Entre 20 y 30 torneos al año, de cinco a siete horas de entrenamiento por día y constantes viajes. Esa es la vida de jóvenes de entre 15 y 17 años que buscan el sueño de ser los mejores tenistas.
Los jugadores que participan en la Copa del Café se toman este deporte muy en serio. Muchos de los tenistas junior más destacados están en este certamen.
Su intención es superar cada ronda para así sumar puntos y mejorar la posición en el ranquin ITF (International Tennis Federation) de su categoría.
Pero para conseguirlo pasan pocos días en sus países, el trajín llega a ser tan demandante que muchos realizan los estudios de forma virtual.
Atrás queda la típica semana de lunes a viernes asistiendo al colegio. La vida social queda apartada y la mayoría de su tiempo libre lo comparten con otros jugadores y entrenadores.
Así le sucede a la colombiana María Camila Osorio, raqueta número uno de la Copa del Café y novena en el ranquin mundial.
“Casi no estoy en mi casa, regreso a Colombia unos cinco o 10 días solamente y viajo a otra parte del mundo. Después de acá me toca estar en Suramérica, pero a mitad de año me voy a la gira de Grand Slam en Europa”, expresó la nativa de Cúcuta.
Ella es una de los tenistas que no va al colegio y recibe las lecciones por Internet. Le resta un año para concluir esa etapa, pero por ahora no piensa en la universidad.
“Al terminar el colegio me quiero dedicar del todo al tenis, ya después el plan B es estudiar alguna carrera, pero por ahora el enfoque es el tenis”, comentó Osorio, de 16 años.
Dicen que a todo se amolda el ser humano y para estos deportistas sacar sus estudios desde lejos es una obligación si quieren competir en los torneos alrededor del mundo.
“Ya vengo así hace casi cuatro años (en torneos ITF). Desde los 12 años fue mi primer torneo internacional y me gustó competir”, explicó Sebastian Rodríguez, de Perú.
Por ejemplo, el ecuatoriano Cayetano March aprovecha los días que está en casa para asistir al colegio, tan solo a presentar sus exámenes.
“Estoy bastante acostumbrado, es bastante cansado, pero también bonito”, apuntó.
En eso coinciden todos, los sacrificios son altos, pero las satisfacciones también. Uno de ellos es que a su corta edad conocen bastantes países.
“Es muy padre (bonito), conoces personas, países y disfrutas jugando”, expresó Marcelo Sepúlveda, de México.
La mayoría se conoce, pasan más tiempo entre ellos que con sus papás o hermanos.
“Todos los que estamos aquí nos hacemos familia en algún tiempo, porque nos vemos a diario y convivimos”, añadió Allan Magadan, también azteca.
Algunos viajan con sus entrenadores, aunque esto no sucede siempre. También tienen suerte cuando algún familiar los puede acompañar.
El sacrificio tiene una meta, sueñan con los torneos más prestigiosos, esos que hoy disputan figuras como Roger Federer, quien en 1996, con apenas 15 años, participó en la Copa del Café.
“Necesito hacer puntos importantes y ahora lo estoy logrando, los puntos de acá sirven mucho”, añadió Sebastián Rodríguez.