedo saber si con el esfuerzo o estrés el corazón se va a manifestar, el riesgo de sufrir un infarto, arritmias, muerte súbita, etc. Siempre da mucha información y en un electro no se podría ver todo eso”, mencionó Solís.
Existen diferentes protocolos para realizar este examen y los especialistas lo pueden modificar de acuerdo con la condición de la persona y el nivel de ejercicio que realiza.
Hay cuatro aspectos fundamentales que se valoran: síntomas de dolor, por ejemplo en el pecho; el comportamiento de la presión arterial, pulsaciones, frecuencia cardiaca; la parte propiamente cardíaca; y lo último, el acondicionamiento físico.
Solís indica que cada uno de estos comportamientos le dicen algo diferente al médico, porque una persona puede tener una excelente condición física, pero la presión arterial no es normal. Eso requerirá de un cuidado especial.
¿Cómo se realiza? La persona debe ir con ropa deportiva para caminar, trotar e incluso correr en una caminadora.
La Nación estuvo presente en una prueba que realizó Solís a una persona de 45 años, acostumbrada a realizar ejercicio de alta intensidad y quien tuvo covid-19 en noviembre, por lo que se realizó un electrocardiograma antes y en febrero la prueba.
En este caso, la prueba constó de seis etapas, siendo la última la más fuerte. No necesariamente todos los pacientes pueden llegar a ese punto, ya que esto dependerá de la condición física.
Primera etapa: aquí se mide que el corazón esté apto para hacer cosas dentro de la casa. Es decir, para un atleta será un hecho que podrá superarla sin problema, pero en alguien mayor o con algún problema puede definir si va a necesitar asistencia.
Segunda etapa: en esta parte se mide la intensidad a la que se somete el corazón para hacer caminata suave, sacar a pasear el perro o algo similar.
Tercera etapa: es un trote suave, con velocidad de 5,4 kilómetros por hora.
Cuarta etapa: La velocidad aumenta (casi 7 kilómetros por hora y 16 grados de inclinación). Solo personas con buena condición física pueden aguantar esta etapa.
Quinta etapa: 8 km/hr y 18 grados de inclinación. Entre más intensidad aguante la persona, dice que el corazón está en mejores condiciones. Teniendo claro que también se aportan otros datos al especialista.
Sexta etapa: 13,6 km/hr y 20 grados de inclinación. Quien logra correr hasta este punto, goza de un excelente nivel de acondicionamiento.
Es importante tener en cuenta que aunque la persona sienta que puede llegar a una etapa alta, si el doctor detecta algún problema, la prueba se detiene.
En época de covid-19. Si usted padeció la enfermedad de covid-19, esta prueba también le permitirá tener mayor seguridad para su retorno a la actividad física.
La primera recomendación es guardar reposo ya superado el virus, probablemente entre cuatro semanas o más. Esto dependerá de lo indicado por su médico.
Después, lo ideal es una valoración médica, ya sea con un internista o cardiólogo, con exámenes que incluyan un perfil de lípidos y hemograma. A eso se le suma un electrocardiograma. Ya con esa información, el siguiente paso sería la prueba de esfuerzo.
De acuerdo con Solís, son pocos los casos en que la covid-19 deja consecuencias severas como miocardiopatías, pero se pueden dar.
Regresar a la actividad física debe ser progresivo y el momento de la prueba dependerá de cada paciente, tuviera o no covid-19.
“En general se recomienda chequearse. Hay gente que quiere saber que todo está en orden para seguir con su actividad física y hay otra gente que se la hace al empezar a entrenar y luego antes de una carrera”.
En una persona con alto nivel de exigencia es importante realizar la prueba una vez al año y para quienes hacen menor actividad puede hacerlo cada dos años.