“Cansado”, “triste”, “decepcionado”, “destrozado”... No escatimó adjetivos Rafael Nadal para describir sus sentimientos tras su lesión en el Abierto de Australia, el enésimo contratiempo físico del campeón español que parece estar llegando al límite.
Codo, hombro, mano, espalda, cadera, pie, abdominales y ahora la cadera: las lesiones han sido una constante en la carrera de Nadal que, sin embargo, se ha vuelto especialista en sufrir, recuperarse y perseverar.
Pero, a sus 36 años y con su primer hijo recién nacido, el español sonó especialmente abatido tras caer eliminado en segunda ronda del Abierto de Australia, víctima del estadounidense Mackenzie McDonald y de su castigado cuerpo.
“Duele como siempre, pero al final el vaso se va llenando”, explicó después en una rueda de prensa.
“Es evidente que van sucediendo cosas y a nivel deportivo el vaso se va llenando y llega un momento dado que el agua puede salir por fuera”, agregó.
“Seguir jugando a tenis”
Justo hace un año, el español se marcó una gesta en Melbourne: después de meses apartado de las pistas por una dolencia crónica en el pie, Nadal alzó el título tras remontar una final épica que tenía perdida ante el ruso Daniil Medvedev.
Con 21 Grand Slams, se convirtió en el hombre con más grandes de la historia, un hito que luego amplió con su décimocuarta victoria en la tierra batida de Roland Garros.
Pero cuando el mejor Nadal parecía de vuelta, el fantasma de las lesiones reapareció en julio sobre la hierba de Wimbledon con un desgarro abdominal.
Con evidentes señales de dolor y con su padre diciéndole que abandonara desde la grada, Nadal resistió para superar en cuartos de final ante el estadounidense Taylor Fitz, pero al día siguiente lanzó la toalla antes de disputar las semifinales.
“No tenía sentido jugar si quiero continuar mi carrera”, afirmó entonces Nadal, que siguió renqueante a finales de agosto durante el Abierto de Estados Unidos, donde perdió en octavos de final ante el estadounidense Frances Tiafoe.
“Los últimos tres Grand Slams no he podido terminarlos en condiciones: dos roturas de abdominal, aquí no sé qué habrá pasado en la cadera. Podemos venir aquí y poner buena cara y aceptar las cosas (...) pero uno tampoco tiene que engañarse”.
“Estoy cansado, estoy triste, estoy decepcionado, todo esto es una realidad. A partir de aquí, supongo que cuando las cosas avancen, se tomarán las decisiones adecuadas porque lo que quiero es seguir jugando a tenis”, agregó.
“No es un sacrificio”
Tanto es así que no quiso abandonar la Rod Laver Arena.
Con su mujer llorando en la grada, Nadal se retiró brevemente al vestuario para recibir atención médica y, aunque sin poder correr ni apenas golpear de revés, aguantó hasta el final del duelo contra McDonald (6-4, 6-4, 7-5).
“No quería retirarme siendo el defensor del título aquí”, dijo. “Intenté seguir jugando sin aumentar el daño. No podía darle de revés al final. No podía correr a por la pelota. Pero simplemente quería acabar el partido”.
A la espera de los detalles de la lesión, Nadal confía en poder volver pronto al circuito. En 2021 dejó a medias su temporada por la dolencia en el pie y ahora llegaba a Melbourne con pocos partidos en los últimos meses por el desgarro abdominal.
“Espero no tener que pasar mucho tiempo fuera otra vez porque, al final, es muy difícil coger la forma (...) Cuando uno continuamente tiene parones se hace realmente difícil y aun más a una edad avanzada”, afirmó.
Pero a pesar de sus 36 años y su cuerpo martirizado por las lesiones, Nadal no quiere todavía seguir el camino de su adversario y amigo Roger Federer, con quien compartió lágrimas en su retirada tras un último partido de dobles juntos en septiembre.
“Es muy simple: me gusta lo que hago. Me gusta jugar a tenis. Sé que no es para siempre”, pero “cuando te gusta algo, el sacrificio tiene sentido”. “Cuando te gusta lo que haces, al final del día, no es un sacrificio”.